lunes, 25 de junio de 2012

En peligro los blogueros independientes


Hay dos tácticas fundamentales que el gobierno de La Habana, lleva décadas de años empleando contra la oposición pacífica. Una es recurrir a la envidia ciudadana, acusar a los opositores de recibir grandes sumas provenientes de Washington. La otra es considerarlos elementos subversivos, capaces de llevar a cabo o preparar planes destinados a crear el caos, desestabilizar el país e incluso crear las condiciones para supuestos ataques militares.
El primero de estos empeños, considerar a los opositores privilegiados económicos y llamarlos “mercenarios” tiene un objetivo nacional y extranjero. Aquí el dinero es quien hace la diferencia. Una vuelta al fetichismo del dólar, que en cierto sentido tiene su contrapartida en el debate alrededor del embargo y cualquier tipo de medida destinada a ejercer presión económica contra la junta militar que gobierna en Cuba.
Nada más socorrido, para el gobierno cubano, que el intento de encasillar a cualquier manifestación de independencia intelectual o de pensamiento propio como un acto mercenario. La discusión se desvía entonces hacia las razones, válidas o no, que existen tras donaciones, ayudas y facilitación de fondos. Se cae entonces en la discusión interminable del “dinero bueno” y el “dinero malo”. Fidel Castro y el Movimiento 26 de Julio habrían llevado a cabo un proceso de transmutación milagrosa y convertido en “bueno” un dinero entregado por todos los estamentos de la burguesía cubana, ya que estaba destinado a la noble causa del derrocamiento de la dictadura batistiana. Mientras que, por otra parte, todos los fondos provenientes del exterior, que buscan cualquier tipo de cambio a favor de la democracia y el respeto a los derechos humanos en Cuba estaría contaminado por la procedencia de un dinero “viciado”.
Curioso que un sistema que, de sus inicios al presente, ha necesitado constantemente recurrir a un financiamiento exterior, traiga a colación los fondos extranjeros para denigrar al contrario.
Sin embargo, lo más importante en este sentido no son las paradojas del gobierno de La Habana sino su sustentación errónea de cualquier discusión en torno a la ayuda exterior. En un régimen totalitario, que para mayor aislamiento gobierna una isla ⎯en lo que constituye una especie de alianza represiva entre la geografía y la historia⎯, el ejercer este pensamiento independiente de forma pública resulta imposible sin al menos cierta cooperación exterior. Pero lo que es más importante: en este caso estamos hablando de ayuda para la difusión de ideas y opiniones que van en contra de la corriente del pensamiento impuesto desde el poder, no de subversión, y mucho menos violenta, para destruirlo. Esta es la diferencia fundamental.
El tratar de convertir cualquier conducta o idea ajena al gobierno en una falta de reverencia o respeto no es solo una muestra de totalitarismo, sino también un ejemplo de ideología reaccionaria. Una ideología retrógrada que no tiene otra expresión para materializarse que el recurrir a la represión más grosera y burda.
Acaba de celebrarse en Cuba el Festival CLIC, que durante tres días discutió sobre las  nuevas tecnologías de la información y el uso de las redes sociales de internet.
Al Festival asistieron blogueros, escritores, periodistas independientes y activistas. No fue un evento para organizar la contrarrevolución, sino un encuentro abierto sobre medios de información.
Como era de esperar, el gobierno cubano ha catalogado al evento de “subversivo” y en Cubadebate se publicó un editorial ruin, que intenta vincular la celebración en La Habana incluso con actividades de “insurrección armada”. Dice el texto de Cubadebate en una de sus partes:
“Esta maniobra tiene claros antecedentes en la red que construyera en Siria un funcionario del Departamento de Estado de EEUU, utilizada hoy para alentar el terrorismo y la intervención extranjera y que Estados Unidos enmascaró como un servicio para denunciar el maltrato escolar. En Libia los celulares “Thuraya”, especialmente promovidos por EEUU, permitieron establecer coordenadas y ubicar blancos civiles y militares, que ocasionaron incalculables pérdidas a las fuerzas leales al gobierno de entonces”.
Afirmaciones de este tipo son realmente alarmantes. Más si se recuerda que los sentenciados en la Causa de los 75 fueron juzgados por cargos de “actividades subversivas”, en que libros, recortes de periódicos, teléfonos y computadoras fueron las “armas del crimen”. 
Ya ha sido desenmascarada la mentira de que en Cuba el acceso a internet es muy pobre por limitaciones tecnológicas y los altos costos debido al embargo de Estados Unidos. Se sabe que el famoso cable submarino de fibra óptica, tendido desde Venezuela, tiene un uso privilegiado, y es posible que tenga objetivos militares.
Es propio de la naturaleza del sistema el controlar el acceso a la información. Es por ello que quienes intentan al menos ampliar el alcance de estas tecnologías están en peligro. Y hay que estar alerta al respecto. 

miércoles, 20 de junio de 2012

¿Tamaño problema? No, diminuto


Hay un reportero de El Nuevo Herald que suele omitir mencionar a Cubaencuentro cada vez que se refiere a un artículo aparecido en dicha publicación. ¿Rechazo, censura, envidia?

