martes, 5 de octubre de 2010

La isla del socialismo


El 25 de mayo, de visita en Londres y día en que la reina Isabel II inauguró la nueva sesión parlamentaria, leí en todos los diarios que comenzaba una nueva etapa en la sociedad inglesa. Agunos mencionaban incluso la palabra revolución. Meses después, la ´´revolución tory´´ no es tan terrible como la pintan, aunque se ha impuesto la corriente ideológica que propugna la rebaja de los servicios sociales y mira al Estado como un mal necesario.
Un mal necesario, pero que en Gran Bretaña no se pretende limitar a las funciones policiales y militares, como intentan los demogogos del Tea Party en Estados Unidos, y los republicanos nerviosos y cobardes que no saben hacer otra cosa mejor que seguirles la corriente.
La realidad es que en Gran Bretaña hay un gobierno de coalición, así que las ideas conservadores pasan por el tamiz de los liberales-demócratas, y si es hora de recortes ello obedece más a un ajuste por la crisis que a un corte por motivos ideológicos.
Entre los recortes que se pondrán en práctica está uno que afecta a las familias con hijos. Proteger a las familias con hijos es uno de los postulados fundamentales de los laboristas británicos y los demócratas estadounidenses, pero en este caso las cifras tienen más valor que la ideología.
El Gobierno británico quiere suprimir la ayuda por hijos a las familias en las que uno de los cónyuges tenga ingresos anuales superiores a 44.000 libras. El Gobierno estima que la medida afectará a 1,2 millones de familias. Si ninguno de los cónyuges gana más de ese tope, podrán mantener las ayudas aunque sus ingresos conjuntos superen los 100.000 euros.
Una medida de esta índole debe producir una envidia natural en otros países desarrollados, como Estados Unidos, pero me pregunto cómo reaccionaría una familia cubana. Creo que lo primero que haría sería preguntarse si no se equivocó de isla o le dieron la dirección mal. Donde realmente hay socialismo en la otra.
Por supuesto que es injusto comparar la Gran Bretaña desarrollada y antigua potencia imperial con la pobre Cuba, pero es la moderación británica la que quiero señalar. El temor a esa conocida sentencia cubana de no llegar o pasarse.
Leo en Granma que se van a suprimir gastos ´´irracionales´´ en el sistema de salud. Se cita el ejemplo de hogares maternos con capacidad para tres o cinco pacientes, que son atendidos por 20 empleados, y de centros de ambulancia con un solo vehículo y 30 trabajadores. Están muy bien los intentos de arreglar, aunque sea de forma limitada, el caso económico. En la edición de hoy miércoles de Cubaencuentro hay un artículo de Oscar Espinosa Chepe que explica muy bien el descalabro salarial en la Isla.
Lo que no deja de ser preocupante es que a la hora de cortar no se utilice la tijera sino el machete, que al final no se produzca la necesaria fusión de centros de servicios y productivos y la ´´racionalización´´ de personal, y que las consecuencia sean la pérdidas de servicios, deficientes pero indispensables.
Fotografía: taller de reparaciones en La Habana.

