jueves, 29 de diciembre de 2011

Una lectura necesaria


La mejor síntesis que he leído, sobre la situación política de Argentina en el año a punto de concluir, la ha realizado el profesor Fernando Mires, en su blog POLIS:
´´Argentina, ha experimentado otro cambio político importante. Me refiero a la transformación del peronismo en kirschnerismo. Por cierto, Cristina Fernández dice ser continuadora de tradiciones peronistas, pero estas –si alguna vez existieron- se ven cada vez más lejanas.
Entre peronismo y kirchnerismo hay, por cierto, semejanzas. Entre ellas, la viudez. Mientras el viudo de ayer intentaba reencarnar el espíritu de Evita, la viuda de hoy porta los designios celestiales de Nestor Kirchner. Pues, conociendo al dedillo el carácter mitómano de la política de su país, Cristina, al igual que Juan Domingo, ha divinizado a su cónyuge. Por ejemplo, cuando lo nombra dice “El”. “El” es el presidente en el cielo. Ella, en la tierra de Argentina. Por si fuera poco, los tutti fruttis ideológicos peronistas y kirchneristas son muy similares.
Así como Perón no tenía empacho en declararse fascista, escribir cartas a Mao, apoyar a sus enloquecidos montoneros, y agasajar a grandes empresarios, Cristina hace algo parecido: cultiva cordial amistad con el “imperio”, abre sus manos al capitalismo chino, y para compensar, nombra de vez en cuando a Che Guevara o elogia las horrorosas pinturas de Chávez. No obstante, más allá de similitudes, las diferencias entre peronismo y kirchnerismo son importantes. La más decisiva es que Perón era populista y Cristina no lo es.
Mientras Perón gobernaba escuchando el clamor de la calle, Cristina lo hace desde las pantallas. O, de modo parecido: mientras en Perón lo importante era el discurso, en Cristina lo que importa es el gesto. Mientras Perón nadaba en las masas como un pez en el agua, Cristina se mueve muy fácil entre bastidores. Su habilidad para disolver y contraer alianzas secretas en función de objetivos inmediatos, es asombrosa.
Bajo esas condiciones, el de Cristina Kirchner no será un modelo democrático a seguir, pero tampoco ha caído en el autocratismo de los gobernantes del ALBA. Los intereses de la política argentina son demasiado intrincados como para situarse sobre ellos. En cierto modo –quizás ahí reside el secreto- “ella” siempre deja una puerta abierta para convertir al enemigo de hoy en un amigo de mañana. La terrible enfermedad que amenaza a Cristina Fernández -de la cual hoy me he enterado con mucho pesar- contribuirá sin duda a reforzar el mito de su figura. Puede ser así posible que un día el kirchnerismo se transforme definitivamente en cristinismo´´.
El profesor Mires no solo analiza el año en Argentina, sino en toda Latinoamérica. Vale la pena leer este artículo. Para ello, pinche aquí.

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