domingo, 17 de junio de 2012

Fidel Castro y su problema chino


A la salida del salón principal del restaurante Quanjude en Pekín hay una gran tarja de bronce que recuerda al visitante una anotación en el diario de Mao Zedong. El Gran Timonel señala que el Quanjude es una gloria de China y como tal debe existir por siempre.
Así que uno respira tranquilo y confiado, porque en la próxima visita a la capital china es seguro que lo estará esperando un suculento pato pekinés, la especialidad de la casa, en el restaurante más famoso del país. El camarada Mao, gran previsor, lo dejó así dispuesto, tanto para naturales como para extranjeros. Gloria eterna a su nombre y gusto culinario.
Fidel Castro ⎯quien por cierto ha comido en el Quanjude⎯ ha decidido seguir tras las huellas de Mao, y presentarnos un pensamiento, una reflexión, una sugerencia diaria. Al menos hasta el momento. Así que no es de extrañar que pronto veamos uno de esos breves mensajes suyos sugiriendo una cafetería, recomendando un restaurante, convirtiendo en plato nacional cualquier asado.
Es curioso que un hombre de largos discursos se limite en la actualidad casi al aforismo, pero no hay necesidad ni virtud en ello.  Más bien un tono oportuno. No sólo un afán de estar en el candelero, sino también de imponer criterios.
Podría pensarse que esta modalidad de mini-reflexiones sería la versión de Twitter adaptada a la mentalidad de Castro.  El mundo del tuit es ajeno a un personaje que ha confundido durante toda su vida la personalidad pública y privada. El Twitter es demasiado individual para él. Pero a la vez es un medio que impone sus reglas, en cuanto a emisión, número de palabras, etc. Y esto tampoco le acomoda. Va a ser breve, pero a su antojo, y no va a enviar nada (los tuits tienen un carácter personal, no importa que sea un ayudante o un agente de prensa quien los cree y oprima el botón), ya que aún concibe el poder bajo la forma de la publicación solemne. No escribe, sino promulga.
Por eso el enorme campo y el limitado espacio de una cuenta de Twitter le es completamente ajeno. Prisionero en la arcadia del mensaje tradicional ⎯aunque Cubadebate haga lo posible por dar otra imagen⎯, se sentirá más a gusto pensando en que es un creador de máximas y no un productor de noticias.
En realidad no es ninguna de las dos cosas. Aquí el mensajero es lo que interesa a los medios de prensa que en el exterior reproducen lo que escribe.
Esto, sin embargo, no debe servir para menospreciar el contenido de estos mensajes, porque tras ellos se encuentra la duda persistente sobre el alcance de esa retirada del poder obligada por la enfermedad.
Bajo el manto de productor de máximas, Fidel Castro ha comenzado la entrega de una serie de expresiones que aparentan encerrar un contenido moral, en que se sintetiza una norma de conducta, sea como consejo a los ciudadanos o en la forma de ejemplos de la actuación de líderes políticos o deportistas. Destaca en ellos esa búsqueda de la síntesis, casi el ideal del haikú.
En esta labor, Castro asume el disfraz de viejo sabio, consejero de la tribu, caudal de conocimientos. Al referirse a los llamados “FC”, aclara: “Estos constituyen un método con el cual trato de trasmitir los modestos conocimientos adquiridos durante largos años y considero útiles para los funcionarios cubanos responsabilizados con la producción de alimentos esenciales para la vida de nuestro pueblo”.
Pero hacernos creer que en su etapa final Fidel Castro ha adoptado la apariencia de monje tibetano en busca de nuevas hierbas o de Mendel del trópico tras las leyes de la genética es un abuso a la incredulidad del más crédulo. Basta leer un par de estas mini-reflexiones posteriores, para descubrir que la validez universal propia de cada sentencia aquí se ha transformado en un juego burdo para influir en la actual situación cubana. 
El 11 de junio de este año Fidel Castro escribe: “El alemán más revolucionario que he conocido fue Erich Honecker”. Aquí se evidencia el carácter reaccionario de Castro. El mandato de Honecker fue particularmente represivo para los alemanes orientarles, que sufrieron los rigores de una Stasi más poderosa. Pero a los efectos de la situación cubana actual, lo más interesante viene después, cuando añade: 
“Me correspondió el privilegio de observar su conducta cuando este pagaba amargamente la deuda contraída por aquel que vendió su alma al diablo por unas pocas líneas de Vodka”.
¿A quién se está refiriendo Castro? Por la época, y por las diferencias de entonces entre los gobiernos de la República Democrática Alemana (RDA) y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), es indudable que se refiere a Mijaíl Gorbachov. Pero la acusación de borrachín a quien cuadra es a Yeltsin. 
Es difícil precisar si este mezclar dos políticos tan disímiles obedece a un desliz o a una actitud soez, aunque resulta totalmente secundario. Lo importante aquí es que Fidel Castro elogia al retrógrado y denigra al reformista. Hay que recordar que Honecker siempre se negó a poner en práctica las reformas que propugnaba Gorbachov.
Más claro aún es el mensaje anti-reformista en el texto que Castro publica el 14 de junio. Al referirse  a Deng Xiaoping dice: 
“Presumía de hombre sabio y, sin duda, lo era. Pero incurrió en un pequeño error.
′Hay que castigar a Cuba, dijo un día′. Nuestro país nunca pronunció siquiera su nombre.
Fue una ofensa absolutamente gratuita”.
¿Por qué lanza ahora esa referencia desfavorable hacia Deng Xiaoping? Más que un ajuste con el pasado es una advertencia al presente. 
No es el único comentario desfavorable a China que ha aparecido en las últimas reflexiones de Castro. El 9 de junio, y tras comentar un artículo de The New York Times sobre el presidente Obama y uso de los aviones no tripulados en la guerra contra el terrorismo, sin motivo aparente cambia para la inclusión de buena parte de un artículo de la BBC, que bajo el título ¿Se desinfla la economía de China?” presenta un escenario de posible crisis económica en el país asiático. Al final, y en un único párrafo, Castro escribe: “Estoy lejos de compartir este siniestro infundio yanki sobre el destino de China”. Pero entonces, ¿por qué lo incluye en un texto que comienza tratando otro tema? Y lo que es más importante: ¿por qué no lo analiza y critica? Sólo ese párrafo oportunista, en que pretende deslindarse de lo que acaba de publicar.
Nunca hasta ahora, desde que supuestamente renunció al poder, Fidel Castro había hecho tantas referencias reiterativas en contra de un pensamiento reformista, que éstas se manifiesten de forma indirecta no les resta importancia, en un país donde es costumbre la lectura entre líneas y la interpretación de gestos.
¿Evidencia todo esto un desacuerdo o disputa entre Fidel y Raúl Castro? Cabe pensar todo lo contrario, que el hermano mayor está protegiendo al más chiquito, para que no lo critiquen por no hacer algo para cambiar la situación del país. Porque ninguno de los Castros es reformista. En Cuba no ha surgido un Gorbachov ⎯por favor, no me vengan con el cuento de Ochoa⎯ ni parece posible que aparezca pronto en el escenario. Cabe la posibilidad de que primero surja un Putin.
En Pekín, 2011. (Foto: Rui Ferreira)
Esta es la versión completa de mi artículo del lunes en El Nuevo Herald, que por razones de espacio tuvo que ser reducido.

jueves, 14 de junio de 2012

¿Cambio o fin de la radio cubana?

