sábado, 7 de enero de 2012

Por Michelle


Un nuevo libro sobre Barack y Michelle Obama retrata las tensiones e incomodidades de la primera dama en la Casa Blanca, y sus frecuentes choques con los consejeros del presidente de EEUU, informó The New York Times y recoge en un cable la agencia Efe.
Es probable que esta información sea explotada por las emisoras de radio de Miami. Aunque a lo mejor ni siquiera llegue a ser comentada el lunes. Si hay una figura que supera a Barack Obama en el resentimiento, el odio y el racismo de la ultraderecha del exilio histórico de Miami es la esposa del Presidente.
En lo personal, prefiero a esta mujer voluntariosa y con criterio propio a la boba de Laura Bush, que no llegó siguiera a consagrarse como esposa modelo para las lectoras de House and Garden, Good Housekeeping o la revista Hola, o que la astuta Hillary Clinton, que hubiera sido mejor presidente que su marido.
En un adelanto del libro The Obamas, de publicación la próxima semana, la autora Jodi Kantor, expone las dificultades de adaptación de Michelle Obama en su calidad de primera dama.
“Michelle Obama es una esposa solidaria pero a menudo ansiosa, recelosa del pensamiento político convencional, una figura rompedora que ha sentido agudamente las presiones y posibilidades de ser la primera afroamericana en su posición”, indica Kantor, periodista del New York Times.                   
El libro realiza un vívido retrato de las tensiones entre el Ala Oeste (zona oficial y de trabajo) y el Ala Este (zona privada, donde reside la familia presidencial), con Michelle Obama como punta de lanza de estos choques.
“A menudo ella era más dura con el equipo de asesores de su marido que el propio Presidente, llegando incluso a instarle a sustituirlos, y las tensiones crecieron de manera tan grave que uno de los consejeros principales del presidente explotó en una reunión en 2010, maldiciendo a la primera dama”, subraya Kantor.
El relato explica, asimismo, los problemas de la primera dama para asumir su nuevo rol y la constante atención mediática.
“Mientras que el Presidente encuentra Camp David (la residencia de veraneo presidencial) artificial y distante, a ella le encanta porque puede deambular libremente sin curiosos fotógrafos”, agrega Kantor.
No obstante, remarca también el interés de Michelle en apoyar a su marido, y asegura que las tensiones se han ido diluyendo con el paso del tiempo.

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