miércoles, 19 de enero de 2011

El período gris de Ambrosio Fornet



Si tuviera algún sentido —no lo tiene ni por asomo—, me sentiría inclinado a dedicar este comentario ―si es que algo vale, especialmente si tiene algunos tonos grises― al pensamiento y la obra del crítico Ambrosio Fornet.
No fueron solo la represión contra los homosexuales, las obras prohibidas, los escritores y artistas trabajando en lugares que no tenían nada que ver con su labor, los libros recogidos y las películas censuradas.
Por penosos que resultaron estos hechos —identificados en su momento oportuno por el ensayista—, una definición de su período gris no se puede limitar a la descripción de un paréntesis: sacar una obra de cartelera y luego reponerla, colocar a un poeta o narrador en una biblioteca o ponerlo a traducir documentos y luego darle un premio nacional de literatura, impedirle viajar al extranjero durante varios años y luego enviarlo a un congreso o una feria del libro.
El período gris de Ambrosio Fornet fue también una de las peores épocas para comenzar a escribir, en una isla que nunca ha sido amable con los creadores. Un momento en que lo mejor era dedicarse a cualquier oficio ajeno al verdadero significado de las palabras, olvidar la música y dejar los pinceles a un lado. No hizo falta “parametrar” a quienes por entonces fuimos jóvenes o adolescentes y queríamos alejarnos de la épica del momento, escribir, actuar o movernos con un ritmo alejado de la alabanza revolucionaria, identificarnos e imitar con mayor o menor suerte lo que se hacía en Europa, Estados Unidos y cualquier lugar sospechoso de no comprender la grandeza de ese socialismo tropical que pesaba como una condena pero debíamos asumir como una bendición.
Quedan regados por la isla, en bibliotecas universitarias norteamericanas, librerías de viejo y mesas de liquidación españolas algunos de los libros que lograron los ansiados premios Unión. David, Casa de las Américas para unos pocos afortunados, y 26 de Julio para los más militantes. Libros olvidados por todos, varios incluso rechazados por sus mismos autores, que hoy prefieren no sólo no recordarlos sino que otros los olviden.
Una generación de autores a medias, escritores frustrados y artistas que gastaron años antes de poder comenzar de nuevo. Nombres que en el exilio lograron publicar su primer libro cuando en circunstancias normales hubieran contado con una obra más o menos extensa desde mucho antes.
Nada podrá, nada ha podido, hacerles recuperar el tiempo perdido. No vale la pena siquiera hablar de ello. ¿“Quinquenio gris”? A estas alturas, qué valor tiene revisar un viejo calendario.
Fotografía: pacientes psiquiátricos salieron en el Paseo del Pradro, durante la escenificación de una obra sobre “El Caballero de París”, en esta foto de archivo de 2009.

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