El lunes 24 de Noviembre de 1997 publiqué una columna en El Nuevo Herald. Lo que entonces ya se avizoraba en el ambiente es hoy una realidad. Este es el texto de lo que escribí en aquel momento:
Para la radio del exilio ha llegado la hora decisiva. El momento no es de cambio sino de renovación o fin, y todo parece indicar que lo que se avecina es quizá la palabra más repudiada por algunos de los protagonistas del micrófono: una revolución.
Pero no será una transformación para alterar el justo valor de las cosas sino todo lo contrario. Lo que está experimentando la radio exiliada en estos momentos es un proceso de ajuste que terminará por colocarla en su justa dimensión, y que pondrá fin a una función hipertrofiada, que por años cumplió ese medio de difusión más por las condiciones especiales en que surgió ⎯al servicio de una audiencia exiliada en un país con una cultura y un idioma diferentes, y con un marcado carácter militante de lucha política⎯ que por su desarrollo y capacidad orientadora e informativa propia.
Mal o bien, o mal y bien, la radio cubana ya cumplió su papel como factor aglutinador de un exilio monolítico que ha dejado de serlo, y como propagandista de una lucha armada que desde hace años es prácticamente inexistente. Su crisis actual es sobre todo una crisis de identidad, porque ya no refleja la diversidad que caracteriza al exilio actual. Una serie de factores ⎯su propio éxito en un momento dado, lo que atrajo a los grandes inversionistas; la diversificación étnica de Miami; la disminución, por envejecimiento y muerte, de su principal audiencia⎯ han contribuido a su crisis actual. Sin embargo, la razón principal de la debacle es su incapacidad para renovarse: el aferrarse a su imagen tradicional se ha convertido en su talón de Aquiles. El hecho es simple, nos guste o no nos guste, el anticastrismo ha dejado de ser rentable, o al menos tan rentable como antes.
Despojos de un enclave
De The Jazz Singer (1927) a La Bamba (1987), la lección del cine norteamericano es la misma: el triunfo del inmigrante o hijo de inmigrante es mayor a medida que más se integra al país de adopción. Cuando en la actualidad un visitante recorre La Pequeña Habana, asiste a los despojos de un enclave cubano, donde los nombres de los establecimientos pretendieron perpetuar una ciudad perdida. Pero no son ruinas producto del fracaso sino del triunfo. Los logros de los cubanos, su expansión a toda la ciudad, ha significado en parte la pérdida de una identidad estereotipada y generalizada. El comercio o negocio que nació orientado a brindar servicios a sus compatriotas recién llegados se ha convertido en parte de una red más amplia, sobrevive gracias a otros inmigrantes, posiblemente provenientes de otros países, o desapareció. Estos cambios han afectado a la radio cubana, no sólo en su base de anunciantes (como los enfermos, ésta cada vez depende más de los servicios médicos, y en última instancia del Medicare y Medicaid), sino también en su audiencia: en su mayoría, tanto los nuevos inmigrantes como los hijos y nietos de los que llegaron primero no se ven reflejados en estas emisoras. Pero más que nada, la radio del exilio ha sido víctima de su propia soberbia, al pretender imponer una visión idealizada de la Cuba de los años 50 en la amplia gama de refugiados que en la actualidad viven en la Florida. Algún que otro programa, como el de Agustín Tamargo, constituye la excepción de la regla, pero por la cultura, la vitalidad y la independencia de su director.
Mundo irreal
Hasta hace pocos años, varias emisoras del exilio vivían en un mundo irreal: podían permitirse el lujo de enviar corresponsales cuando surgía un conflicto internacional, al igual que las grandes cadenas periodísticas; nunca se detenían mucho en las diferencias imprescindibles que existen entre una información y una opinión; fabricaban rumores y manipulaban a su antojo a los oyentes; eran capaces de organizar en breves horas actos de repudio a diversos artistas según los consideraran favorables o no a su línea de pensamiento e imponían candidatos políticos.
La radio fue ⎯y todavía será por un tiempo⎯ la gran fuente de catarsis, donde se descargan odios, envidias, frustraciones y todo tipo de ansiedades en un exilio demasiado largo. Por muchos años, trató de acomodar las noticias sobre Cuba a su conveniencia, y atacar al mensajero cuando el mensaje no era de su agrado.
Era agradable oírla: el fin de nuestras vicisitudes como exiliados estaba cerca y aquello se hundía irremediablemente: en parte acertaban, pero al final la victoria ha resultado sorpresiva e imprecisa y el triunfo final sobre el castrismo es una larga agonía.
Todo esto está cambiado, y ello no significaba una conspiración en contra del exilio o una pérdida de poder de los cubanos. Es más bien otro reflejo de lo logrado por una comunidad que, tanto en aquéllos que desean asimilarse como en quienes quieren conservar su identidad, se independiza del control de unos pocos que pretendieron ⎯y aún pretenden⎯ dominarla a su antojo. Es parte de una crisis de crecimiento, en un medio que irremediable, con el tiempo ha tenido que convertirse en más profesional y menos dogmático.
En el futuro la radio cubana no sólo expresará los intereses e ideales de los que persisten en un enfrentamiento armado con el gobierno cubano ⎯y bienvenidos sean para ellos nuevos maratones⎯ o de quienes hacen de la perorata en contra de Castro el pan nuestro de cada día. Es posible que tendrá programas de orientación anodinos y tontos como los de todas las emisoras radiales norteamericanas, programas deportivos y de entretenimiento. En fin, contribuirá a embobecernos entre jornada y jornada laboral. Es un destino mediocre y poco glorioso para un medio de difusión, pero preferible a escuchar a toda hora esos generales de micrófono y todo ese odio e ignorancia incubados a media noche. Que aún no se han puesto las botas los que tanto arengan a las marchas.