Tópicos torpes


Líderes del exilio en Miami, supuestos expertos y comentaristas de la prensa radial y escrita siguen demostrando una ignorancia total ―si es posible mayor cada día― sobre lo que ocurre en Cuba. Agotados desde hace mucho el optimismo incontrolable por el fin de fin de régimen, los preparativos para formar gobierno desde Miami y el saboreo anticipado de ajuste de cuentas implacable, es la hora de los que picotean aquí y allá, en la búsqueda del detalle que de algún consuelo o aliento a los empecinados.
Sin ilusión ya para apostar a la muerte de Fidel Castro ―como el detonante esperado para una transformación rápida, que permita barrer con un modelo imperante e inoperante por medio siglo y dar vía a un sistema similar al que existe en Miami― pocas opciones quedan a los que se niegan a creer que tantas frustraciones no fueron sólo caídas en el camino sino una vía hacia la derrota. Hablar del deterioro económico de la isla ―que es verdadero― es quizá el refugio final.
Lo primero a tener en cuenta es que ya a estas alturas carece de sentido esperar por la muerte de Fidel Castro. Por supuesto que cuando ocurra será noticia mundial. No hay que subestimar las repercusiones del hecho y tampoco echar a un lado las repercusiones que tendrá en el comportamiento y las expectativas de quienes viven en la isla.
Pero nada de esto debe impedir analizar que en Cuba está marcha un proceso de cambios económicos ―que aunque limitados y algunos de ellos posiblemente destinados al fracaso― implican la puesta en marcha o la liberación de factores que siempre se anheló entrarán a funcionar dentro de la maltrecha situación en la isla. Es decir, quienes se dicen participe de una ideología que prioriza el mercado y la empresa privada, han comenzado a desvirtuar sus funciones a la hora de hablar de Cuba.
Si bien es cierto que el control económico que ha impuesto ―y espera conservar― el Estado cubano es enorme, ¿por qué no contribuir a su debilitamiento, en la medida de lo posible y de forma paulatina, desde Estados Unidos y particularmente desde Miami? Esta parece por momentos ser la intención de Washington, pero no acaba de definirse.
Es difícil de comprender ese afán en favor de que fracase el plan de reformas del gobierno cubano, cuando lo que en verdad debería interesar a un exilio preocupado por el bienestar de quienes viven en la isla es iniciar los intentos de incorporar ―de forma independiente y sin ataduras políticas e ideológicas― al capital y el conocimiento del exilio moderado. Es decir, contribuir a que en Cuba la reforma pase del “chichal” a la empresa familiar e incluso la pequeña propiedad mercantil.
Se puede argumentar que este objetivo es muy difícil de alcanzar o que el Estado cubano nunca jugará limpio o no lo va a permitir. Sin embargo, si quienes dirigen el proceso cubano han tenido que ceder en puntos que hasta hace poco era lógico apostar a que no lo harían, como el permitir el empleo de fuerza laboral contratada, bajo qué razonamiento se puede negar por completo la posibilidad de esta vía.
Lo cierto es que, hasta este momento, pocos en el exilio apuntan hacia esta vía. El Cuba Study Group continúa siendo la excepción y no la norma. La equivocación se repite y el alboroto se impone sobre el sentido común.
Fotografía: una bodega en La Habana.

La última barricada


Aunque Miami va a reaccionar con su característica política de avestruz hacia una nueva excarcelación de prisioneros políticos, por parte del gobierno de La Habana, el efecto propagandístico del hecho será muy difícil de pasar por alto en otros lugares.
No es simplemente el hecho de que La Habana parece estar dispuesta a liberar incluso a acusados de terrorismo (bajo los patrones establecidos por el gobierno de la isla). Lo más importante es que a medida que comienzan a filtrarse detalles, se conoce que los que están en el inside de lo que ocurre en Cuba no viven en Miami.
Lo que le queda a las organizaciones políticas de esta ciudad es refugiarse en el pataleo cotidiano o seguir apostando al papel de factores de obstáculo a cualquier negociación, poco importa que en juego esté el destino de personas que se encuentran encarceladas en difíciles condiciones.
Pero en este sentido, en los últimos meses ha ido estableciéndose que sólo el Directorio Democrático Cubano cuenta con los recursos necesarios para jugar ese rol. Las otras organizaciones, o se quedan cortas o sirven apenas para que unas cuantas señoras burguesas exhiban sus collares en Europa, y sus acólitas pobres se conformen con mostrar algunas fantasías. Tal es el caso de Mar por Cuba.
Que Orlando Gutiérrez y algún que otro socio de ocasión tengan como portavoces a El Nuevo Herald y Diario de Cuba tampoco es sorpresa, pero pocos en Miami, para no decir nada de quienes viven en otras partes, se creen el cuento de que los comunicados de esta organización, y las supuestas noticias que ofrecen, tienen como objetivo el avance de la democracia en Cuba sino el mantenimiento de una billeteras llenas o al menos sin vaciar por completo. Y esto es válido tanto para quienes producen las ´´noticias´´ como para los otros que las reproducen.
En esta última barricada se atrincheran los desplazados de hoy y los resentidos de ayer y mañana.
Fotografía: Orlando Gutiérrez del Directorio Democrático Cubano.

