sábado, 10 de enero de 2009

A 50 años de la Nueva Ola


El 10 de enero de 1959 se estrenó en París El bello Sergio, de Claude Chabrol, y la fecha marca el nacimiento oficial de un movimiento que no sólo tuvo repercusiones en todo el mundo, sino que también definió una manera de ver el cine, una actitud hacia la crítica cinematográfica y hasta una forma de enfrentarse a la vida.
A diferencia de los movimientos cinematográficos anteriores ―neorrealismo, expresionismo― la Nueva Ola no fue tanto una estética como una toma de posición, o mejor aún: una toma de poder. No por gusto se caracterizó por ser un movimiento juvenil, en una época en que los jóvenes pensaban que había llegado su momento.
Ninguna otra corriente cinematográfica tuvo mayor influencia entre los estudiantes universitarios cubanos de las décadas de 1960 y 1970. Si el neorrealismo está en el origen de las primeras producciones del ICAIC, el cine norteamericano es el primero en el gusto del público —y luego en la añoranza por las películas que no se veían—, la Nueva Ola fue una definición para considerarse intelectual por entonces en Cuba.
Ese grupo de realizadores franceses, que hicieron películas disímiles y concretaron una estética fundamentada en un par de artículos, una revista (Cahiers du cinéma) y la adopción de los criterios de un crítico, al que algunos debieron ver como un padre, pero también como un viejo (André Bazin), repercutió en Cuba, y entre quienes estudiábamos en la Universidad de La Habana a más de veinte años del surgimiento de la corriente, ―cuando ésta ya estaba agotada desde el punto de vista creativo— principalmente por dos motivos: un libro y una revolución.
El libro fue Un oficio del siglo XX, de Guillermo Cabrera Infante, que entonces era una especie de Biblia prohibida pero mencionada a diario. La revolución, el proceso que permitió que las películas de la Nueva Ola fueran vistas como ''novedosas'' proyecciones en los cine—clubs cuando realmente habían dejado de serlo. Sin poder ver buena parte del cine que se estaba haciendo en el mundo por aquel entonces, disfrutamos de aquellas películas como si viviéramos en los años cincuenta. Más que cintas de cinematecas, eran verdaderos estrenos.
Estas circunstancias no deben, sin embargo, hacer perder de vista lo más importante. Por encima de la anécdota cubana, está la calidad de un grupo de películas que superaban a buena parte de la producción mundial de entonces. No más de diez, quizá hasta quince, pero que en la mayoría de los casos justifican el recuerdo, más de treinta años después de vistas, a cincuenta de haber sido hechas. El resto es historia del cine.
Algunos datos, de acuerdo a una información de la agencia Efe:
Ya desde 1956, en el corto Le coup du Berger, de Jacques Rivette, podía vislumbrarse la ruptura técnica y artística de la Nueva Ola.
Tanto Rivette como Chabrol formaron parte desde el principio de esos jóvenes críticos-cineastas franceses, grandes amantes del cine que forjaron la leyenda y que inicialmente fueron también conocidos como los ''jóvenes turcos''.
El nombre por el que se conoció al movimiento que crearon estos dos artistas y sus no menos famosos colegas François Truffaut, Jean-Luc Godard, Eric Rohmer y Alain Resnais, la Nueva Ola, se acuñó el 3 de octubre de 1957.
Lo hizo en el semanario L'Express la periodista Françoise Giroud al comentar una encuesta sobre la juventud.
Tenía todavía, sin embargo, una connotación sociológica y abarcaba al conjunto de actividades, pasiones e ideas que circulaban entre esa juventud precursora de mayo del 68.
En febrero de 1958 Pierre Billard atribuyó el concepto exclusivamente al cine. Fue en la revista Ciné 58 y pronto adoptó el término el Centro Nacional de la Cinematografía (CNC).
Desde principios de 1959, los nuevos filmes distribuidos en Francia y, en particular aquellos que ese año fueron seleccionados para el Festival de Cannes, se estrenaron ya bajo la bandera de la Nueva Ola.
El grupo de artistas-críticos que les dio vida, formados todos ellos en la revista Cahiers du cinéma, aportaron ese año, además de El bello Sergio, otros filmes importantes, como Los cuatrocientos golpes, de Truffaut, y Sin aliento, de Godard.
El bello Sergio fue rodado entre el 4 de diciembre de 1957 y el 4 de febrero de 1958, en el pueblo donde el director pasó su infancia durante la guerra, Sardent, en el centro de Francia.
El protagonista de la cinta, François, vuelve a su pueblo tras varios años de ausencia y encuentra allí a su amigo Serge mal casado y completamente alcoholizado.
Chabrol ha llegado a renegar de esta película, por el humanismo cristiano que transmite.
Tanto de esta película como otra posterior e interrelacionada, Los primos, hay excelentes crónicas en Un oficio del siglo XX.
Fotografía: fotograma de la película Jules et Jim, de François Truffaut.

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