martes, 12 de junio de 2012

El horror, el horror


Cuando el 22 de junio de 1941 el ejército alemán cruzó la frontera de la Unión Soviética (URSS), dio inicio a otro capítulo de la trágica e heroica  historia de la Segunda Guerra Mundial y el exterminio judío. Los crímenes se multiplicaron hasta alcanzar cifras asombrosas, y también los actos de opresión cotidiana y las penurias. Luego, tras la retirada alemana de la URSS y con el avance del Ejército Rojo hacia Berlín, los escritores y periodistas Vasili Grossman e Ilyá Ehrenburg iniciaron la labor de documentar lo vivido por los supervivientes de aquel desatino. El resultado fue un libro que apenas hoy, sólo después de que transcurrieran tantos años, podemos leer en español.
A partir de 1943, cientos de testimonios llegaron a las manos de Grossman y Ehrenburg, procedentes de los más diversos rincones en los territorios que hasta hace poco habían ocupado los nazis. En otros casos, fueron recogidos en entrevistas a las víctimas realizadas por los colaboradores de la obra. Incluso se creó una comisión, formada por decenas de escritores y periodistas encargados de seleccionar y editar lo que contaban quienes habían presenciado crímenes de una magnitud y crueldad única. Toda aquella magna enciclopedia del horror comenzó a  engrosar un libro que perseguía un objetivo muy específico: conocer los horrores y castigar a los culpables.
Los autores aspiraban a poner El libro negro en las manos del fiscal soviético que participaría en el juicio de Núremberg.
Ello no ocurrió. Tras una primera autorización, Stalin mandó a destruir la obra. Incluso varios miembros del comité judío soviético fueron fusilados. El libro no llegó a las impresoras y tampoco a Núremberg. Hasta hubo un intento de destruir todas las galeradas, que afortunadamente no se materializó porque copias dispersas escaparon a los censores.
El libro negro fue otra de las víctimas del antisemitismo imperante en los últimos años del gobierno totalitario de Stalin, pero sus vicisitudes no terminaron con el estalinismo. Pese a que se había logrado salvar un conjunto de galeradas, hasta hace pocos años se conocía fundamentalmente en su versión francesa. La edición íntegra en inglés solo apareció en 2003.
Con el tiempo creció la leyenda alrededor de esta obra, salvada según unos por puro milagro y de acuerdo a otros por el empeño de quienes habían laborado en ella. De esta forma, fueron apareciendo fragmentos y ediciones parciales. Hubo una edición en Rumanía y otra en Jerusalén en 1980. En ruso no se publicó hasta 1993. Sin embargo, en el Occidente el lector promedio tenía que recurrir a la versión francesa y desde hace unos pocos años a la aparecida en inglés. Ahora, décadas después de su creación, llega en versión completa a los lectores en español.
Esta publicación en español de El libro negro tiene una especial significación. No solo porque se trata de una compilación de primer orden sobre los asesinatos de las tropas nazis contra los judíos, cometidos en Rusia, Ucrania, Bielorrusia, Lituania, Letonia y Estonia, sino porque describe toda esa historia de diversas censuras, omisiones y ediciones parciales. Al mismo tiempo, si bien los autores del libro,  Grossman y Ehrenburg, son dos figuras claves para entender la situación de los escritores durante el estalinismo, es Grossman quien actualmente disfruta de la merecida condición de ser uno de los autores más importantes de la literatura soviética y del pasado siglo en general.
Grossman y Ehrenburg, eran la ´´pareja dispareja´´, basta comparar sus biografías. Da la impresión que fue Grossman el verdadero corresponsal de guerra, el periodista que estuvo en Stalingrado y luego acompaño al Ejército Rojo, mientras Ehrenburg, en los años posteriores a su labor de reportero en la guerra civil española, se convierte más en hombre de comités, misiones y en un mensajero especial. 
Con la censura contra El libro negro extendida más allá de la época de Stalin y su antisemitismo, Grossman no pudo hacer nada, incluso sus obras más importantes, Vida y destino y Todo fluye,  fueron censuradas bajo el mando de Jruschov. Pero Ehrenburg se encontraba en una situación diferente, viajaba libremente al extranjero y era una figura soviética de fama internacional. Pese a lo que algunos consideran cobardía y otros colaboracionismo, su compromiso con la publicación de El libro negro fue firme y se prolongó, al menos, hasta poco antes de su muerte, ha afirmado Jorge Ferrer, traductor de la obra.
El Holocausto no fue sólo un crimen político. Fue también un despropósito moral de una magnitud tal que rechaza cualquier comparación. Muchos genocidios se han producido a lo largo de la historia, pero el Holocausto tiene un carácter único, que lo distingue por encima de todos los otros crímenes.
El horror no fue solo el Holocausto y las culpas del exterminio judío no recaen solo en Hitler. El historiador Timothy Snyder sostiene que 14 millones de personas no combatientes fueron asesinadas entre 1933 y 1945 por las políticas criminales de Hitler y Stalin en el este de Europa. En tan sólo 12 años, entre 1933 y 1945, Hitler y Stalin asesinaron a toda máquina en una estrecha franja de tierra poco conocida entonces y que hoy evoca sobre todo bosques convertidos en cementerios ocultos, dolor y muerte. Estas muertes no fueron bajas militares durante la II Guerra Mundial, sino bajas civiles, la mayoría mujeres, niños y ancianos. Víctimas de la ambición y el desatino.
Fotografía: Vasili Grossman con el Ejército Rojo en Schwerin, Alemania, en 1945.