De Madrid, política y debates, y también Cortázar


Salgo de Miami con un buen libro comprador en el propio aeropuerto de esa ciudad, ya un signo de esperanza para el viaje. Se trata de Cartas a los Jonquières, de Julio Cortázar, y es hasta cierto punto un Cortázar diferente, familiar, personal e íntimo. Lo bueno de las cartas es que, aunque se extienden durante casi toda la vida del escritor argentino, la mayoría es de la década de 1955, con un Cortázar aún un ´´becario´´ en París que busca la manera de no morirse de hambre en esa ciudad. Esa mezcla amable en el libro de escritor ya formado y al mismo tiempo de apasionado del arte casi adolescente, con poco más de cuarenta años, hace al libro particularmente agradable de leer.
Este Cortázar que dedica semanas a contemplar la sección egipcia del Louvre y que sobre todo quiere leer, ver arte y disfrutar de Madrid, y trabajar lo menos posible, es un personaje que para algunos puede resultarnos fácil identificarse.
Así, aterrizo en Madrid pensando en dedicar el menor tiempo posible a pensar en política, cuando se trata de uno de los peores lunes en la carrera política de Zapatero. No hay remedio, en cualquier sitio donde uno entre a tomarse una cerveza o un vino en esta mañana fría en la ciudad, que define no sólo que el otoño ha llegado ―eso ya lo sabíamos― sino que hay que sacar cierta ropa del armario, los televisores no hacen más que hablar y mostrar lo mismo.
Lo curioso es que, para alguien que viene de Estados Unidos, lo que acaba de ocurrir en España es cosa cotidiana. Unas elecciones primarias del Partido Socialista Popular, para que lo miembros de esa agrupación política decidan entre dos aspirantes a la candidatura por la gobernación de Madrid.
Sólo que en Madrid, y en toda España, han significado mucho. Por una parte, no hay tradición de elecciones primarias. Por lo general el líder de cualquier partido, o la cúpula de éste, decide quién va a aspirar a determinado cargo en la comunidad o el ayuntamiento. Ocurre con los partidos nacionales y con los regionales.
Pero en este caso Zapatero no sólo se vio forzado a una elección primaria, sino que la candidata que quiso presentar, la ministra de Sanidad Trinidad Jiménez, no fue la elegida por los votantes. ES decir, que el presidente del gobierno español y Secretario General del PSOE no pudo imponer a su candidata. Y menuda labor que había hecho al respecto, como diría un español. De forma pública, Zapatero le había pedido a Tomás Gómez, el secretario general del PSM y triunfador frente a Trini Jiménez, que retirara su candidatura.
Por ello la derrota de Zapatero se ha impuesto sobre el triunfo de Gómez. Ayer en los telediarios los analistas mencionaban la victoria de Gómez y del Partido Socialista de Madrid y pasaban de inmediato a comentar el futuro político del Presidente, que cada vez pinta peor.
