Si ocurre de la forma como se comenta en Cuba, no hay un gran mérito en eliminar la libreta de abastecimiento. La cuestión fundamental es que ésta tiene dos aspectos, aunque se tiende a enfatizar uno y olvidar el otro. Siempre se menciona a la libreta como el instrumento que regula la cantidad que se puede adquirir de un producto alimenticio, desde frijoles hasta algún tipo de carne. Esta función reguladora y restrictiva es objeto de crítica, en Cuba y Miami, desde hace décadas. En ocasiones porque son imposibles de encontrar en los establecimientos del gobierno, y en otros, como los frijoles, sin que medie declaración alguna, diversos productos han desaparecido de los códigos de las libretas.
Sin embargo, hay otra función que cumple la libreta, la de canasta básica de alimentos: un medio que permite la adquisición de alimentos subsidiados. En este sentido ''libretas'' similares han existido en otros lugares, y siempre se le ha visto en un sentido positivo. De hecho, si la libreta se elimina, es posible que el gobierno cubano se vea obligado a poner en práctica alguna forma de subsidio, para un grupo básico de alimentos, destinado a las familias menos favorecidas. El gobernante Raúl Castro se ha referido a este sentido y no a la función igualitaria que con poco éxito la libreta ha desempeñado durante tantos años. No deja de resultar conveniente, en un sentido general, para la población cubana, que se imponga un enfoque más realista sobre la situación en que se encuentra la isla: la libreta sólo resuelve, a duras penas, la alimentación por algunos días, y siempre ha provocado más rechazo que cualquier otro sentimiento y opinión.
Aunque este enfoque realista no va muy lejos cuando no se aplican las reformas necesarias para superar las deficiencias.
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