lunes, 11 de junio de 2012

En contra de los gays y a favor de Pinochet


Eladio José Armesto, vice decano del “Colegio Nacional de Periodistas de la República de Cuba en el Exilio” ⎯las comillas son porque de Colegio tiene poco y su representación a nombre de los periodistas cubanos exiliados es nula ⎯ envió una carta para ser leída durante el homenaje a Augusto Pinochet en Chile.
“Si Chile es lo que es, es gracias a Pinochet”, señala la misiva que Armesto dirigió a los presentes y en la que pidió justicia y libertad para todos los ex miembros de las Fuerzas Armadas encarcelados, ante lo cual la concurrencia gritó al unísono “Libertad a Corbalán”, en referencia al jefe operativo de la disuelta Central Nacional de Informaciones (CNI), quien cumple diversas condenas por crímenes contra disidentes a la dictadura, en el penal de Punta Peuco.
En su carta Armesto denuncia que Corbalán Castilla sufre una “injusta prisión vergonzosa por haber defendido la libertad”, pidiendo además “libertad para todos los ex miembros de las Fuerzas Armadas y prisioneros políticos”.
Hay un sector ultraderechista del exilio de Miami que se empeña en mantenerse activo defendiendo las peores causas, desde “exigir” la libertad de anticastristas que cumplen prisión en cárceles norteamericanas, por haber cometido actos terroristas en este país, hasta apoyar asesinos fascistas en Chile.
Armesto, dado a la escritura exaltada y la prosa desbordada de adjetivos, es al parecer el presidente del Festival Internacional del Gran Cine Hispanoamericano ⎯la ultraderecha de Miami parece no tener límites para eso de los nombres grandilocuentes⎯, que premió el documental del chileno Ignacio Zegers, el cual se proyectó en el acto homenaje a Pinochet.
Hay otro título que distingue a Armesto, y es el de ser uno de los activistas religiosos más anti-gay que la comunidad hispana conoce.

Armesto fue la figura principal en una campaña que en 2002 trató de revocar una enmienda a la ordenanza de derechos humanos del condado,  que prohíbe discriminar por orientación sexual. La ordenanza fue ratificada por los votantes de Miami-Dade.
Estos exiliados  cubanos favorables al asesino Pinochet (un tal Joseph Torres, presidente de la juventud cubana en el exilio también participó en el acto) no hacen más que manchar la imagen de la comunidad cubana en Miami y brindarle argumentos al régimen de La Habana. 
Si bien otros exiliados cubanos negaron apoyo al acto de homenaje a Pinochet en Chile, de nuevo ha salido a relucir esa conexión que en una época existió con fuerza entre las dictaduras militares latinoamericanas y el exilio cubano en Estados Unidos.
Hay que destacar también que el partido Cuba Independiente y Democrática y el movimiento Cubanos por la Democracia, con sede en Chile, negaron el sábado haber manifestado su apoyo al homenaje y expresaron su rechazo a cualquier vinculación con éste.
Los asesinatos y las torturas trascienden las ideologías. Lamentablemente en esta ciudad algunos aún no le entienden así, y simpatizan lo mismo con terroristas que con criminales.

Demandas millonarias y tambores de guerra


Siempre me pregunto si alguien se detiene a pensar que el resultado final de la lucha entre ‘’el heroico pueblo vietnamita’’, según se repetía en La Habana, y ‘’nuestros muchachos’’, los también heroicos marines estadounidenses ―de coraje y consumo de marihuana demostrados―, de acuerdo a los exiliados históricos de Miami, se resume en la actualidad en un viaje al supermercado, donde se adquieren unos camarones a sobreprecio, cultivados en granjas y cuyo sabor más cercano es el de una bolsa de plástico cocinada en una marmita durante horas, y luego puesta a congelar.
Hay muy pocos enfrentamientos armados inevitables. La mayoría de las guerras, zonas de tensión internacionales, conflictos de baja o alta intensidad y confrontaciones de todo tipo obedecen a intereses y ambiciones, la actuación de políticos deshonestos o simplemente prejuicios e ignorancia.
Como afirmó E.M. Cioran, la Historia no es más que un desfile de falsos absolutos, una sucesión de templos elevados a pretextos.
Para las naciones, la justicia y el desarrollo marchan casi siempre por caminos opuestos. La estabilidad y mejora del nivel de vida de los ciudadanos se logra, en muchas ocasiones, a través de las vías más mediocres y menos gloriosas. Los japoneses han dejado atrás el rencor por los millares de inocentes muertos en los bombardeos a sus ciudades durante la II Guerra Mundial. No se trata del simple olvido ⎯aunque en muchos casos esto es lo que ocurre⎯ sino de sustituir el rencor por la memoria y el análisis de lo ocurrido.
Los negocios no tienen ideología. O tienen simplemente la ideología de hacer negocios, sin detenerse en otro tipo de razones. No es un problema de partido político. Si durante el mandato de George W. Bush las principales compañías que se beneficiaron con contratos en Irak fueron las de los mayores contribuyentes al Partido Republicano, es porque ese partido estaba en el poder entonces. Nada garantiza que los demócratas no hubieran hecho lo mismo. Tampoco Estados Unidos es el único país que ha hecho negocios con dictadores.
Un artículo de la AP de 2008 explicaba que miembros del Congreso habían invertido colectivamente $196 millones en compañías dedicadas a hacer negocios con el Departamento de Defensa. Según un estudio de un grupo no partidista, los congresistas habían ganado millones desde el inicio de la guerra de Irak.
Se trataba de miembros de ambos partidos, algunos con cargos importantes en comités u ocupando funciones de dirección. Entre ellos se encontraba el senador demócrata John Kerry, el senador independiente Joseph Lieberman y el coordinador republicano de la Cámara Roy Blunt. Nada indica que, salvo algunos nombres, esta situación haya cambiado cuatro años más tarde, ahora que nos enfrentamos a una nueva elección presidencial.
En fecha reciente, el aspirante a la candidatura presidencial republicana, Mitt Romney, buscó sacarle lasca a la represión en Siria, y aprovechó la oportunidad para criticar la política exterior de Obama, al intentar mostrarlo débil e indeciso frente a una violencia que lleva más de un año.
Si algo no ha sido Obama es débil en política internacional. La ejecución de Bin Laden es sólo una muestra de ello.  Otra lo es la muerte reciente del número dos de Al Qaida, el libio Abu Yahya al Libi. El actual mandatario estadounidense ha demostrado en múltiples ocasiones la capacidad de trabajar con los líderes mundiales para solucionar conflictos internacionales, y no practicar una política de golpe y porrazo, como en los comienzos del siglo pasado, al gusto del expresidente George W. Bush.
No es mostrarse partidario de la sanguinaria dictadura de Bashar Ashar o del gobierno totalitario de Raúl Castro. Es tener la decencia mínima para no tratar de sacar beneficios personales de ambas situaciones. La población estadounidense está cansada de guerras que comienzan bajo la bandera de una buena causa y terminan con miles de muertos, gastos de billones de dólares y el resultado de una situación política inestable. 
Por supuesto que nada de lo anterior detiene a los que en Miami y La Habana intentan eternizarse en la retórica de la guerra fría. 
Con una irresponsabilidad absoluta, en la Florida se aprobó una ley estatal que prohíbe a los gobiernos locales contratar empresas que tienen lazos comerciales con Cuba y Siria. Ya hay una demanda en su contra. Curiosamente, el abogado que representa a la compañía demandante, la firma de construcción Odebrecht USA, es Raoul G. Cantero III, un exmiembro del Tribunal Supremo de la Florida ⎯nominado a ese puesto en el 2002 por el entonces gobernador Jeb Bush⎯ y nieto del ex dictador Fulgencio Batista.
La ley que se debía establecerse en este estado es otra. Una que obligue al gobernador y a los legisladores a pagar los gastos de corte y abogados en el caso de leyes frívolas, patrocinadas por políticos demagogos y destinadas a ser impugnadas en las cortes.
Sin embargo, el cambio fundamental debe ocurrir en el comportamiento del votante estadounidense. El impulso pueril a votar por el candidato que mejor luce ante las cámaras o, en el caso del exilio cubano, el político que afirma que va a lograr el fin de la dictadura castrista. El guiarse por unos anuncios políticos machacones como parte de la indolencia que acarrea toda democracia. Una indolencia que contribuye a la riqueza de pocos y a la miseria de muchos.

