Orlando Gutiérrez Boronat, secretario Nacional del Directorio Democrático Cubano, ha decidido pasar el cepillo: “sin dinero para transportar activistas, ayudar a familiares de presos políticos y potenciar la sociedad civil con la tecnología para comunicarse con el exterior, la ya heroica lucha no violenta de los disidentes cubanos se hace aún más difícil”, escribe hoy martes en El Nuevo Herald.
Gutiérrez se presenta en su artículo ―en buena medida una pieza publicitaria a favor de la colecta― como miembro del secretariado de la Asamblea de la Resistencia Cubana en Miami.
Muchas de las organizaciones de defensores de los derechos humanos en Cuba se han unido en el Frente Nacional de Resistencia Cívica liderado por el ex prisionero político Jorge Luis García Pérez “Antúnez”, plantea Gutiérrez.
Como plantea el articulista-publicista, “la Asamblea de la Resistencia Cubana, que une algunas de las principales organizaciones de la comunidad cubana exiliada, hará su parte para respaldar a la Resistencia dentro de la Isla al iniciar la campaña ‘Todos Somos Resistencia’ que busca apoyo privado, de persona a persona, para esos en Cuba que están liderando la lucha de resistencia cívica por la libertad”.
En el exilio se presenta casi a diario la labor de estos grupos a favor de la democracia en Cuba, pero no solo hay mucho de exageración en las informaciones que se publican a diario, sino que a través de los años los resultados han sido muy limitados. Gutiérrez puede considerar que la resistencia cívica cubana ha logrado la excarcelación de docenas de prisioneros políticos en los últimos meses, y atribuirse de forma oportunista méritos ajenos, al obviar a la Iglesia. Es más, lo curioso es que Gutiérrez ahora salga a reclamar esos méritos, cuando su organización ha hecho lo posible por descarrilar el proceso.
Sin embargo, diferencias de enfoques aparte, está bien que organizaciones del exilio utilicen fondos privados para ayudar a la disidencia pacífica y a los familiares de los restantes presos políticos. No hay que oponerse a una recogida de fondos privados. Cada cual puede hacer con su dinero lo que le venga en gana. Con el ajeno es diferente. Si los que donan están dispuestos a darlo es su santa voluntad. Pero siempre se trata de acciones y gestos donde es necesario un máximo de transparencia.
Aquí es donde las cosas no son tan sencillas. Gutiérrez se presenta como miembros de una de las tantas organizaciones sombrillas que han surgido y desaparecido en Cuba a los largo de las últimas décadas. Si el aguacero del exilio y la realidad cubana no cambian, es lógico que sigan las sombrillas.
Ahora bien, Gutiérrez no es sólo miembro del secretariado de la Asamblea de la Resistencia Cubana en Miami. También es secretario Nacional del Directorio Democrático Cubano.
Hay un historial en ese sentido que no se debe omitir.
Uno de los problemas con Gutiérrez y el Directorio Democrático Cubano, una empresa casi familiar, donde todo el mundo participa —y cobra— por las actividades que realiza, no es que mantenga un enfoque caduco sobre la realidad cubana, sino que sus actividades se han realizado fundamentalmente con fondos públicos norteamericanos, y que tanto él como otros miembros del Directorio se han expresado siempre a favor de determinados legisladores, figuras políticas y planes de gobierno, en una forma más o menos indirecta de hacer campaña electoral. En esta labor han ido un paso más allá de expresarse en contra del régimen cubano, y de asociar al anticastrismo únicamente con su forma de pensar y conducirse.
Por ejemplo, durante ocho años Gutiérrez y su grupo mostraron un apoyo incondicional a la anterior administración republicana, que siempre se mostró reacia a cualquier tipo de cambio en una política de supuesta “línea dura” hacia Cuba, que no ha producido resultado alguno en favor de la democracia en la isla.
Gutiérrez puede mantenerse aferrado en sus posiciones, pero al mismo tiempo otros también podemos seguir repitiendo que el dinero de los contribuyentes se malgasta cuando se entrega a grupos como el Directorio Democrático Cubano.
Sin embargo, lo más asombroso es cuando éste muestra su indignación por la frase del reportaje en que se afirma que el Directorio ha sido “cuestionado varias veces por el uso de fondos de ayuda a Cuba”.
Una auditoría de la Oficina de Fiscalización del Gobierno norteamericano, brazo investigativo del Congreso, halló poca supervisión sobre los programas de ayuda a la disidencia en Cuba, entre los cuales figuran aquellos por los que el Directorio Democrático Cubano recibió fondos millonarios.
Pero hay más. Varias organizaciones de Miami, en especial el Directorio, han perseguido fervorosamente los fondos que el gobierno norteamericano ha venido dando todos los años, supuestamente para el avance de la democracia en la isla.
El Directorio ha sido acusado de desviar para Miami los recursos para la asistencia a los opositores cubanos que residen en la isla, que otorga la Agencia de Desarrollo Internacional (USSAID).
Estas acusaciones no provienen de instituciones afines a La Habana, ni de simpatizantes de la revolución cubana. Tampoco fueron formuladas en Caracas.
Todo lo contrario. Un informe de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), dado a conocer en mayo del pasado año, mostró que menos del 17 por ciento de los $65 millones invertidos en asistencia federal a Cuba, en los últimos 10 años, se invirtió en “asistencia directa en la isla”.
El grueso de los fondos, indicó el informe, se dedicó a estudios académicos y gastos de organizaciones exiliadas en Miami y Washington.
El informe se hizo eco de las conclusiones de una investigación de The Miami Herald en 2006 y una auditoría de la Oficina de Fiscalización del Gobierno.
Una de las organizaciones que salió peor parada en este informe de la FNCA fue precisamente el Directorio Democrático Cubano.
Sobre estos informes se ha publicado con amplitud en la prensa de esta ciudad, en años anteriores. Con ese historial, yo lo pensaría dos veces antes de darle un centavo a Orlando Gutiérrez. ¿Y usted?