miércoles, 14 de diciembre de 2011

Un logro de Jeb Bush


El Nuevo Herald trae un buen reportaje sobre una gigantesca compañía que gestiona algunas escuelas charter en la Florida. Hay un aspecto que queda fuera de la información. El auge de las escuelas charter se debe fundamentalmente a la gestión de Jeb Bush como gobernador de la Florida.
Bush, hijo y hermano de ex presidentes y con fuertes vínculos con el sector más recalcitrante del exilio cubano, siempre ha estado empeñado en la destrucción del sistema de enseñanza público.
Sus intereses en este sentido han sido dobles. Por una parte, ideológicos. A diferencia de la enseñanza pública, las escuelas privadas no sólo pueden dar clases de religión ―cualquiera que ella sea― sino también utilizar libros de texto fundamentados en cualquier credo y tendencia, más allá de criterios científicos y de imparcialidad académica.
La otra motivación de Jeb Bush es puramente mercantilista: utilizar los fondos estatales para proyectos privados, que se otorgan a un grupo selecto de amigos, simpatizantes y compinches en general.
Esta idea precapitalista siempre ha sido muy apreciada por algunos exiliados cubanos en Miami. Desde pequeños negocios ―la bodega que aceptaba cupones de alimentos para cualquier compra y la farmacia que vendía perfumes a las ancianas a cambio de apropiarse del Medicare y Medicare de éstas― hasta grandes empresas ―de bienes raíces, construcción, alquiler y venta de equipos pesados, servicios médicos, entre otras― una parte de las fortunas de algunos exiliados se crearon en base a pequeños rejuegos y grandes prebendas. Es bueno enfatizar que no todo el capital exiliado depende de esas fuentes, pero llama la atención que quienes vociferan llevar la democracia y el capitalismo a Cuba lo que buscan en realidad es obtener beneficios personales gracias a la creación de un sistema social y político donde lo que rige no es la libre competencia, sino el clientelismo.
Ello explica en parte que algunos de los principales negocios de Miami se vinculan a la industria de bienes raíces y la construcción ―como en la Cuba de Fulgencio Batista― y también ese incesante problema de cualquier expressway a medio terminar, con nuevas carrileras recién construidas pero cerradas a los automóviles y vías que se terminan hoy para romperlas mañana y dar paso a un nuevo plan de ampliación.
En el caso de la enseñanza ocurre lo mismo: poner el dinero de los contribuyentes a trabajar para el lucro de unos pocos. Solo que en este caso hay que ir más allá de la incomodidad en la autopista. En este sentido, desde hace años los republicanos vienen desarrollando una campaña en contra de los sindicatos de educadores, las deficiencias en la enseñanza y la ideología liberal e izquierdista que, según ellos, impera en la mayoría de los maestros y profesores.
El gobernador Bush formó parte muy activa de esa campaña, desde la ampliación de los exámenes FCAT hasta la entrega de vouchers a las escuelas privadas. Aunque hubo aspectos meritorios en el esfuerzo de Bush por mejorar la educación en el estado, ni le pertenecen todos los logros ni es el causante de todos los problemas que aún existen. Sin embargo, hay un aspecto en esa campaña que merece toda la atención, y es el énfasis en tierra arrasada con el cual se llevó a cabo. Los republicanos estaban empeñados ―todavía lo están― no solo en privatizar la enseñanza sino en imponer el estudio de la religión y de una ideología de ultraderecha. Para ello apelaron al lenguaje de la guerra fría y comenzaron a desarrollar un ataque frontal dentro de lo que llamaron ´´guerra cultural´´. No solo los maestros eran malos, sino que estaban ´´envenenando´´ ideológicamente a los alumnos.
Si bien era cierto que la educación en Estados Unidos no era la mejor, y de entonces acá no ha hecho más que empeorar, pese a vouchers y escuelas charter, y los sindicatos de maestros se habían convertido en pequeños o grandes feudos, lo correcto era la mejoría, no la eliminación. Pero al igual que en las rebeliones comunistas, los republicanos estaban empeñando en el todo o nada.
Como suele ocurrir en Estados Unidos ―ventaja y desventaja al mismo tiempo de este país― la victoria republicana ha sido a medias. La educación sigue siendo un problema, se han producido mejoras y algunos han logrado millones a cambio, como se ilustra en este reportaje. El capítulo de pérdidas y ganancias sigue abierto.
Los nexos de Academica con legisladores republicanos de la Florida: aquí

 

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