Un mal desayuno


No comprendo que, con su menguado número de reporteros y lo limitado de su espacio noticioso, El Nuevo Herald le dé cobertura a los desayunos que mensualmente celebra el Cuban American Patriots and Friends, un grupo que , según su coordinador cuenta con “200 miembros y amigos”, cifra que por supuesto no ha sido verificada de forma independiente.
El coordinador del Cuban American Patriots and Friends es Emilio Izquierdo, un personaje bocón y desagradable dentro del exilio cubano de Miami, siempre a la búsqueda de alguna forma de destacarse con asuntos de poco importancia, pero que desde el punto de vista emocional despiertan la atención y provocan debates, como fue años atrás la presencia de un libro infantil en las bibliotecas púbicas de Miami. 
Izquierdo tiene la tendencia de insultar y lanzar groserías contra quienes no comparten sus ideas, pero por supuesto eso no limita sus aspiraciones a convertirse en líder comunitario, mucho menos en Miami.
En un año electoral, nada mejor que este tipo de grupo para los republicanos ⎯que hay que reconocer que Izquierdo tuvo la precaución de crear hace un año⎯, así que seguro oiremos mucho más de los Cuban American Patriots and Friends, nombre, por cierto, nada original.
Entre los asistentes al desayuno de los “patriotas” se encontraba el congresista David Rivera, que aprovechó la ocasión para hacer campaña a favor de su proyecto de modificar la Ley de Ajuste Cubano.
Dice el Herald: “La ley, aprobada en 1966, provee residencia permanente a cubanos que huyen de la isla, al año y un día de haber residido en Estados Unidos. A los cinco años, los cubanos son así elegibles para solicitar la ciudadanía. Pero este privilegio de asilo político ha sido abusado últimamente –dijo Rivera– por personas que vienen a los EEUU para recibir asistencia social y que luego viajan entre Cuba y este país con regularidad”.
A continuación, el periódico agrega una cita del congresista Rivera: “Si vienen aquí pidiendo un asilo político y vuelven a Cuba inmediatamente, están violando el espíritu, si no la letra, de la ley”.
El problema con esta información publicada en el periódico local es que es errónea. Asociar la Ley de Ajuste Cubano con el otorgamiento de asilo político es una falsedad que se repite con impunidad absoluta en esta ciudad.
Es cierto. La Ley de Ajuste Cubano es un privilegio para los exiliados cubanos. Una anomalía de la época de la guerra fría, al igual que otras anomalías que aún existen porque el gobierno cubano ⎯que al igual que Rivera, pero con mucha más antigüedad, está en contra de la ley⎯ es el último refugio de ese pasado, y hasta que no cambie realmente la situación en Cuba veremos anomalías peores que la Ley de Ajuste Cubano, como a un personaje como David Rivera en el Congreso federal y a otro como Emilio Izquierdo apareciendo en las páginas del principal periódico de esta ciudad. 
La mayoría de los beneficiados por la Ley de Ajuste Cubano no entran a este país como refugiados políticos, no solicitan acogerse a ese estatus y no tienen el menor interés en que se les considere exiliados políticos.
Estados Unidos admitió como refugiados a 2,920 cubanos durante el pasado año, la quinta nacionalidad con mayor cantidad de casos protegidos por persecución política o miedo a represalias en su país de origen, de acuerdo a una información brindada en el blog Café Fuerte.
Durante la presentación del proyecto de Rivera, en el subcomité de Inmigración de la Cámara de Representantes, la congresista por California Zoe Lofgren, la principal demócrata en el subcomité.
Lofgren opinó que la residencia permanente obtenida a través de la Ley de Ajuste Cubano no se limita a refugiados políticos.
“Si vienes a Estados Unidos como cónyuge de un residente permanente puedes esperar mucho tiempo para recibir la residencia permanente, pero si eres cubano la obtienes en un año”, precisó Lofgren.
 “Los que dicen que la Ley de Ajuste Cubano es solo para refugiados, le están enviando el mensaje a los cubanos con parientes en este país de que tienen que hacer la fila como cualquier otro inmigrante”.