Y es que todo era negativo para Zapatero el lunes. A una encuesta dada a conocer el domingo por el diario El País, el órgano de prensa más afín al gobierno, se mostraba que los efectos de la protesta de los sindicatos contra la reforma laboral han llevado a los socialistas a uno de sus peores resultados electorales. Su desventaja respecto al PP en estimación de voto es de 14,5 puntos porcentuales, según la encuesta de Metroscopia para El País. El sondeo, informa el diario, fue realizado el pasado jueves, justo al día siguiente de la huelga, hecho que los responsables del sondeo consideran determinante.
De esta manera, y aunque el símil sea trivial, a Jose Luis Rodríguez Zapatero y al PSOE le están clavando banderillas a diario en estos días. Y el lunes fue un día muy activo en este sentido, porque a todo lo anterior se unía las nuevas cifras de desempleo: el final de los contratos firmados para la temporada turística había aumentado el número de personas sin trabajo. Septiembre acababa con 48.102 desempleados más, principalmente todos del sector servicios y uno de cada dos con menos de 25 años. Con el incremento del paro de septiembre, que supone un alza del 1,2% con respecto a agosto, la cifra total de desempleados se situaba en 4.017.763 personas. No importaba que Trabajo destacara que el aumento del desempleo registrado en septiembre de este año es el menos malo desde 2007, lo importante era que había más parados.
Me temo que al Partido Popular le está resultando cada vez más fácil el ataque a Zapatero. Por primera vez una encuesta lo sitúa por encima del PSOE para llegar a la presidencia y por primera vez también existe la posibilidad de que se produzca esa especie de lo que hasta hace poco meses era considerado más que un milagro para los ateos: que suficientes ciudadanos voten por Rajoy. De consolidarse esta tendencia, es posible que el PP y su líder se decidan a presionar por unas elecciones anticipadas.
El lunes por la noche había un interesante debate en TVE, donde políticos, analistas y periodistas debatían el futuro de Zapatero. Un analista sagaz como Antonio Elorza no lograba avanzar mucho en advertir sobre los riesgos del supuesto remedio que significaría una figura política caracterizada hasta ahora por su mediocridad, como es Rajoy, al frente de España. Se veía como el mensaje de Elorza, quien no se ha caracterizado por ser un defensor de la gestión de Zapatero, quedaba relegado ante una realidad que una diputada del PP no se cansaba de repetir: Zapatero lo ha estado haciendo mal, muy mal.
Más allá de la crisis económica que atraviesa España, vale la pena destacar la calidad de estos paneles de discusión política, en una televisión que por lo demás no se caracteriza por su calidad. Escuchar a nueve expertos discutiendo e interrumpiéndose, y lograr que el espectador saque claras conclusiones al respecto, creo que sólo se da en España. La diferencia con lo que se ve y escucha en Miami es que en España, Europa e incluso en Rusia, en general se puede elegir entre algo más que programas tontos. En Miami, no se logra salir de la bobería.
Fotografía: Casa América en Madrid.

