A veces es muy difícil entender que este país gaste tantos millones en armamento, que mueran norteamericanos y que a la vez se mate a tanta gente de las más diversas nacionales, en una supuesta lucha contra el fanatismo, cuando al mismo tiempo existen tantos extremistas que actúan libremente en esta nación, que lanzan un mensaje de odio y que participan en la contienda para elegir el mandatario de un Estado que cuenta con el poder suficiente para destruir el planeta.
El reverendo Charles Worley expresó en su iglesia bautista de Maiden, Carolina del Norte ―estado que prohibió este mes por referéndum el matrimonio homosexual―, que los homosexuales debían encerrarlos en un cerco eléctrico, y tratados peor que el ganado, a la espera de que mueran.
Ante los fieles, declaró: “Construyan un gran cerco (…), pongan a todas las lesbianas adentro, vuelen por encima y tírenles comida. Hagan lo mismo con los homosexuales y asegúrense de que la barrera sea electrificada, para que no puedan salir… y en algunos años morirán (…) no se pueden reproducir”.
El pastor también afirmó que no votará “por un asesino de niños y un amante de los homosexuales”, una referencia implícita a Barack Obama.
El oscurantismo de estas sectas religiosas, que en la actualidad divulgan sus mensajes por la televisión y la radio, es una lacra que persigue a Estados Unidos desde sus orígenes.
A diferencia de lo ocurrido en otros países ⎯por ejemplo, nadie persiste en establecer tribunales de la Santa Inquisición en las naciones latinoamericanas⎯ aquí no solo han proliferado, sino cada vez adquieren mayor poder político, los grupos religiosos que tratan de imponer una visión del mundo cruel e ignorante. Lo peor es que los más diversos factores ⎯desde leyes fiscales propicias hasta la actual crisis económica⎯ contribuyen a alimentar a un sector parasitario que se aprovecha de la desesperación ajena para su enriquecimiento.
No hay mejor libro, para conocer esa mezcla de puritanismo hipócrita y arrogancia ⎯unido a un temor y rechazo al mismo tiempo del “otro”, lo ajeno⎯ que En la raíz de América, de William Carlos Williams, un escritor libre de acusaciones de comunista y que jamás pretendió convertirse en activista político. Alguien que se limitó a ser un gran poeta y un excelente ensayista.
Williams escribió este libro para comprender mejor la esencia de su nación, con los recursos de la prosa y la poesía como instrumentos de análisis. No es un tratado histórico y mucho menos una obra filosófica, pero supera ambos géneros con agudeza y conocimiento.
“Hay un ‘puritanismo’ —del que se oye hablar, sin duda, pero usted no ha visto cómo apesta todo lo que toca— que ha pervivido desde el pasado y que todavía vive en nosotros. Es una cosa atroz, una especie de sirena cuya cola fuera un cadáver. Es también como algo que permanece, un hedor en una habitación. Esta COSA, extraña, inhumana, poderosa, es como una reliquia de una tribu extinguida cuyas costumbres fueran repugnantes”, le dice Williams a Valéry Larbaud en París.
“… es un fenómeno extraordinario que los americanos, siendo como somos una pura invención, hayamos perdido el sentido de que lo hoy somos tiene su origen en lo que ha sido el país en el pasado; de que es en AMERICA donde radica la fuerza de todo lo que somos y lo que hacemos; que la moral afecta a los alimentos y los alimentos a los huesos y que, en resumen, carecemos de concepción alguna de qué sea la moral, desde el momento en que no reconocemos terreno ninguno como nuestro… y también que esta tosquedad está basada enteramente en la ignorancia que manifestamos acerca de nuestros comienzos…”, agrega en otro momento.
Williams describe a misioneros protestantes dispuestos a “perdonar” a los indios por sus pecados, pero que retroceden aterrados cuando éstos, en señal de agradecimiento intentan cogerles las manos y besárselas. Rechazo que no responde a una actitud piadosa ni a la humildad, sino simplemente al asco.
“No podía soportar [el pastor] que los indios arrepentidos le pusieran las manos encima, como habían hecho los padres católicos del norte, sino que se retiró y les dijo que se dirigieran tan sólo a Dios. ¡Ah!, muy bien, dirá usted. Pero es un gesto muy feo; y es eso lo que ha persistido, ¡el temor al tacto!”, explica Williams.
El fundamentalismo cristiano pasó a un primer plano durante los dos períodos de mandato presidencial de George W. Bush. Lo hizo tras formar una extraña alianza con el sionismo y el lobby judío en Washington. Una alianza que se mantiene, y cuyo fundamento no es espiritual sino político, incluso partidista.
La situación de incertidumbre económica imperante, el desconcierto ante un nuevo orden mundial todavía en cierne, la frustración causada durante décadas por dos partidos políticos que a diario demuestran su ineficacia en las funciones legislativas y de gobierno, junto a cierta debilidad percibida en la actuación del presidente Obama en la esfera nacional de gobierno, hace que de nuevo los factores de extremo vuelvan a desempeñar un importante papel en el proceso electoral. Desgraciado el país cuyos ciudadanos necesitan de pastores como el reverendo Charles Worley.
Para escuchar al reverendo Charles Worley, pinche aquí.