Lofgren recordó que durante el año fiscal 2011, unos 18 mil cubanos se beneficiaron de la Ley de Ajuste Cubano como inmigrantes con vínculos familiares, mientras solo 2,920 fueron admitidos como refugiados, de acuerdo a otra información también aparecida en Café Fuerte
Café Fuerte también explica que, según el Informe Anual sobre Refugiados y Asilados 2011, divulgado recientemente por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), la cifra de cubanos beneficiados por el programa especial para refugio (USRAP) es la más baja en los últimos ocho años.
Respecto a Cuba, bajo el estatus de refugiados son admitidos fundamentalmente disidentes, ex prisioneros políticos, ex funcionarios y ex militares hostigados por el régimen, y médicos y otros profesionales de la salud en misiones internacionales, que desde agosto del 2006 están amparados por el programa especial para desertores en un tercer país, también de acuerdo a Café Fuerte.
Es decir, que la mayoría de estos refugiados políticos no regresan de inmediato a Cuba, sea por convicción, temores o simplemente por el hecho de que el gobierno cubano les niega la entrada, como ocurre con los médicos desertores.
En realidad el proyecto de Rivera busca intimidar a los exiliados, para que no viajen a la isla, pero es también una propuesta divisiva, que establece categorías de exiliados ⎯quienes llegaron en los primeros años tuvieron todo su derecho a los beneficios de la Ley de Ajuste Cubano, pero quienes vienen ahora no⎯ y tiene el objetivo de hacer más difícil a los nuevos inmigrantes que se conviertan en ciudadanos norteamericanos, ante el temor de que no voten por él.
Sin embargo, sobre estas cuestiones no se alerta en esa ciudad, un sitio al parecer apropiado para que Rivera e Izquierdo mientan impunemente.

domingo, 10 de junio de 2012

Exiliado cubano participa en el homenaje a Pinochet


Entre los oradores internacionales al homenaje a Pinochet en Chile  hubo un cubano: Joseph Torres, presidente de la juventud cubana en el exilio.
Al acto también habían sido invitados el alcalde del condado de Miami-Dade, Carlos Giménez; el presidente del senado estatal de La Florida, Anitere Flores; el alcalde de Miami, Tomas Regalado; el senador federal Marco Rubio y el congresista federal Mario Díaz Balart. Sin embargo, no se reportó su asistencia.
Otro de los oradores internacionales fue el español Jaime Alonso, uno de los abogados que presentó la querella contra el juez Baltasar Garzón por investigar los crímenes del franquismo, de acuerdo a la información del diario El País.
El acto del teatro Caupolicán, donde según los asistentes se podía percibir el efecto de las bombas lacrimógenas del exterior, arrancó con un discurso de uno de los nietos del dictador, Augusto Pinochet Molina. Luego han subido al escenario los invitados internacionales, entre ellos el exiliado cubano Joseph Torres y el español Jaime Alonso.
 “Estoy convencido de que en Chile hay muchos garzones que hay que desenmascarar”, ha dicho el jurista español, según consignaron los medios locales. También se ha informado de la presencia de Miguel Menéndez Piñar, nieto del ultraderechista español Blas Piñar.
Unos mil incondicionales al dictador Augusto Pinochet han llegado hasta el teatro Caupolicán de Santiago para rendirle homenaje, pese a que en los días previos una decena de organizaciones civiles y políticas solicitaron al Gobierno que prohibiera el acto de enaltecimiento al dictador. 
Por su parte, cientos de manifestantes se reunieron en una plaza cercana para repudiar deforma pacífica el acto.. Ante la imposibilidad de avanzar hasta el teatro, y boicotear el homenaje a Pinochet, un centenar de encapuchados se ha enfrentado durante horas con la policía. 
“Las actuales autoridades ha resuelto estar con la derecha golpista y genocida y por eso nos reprimen”, ha dicho Lorena Pizarro, presidente de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD).
Para asistir al acto había que pagar una entrada que costaba entre 6 y 24 euros. En la sala se ha proyectado por primera vez en el país el documental Pinochet, del realizador Ignacio Zegers, que ensalza la figura del militar y sus 17 años de permanencia en el poder. 
El homenaje a Pinochet ha generado un debate profundo en la sociedad chilena sobre los límites de la libertad de expresión. La AFDD interpuso sin éxito una demanda ante la justicia para que se prohibiera el acto. Los principales dirigentes de los partidos de oposición también solicitaron al Gobierno que lo suspendiera. El Gobierno del presidente Sebastián Piñera, sin embargo, no impidió el acto del teatro Caupolicán, argumentando que en Chile “existe el legítimo derecho a expresarse”. Fueron las palabras del portavoz del Ejecutivo, el ministro Andrés Chadwick, que ha entonado un mea culpa público sobre su posición política durante la dictadura: “Me arrepiento de haber respaldado un Gobierno que violó los derechos humanos”.
De acuerdo con informes oficiales, bajo la dictadura de Pinochet hubo 3.225 muertos y desaparecidos, además de casi 40.000 víctimas de prisión y tortura. Un total de 76 agentes de las fuerzas de seguridad fueron condenados por violaciones a los derechos humanos en Chile. De ellos, 67 han sido encarcelados, según un estudio de la Universidad Diego Portales difundido este fin de semana.
Fotografía: la policía reprime a los opositores a un acto en homenaje a Pinochet en Chile.

Exiliados cubanos niegan apoyo al acto de homenaje a Pinochet en Chile


El partido Cuba Independiente y Democrática y el movimiento Cubanos por la Democracia, con sede en Chile, negaron el sábado haber manifestado su apoyo a un homenaje a Augusto Pinochet convocado para este domingo en Santiago de Chile por partidarios del fallecido dictador, reportó la agencia española Efe.
En un comunicado público, las organizaciones aclararon que no participan ni apoyan el acto, que se realizará en el teatro Caupolicán y cuya convocatoria ha provocado en Chile un debate entre las víctimas de la dictadura y los organizadores, según nota publicada en Cubaencuentro.
Los cubanos en Chile salieron así al paso de los organizadores del acto, que anunciaron la presencia en el mismo de un cubano residente en Miami en representación del exilio.
“Los opositores a la dictadura de Cuba no constituimos una unidad monolítica, existiendo grupos políticos de variadas tendencias y posiciones”, dicen el CID y Cubanos por la Democracia.
Ambas organizaciones aclaran que es lo mismo que ocurre en Chile, donde existen variadas tendencias políticas entre partidarios y detractores de la dictadura de Pinochet.
Asimismo, agregan que Cuba Independiente y Democrática es un partido organizado dentro de Cuba, “comprometido con la democracia y el respeto a los derechos humanos” en la Isla y en el mundo.
Cubanos por la Democracia, en tanto, es una organización de cubanos residentes en Chile, “comprometida con los Derechos Humanos y la democracia en Cuba”, añade la declaración.
El documento precisa, además, que ambos grupos “tienen como principios básicos el Estado de Derecho, el respeto por las libertades individuales y por los Derechos Humanos, sin importar el color político de los Gobiernos”.
“El CID y Cubanos por la Democracia no participamos de actividades de esta naturaleza y rechazamos cualquier vinculación con la misma”, reitera finalmente la nota, firmada por Mijail Bonito Lovio y José Ubando Izquierdo, dirigentes de ambos grupos.