lunes, 4 de octubre de 2010

Miami como patria


La adopción de Miami como patria no deja de tener un carácter contradictorio. Los que llegaron durante la década de 1960 imponen una Cuba mítica como modelo para la nostalgia. Al tener que elegir entre esa imagen tergiversada y la situación que impera en esta ciudad -la añoranza para los primeros exiliados, la realidad de la isla para los que viajaron en las últimas décadas- muchos sólo salvan los recuerdos personales.
En tales circunstancias, se antepone el hogar a las patrias espurias de la Cuba actual y el Miami que se empieza a conocer. A ello se une la saturación política que arrastran los llegados en las tres últimas décadas. Esto explica en parte que quienes vinieron después del Mariel triunfen en actividades como la literatura y el arte, pero no en la política.
Ese apartarse de lo circunstancial, en favor de una mayor trascendencia, es un logro que no deja de implicar desventajas: el abandono de lo cotidiano, para que pueda ser administrado por políticos tradicionales, que en su mayoría deben su elección a votantes del llamado ''exilio histórico''; políticos que pueden o no cumplir su función en mayor o menor grado, pero cuya actuación en muchos casos deja fuera los intereses de quienes han llegado en los últimos años.
Es bueno destacar que si bien, en cuanto al conocimiento de los aspectos negativos del régimen de La Habana, las diferencias obedecen más a matices que a conceptos, desde el punto de vista emocional los contrastes son más marcados. Al mismo tiempo se da la paradoja que los miembros del llamado ''exilio histórico'' -quienes llegaron primero a Miami y tienen una edad más avanzada- tienden a interpretar cualquier hecho, desde una canción hasta la compra de una fruta, en términos políticos: ¿el cantante o compositor actuó en la isla?, ¿ese producto viene de un país que tiene buenas relaciones con Cuba? Hay un largo historial de intentos de boicots, fracasados todos, de productos españoles, mexicanos y de otras naciones de acuerdos a incidentes de las embajadas de los determinados países en La Habana, visitas de jefes de Estado y declaraciones de ocasión. No quiere esto decir que la categoría de ''exilio histórico'' sea un absoluto, ya que una parte de sus miembros saltan por encima de una categorización tan elemental, pero ésta no deja de ser ilustrativa a los fines recurrentes de explicar un escenario político en Miami.
Por otra parte, las generaciones llegadas después de 1980 vivieron tan saturadas de política en Cuba que aquí en Miami han decidido que ésta no contamine todos los actos de su vida. Es por ello que las diferencias políticas entre los exiliados ocurren no sólo en aspectos debatidos a diario como la permanencia o no del embargo comercial sobre la isla, sino en pequeños actos de independencia como asistir a un concierto de músicos que viven en Cuba.
Estas diferencias no son fáciles de percibir fuera de Miami por tres razones fundamentales: los miembros del exilio histórico dominan los medios masivos de comunicación, ellos aún constituyen la mayoría de los ciudadanos cubanoamericanos con derecho a voto -y que lo ejercen como un bloque uniforme y sin fisuras- y conforman el grupo social con mayor poder adquisitivo y dueño de negocios en esta ciudad.
La última votación presidencial fue la prueba de fuego para dilucidar una aparente paradoja, que los favorables a un cambio de política hacia Cuba ven detrás de los números. Como quedó demostrado al reelegir a los legisladores cubanoamericanos del Partido Republicano, las actitudes, conductas y opiniones que dominan en Miami, al menos desde el punto de vista electoral, son las del exilio histórico.
Sobre ello existen dos argumentaciones opuestas. Una, que la paradoja no es tal, y que quienes llegaron después de 1990 comparten los puntos de vista de los exiliados anteriores. La otra explicación es que las diferencias son notables, pero que quienes vinieron posteriormente carecen del poder necesario para que sus puntos de vista sean tomados en cuenta.
En comparación con los logros políticos de los primeros exiliados, las generaciones llegadas después de 1990 demuestran un gran retraso. A finales de los 60, los cubanos participaban activamente en la política de la ciudad y del condado. En 1976, entraron de lleno en la contienda de la legislatura estatal, con aspirantes por ambos partidos. Da la impresión de que los nuevos inmigrantes tienen menos interés y capacidad en ese terreno.
En la actualidad, el relevo se produce dentro del marco establecido por los primeros refugiados -una primera, segunda y hasta tercera generación de cubanoamericanos, todos nacidos en este país-, no gracias a la incorporación de recién llegados. Al principio, las candidaturas tuvieron que transformarse debido a la llegada de un gran número de inmigrantes. Ahora son los nuevos votantes quienes tienen que adaptarse a los candidatos.
A diferencia de quienes salieron primero de la isla, el refugiado que se establece en esta ciudad a partir de 1980 encuentra una red de negocios cubanos y de empresas norteamericanas administradas por hispanos que les facilitan su inserción laboral -con mayores o menores ventajas, con un grado más o menos elevado de explotación- y hace posible que, en cierto sentido, sea menos ''traumática'' su nueva vida. En cuanto a idioma, costumbres y cultura, tiene ciertas ventajas, pero está obligado a adaptarse a una comunidad antes que a un país.
Fotografía: Festival de la Calle Ocho.

La comezón del exilio revisitada

A veces en el exilio a uno le entra una especie de comezón, natural y al mismo tiempo extraña: comienza a manifestar un anticastrismo elemen...