sábado, 9 de junio de 2012

Pinochet, el homenaje y Miami

El homenaje a Augusto Pinochet, programado para este domingo en Santiago, revela el apoyo que un grupo social minoritario pero significativo e influyente sigue prestando en Chile a la dictadura, cuyos crímenes minimizan en pro de una arquitectura institucional y económica que sigue vigente, dice un cable de la agencia EFE, que publica El Nuevo Herald.
Justo cuando se cumplen cinco años y medio de la muerte del dictador, bajo cuyo mandato (1973-1990) murieron 3.200 personas y 38.000 sufrieron tortura o prisión política, dos organizaciones poco conocidas que reúnen a sus fieles han convocado este acto en un teatro de la capital.
“Es el único caso de dictaduras de largo alcance que han cometido crímenes atroces en que hay un porcentaje de la población, minoritario sin duda, pero significativo, que apoya y que se siente interpretada por lo que fue eso”, señala el sociólogo Manuel Antonio Garretón, agrega la información de EFE.
En tanto, el Gobierno, el primero de derecha tras el retorno a la democracia en 1990, señala que no apoya estas iniciativas, pero que los organizadores tienen “el legítimo derecho” a expresar sus opiniones.
Si bien el presidente, Sebastián Piñera, votó en 1988 contra la continuidad de Pinochet en el poder, su coalición agrupa a muchos políticos que entonces estuvieron al lado del dictador y que aún hoy son condescendientes con él.
Lo que no aparece en el cable de EFE ni publica el Herald es la lista de invitados extranjeros al acto, en que se presentará un documental sobre Augusto Pinochet.
Para la exhibición del documental el domingo en el Teatro Caupolicán, la “Corporación Once de Septiembre” cursó invitaciones a diferentes personajes políticos y militares de Estados Unidos, España, Francia y Argentina.
Desde Estados Unidos figuran el alcalde del condado de Miami-Dade, Carlos Giménez; el presidente del senado estatal de La Florida, Anitere Flores; el alcalde de Miami, Tomas Regalado; el senador federal Marco Rubio; el congresista federal Mario Díaz Balart y el presidente de la Juventud Anticastrista, Yasser Torres.
Por su parte, desde el país galo se convocó a la ex candidata presidencial del Frente Nacional de Francia, Marine Le Pen.
Desde España, el presidente del Partido Fuerza Nueva, Miguel Méndez Pinar, y el director de la Fundación Francisco Franco, Jaime Alonso.
Desde Inglaterra se citó a al miembro de la Cámara de los Lores y Visconde de Alamein, David Montgomery, y al integrante de la Unión de Promociones de las FF. AA. De Argentina, Guillermo Cesar Viola.
Por supuesto que la invitación a un acto de esta naturaleza no presupone, ni con mucho, que el invitado aceptará o que está de acuerdo con el homenaje. Hay no obstante un factor de percepción, que ha llevado a los organizadores de la actividad a colocar a políticos y funcionarios cubanoamericanos junto a figuras como Marine Le Pen, Miguel Méndez Pinar y Jaime Alonso. Algo así como un listado de afinidades ultraderechistas internacionales.
La celebración de un acto de esta naturaleza viene amparada por el derecho a la libertad de expresión. Solo que al hablar de este derecho hay que ser consecuente.
Al menos hay dos formas de entender y practicar la libertad de expresión. Una es la que se practica por lo general en Estados Unidos, y que puede resumirse en el derecho a expresar una opinión, no importa lo desagradable y errónea que pueda resultar para pocos o muchos, y al mismo tiempo un derecho igual a manifestarse en contra de ella. Es el juego político de manifestaciones y contra-manifestaciones, que en este país se prohíbe solo en el caso en que esté presente un llamado a violar la ley o una amenaza de destrucción del orden constitucional.
Sin embargo, en un país democrático también pueden existir límites más amplios a la libertad de expresión, sin que ello implique necesariamente una falta de libertades en un sentido general.
Esto es lo que ocurre, por ejemplo, en Francia, donde está penada la negación del Holocausto. 
Por regla general esta segunda actitud ante la libertad de expresión ocurre en naciones donde en el pasado se establecieron regímenes totalitarios, y sea debido a que aún ⎯en un sentido relativo⎯ ha transcurrido poco tiempo, o a cierta debilidad estructural ⎯tanto en lo que se refiere a la sociedad civil como a los fundamentos del ejercicio democrático⎯, el gobierno se siente en la obligación de establecer barreras y no brindar oportunidad alguna para que se desarrollen con impunidad absoluta las tendencias que llevaron al surgimiento de dictaduras totalitarias.
En este sentido, a cada país democrático le toca aplicar el modelo que considere más conveniente, y si Chile considera adecuado aprobar la celebración de este acto, tiene el pleno derecho a hacerlo, así como los pinocheistas a regodearse en su salsa, tal como en ocasiones hacen en Miami los batistianos.
Lo que creo que, de tener el poder, tanto pinocheistas como batistianos no se mostrarían tan generosos, pero eso es parte de su naturaleza. También considero que, en buena medida, los exiliados mezclan ambos conceptos de libertad de expresión, y apelan a la vía americana a la hora de exigir, pero recuerdan el uso europeo cuando tienen que aguantar un discurso contrario. Eso, por otra parte, no deja de ser parte de la naturaleza del cubano: no es lo mismo para mi que para ti.

La comezón del exilio revisitada

A veces en el exilio a uno le entra una especie de comezón, natural y al mismo tiempo extraña: comienza a manifestar un anticastrismo elemen...