lunes, 13 de agosto de 2012

Una mala decisión de campaña


No creo que fuera una buena decisión política  que la campaña de Mitt Romney cambiara la parada tradicional de los candidatos presidenciales republicanos, del restaurante Versailles por el Palacio de los Jugos. Incluso podría interpretarse como un desprecio al exilio histórico de esta ciudad.
Aunque el Palacio de los Jugos fue abierto hace casi cuatro décadas, por lo general recibe un público muy diferente al del famoso restaurante de la Calle 8. La diferencia va más allá del tratarse de dos lugares completamente distintos, a la hora de servir comida y supera a la diversidad en los precios.
La mayoría de quienes vienen a comprar frutas, jugos y una limitada variedad de comida ya cocinada (arroz, chicharrones, carne de cerdo, pollo frito, pescado) en El Palacio de los Jugos no solo son cubanos que han llegado en las últimas décadas a Miami, sino que conservan aún estrechos vínculos con sus familiares y amigos que han quedado en la isla.
Por otra parte, buena parte de los comensales del Versailles son exiliados completamente adaptados a la versión Miami de la vida estadounidense, que mantienen lo que consideran “su cubanía”, pero que son, en lo cotidiano, ante todo miamenses.
Las diferencias adquieren un valor simbólico. Un buen por ciento de los clientes del Versailles son extranjeros, ya sean procedentes de otros países o “extranjeros” procedentes de Miami. Ir al Versailles es como visitar cualquier barrio chino de una ciudad occidental: los platos de comida en representación de una nación. Por su parte, el Palacio de los Jugos, aunque fundamentalmente tiene productos agrícolas propios de la mesa cubana, ofrece una comida más modesta y común, menos definitoria de la cubanía y más definida por lo barato que por lo típico.
Sin embargo, la diferencia fundamental es que el Versailles es el centro de la opinión cubana callejera, el lugar donde van a hacer declaraciones a favor de la “libertad de Cuba” desde presidentes a gobernadores, legisladores, alcaldes y comisionados. El Versailles es, por supuesto, el lugar propio para recabar el voto cubano.
Sin embargo, ahora Romney ha decidido echar a un lado el Versailles.
“La razón por la que vendrá aquí es porque éste es el más reconocible lugar hispano en la comunidad, y es conocido por sus frutas, vegetales y comida latina”, ha afirmado, con un buen grado de exageración, en cuanto a la fama y a la comida, el administrador del Palacio, Jorge de la Lama.
Lugar hispano y comida latina. Por supuesto que el administrador del local no tiene nada que ver con las decisiones de campaña. Hay sin embargo un detalle que convierte a esta percepción en una cuestión vulnerable desde el punto de vista electoral. El alejarse del Versailles podría decepcionar aún más a los votantes cubanoamericanos, quienes componen el 72 por ciento del electorado republicano en Miami-Dade, el mayor condado de la Florida.
Alison Hawkins, portavoz de la campaña de Romney, tiene una respuesta neutral cuando una periodista de The Miami Herald le pregunta sobre las razones para elegir el lugar.
Hawkins señala que no hay ninguna razón particular tras la decisión de Romney de hacer una parada de campaña en El Palacio de los Jugos en lugar del Versailles: “Tratamos de ir a una variedad de lugares para mostrar nuestro apoyo”, dijo Hawkins. “El visitará muchísimos negocios durante la campaña”. Lo importante, dijo ella, es atraer a los votantes hispanos.
Sin embargo, ese interés en los votantes hispanos en general, y no en los cubanos en particular, puede obedecer a otros factores.
Es evidente que en la decisión se deba a que la campaña del virtual candidato presidencial republicano prefiera ir con cuidado en la primera aparición de Romney en esta ciudad, luego que desestimara incluir en la boleta al senador cubanoamericano Marco Rubio.
Aunque no han faltado las declaraciones oportunas, es indudable que hasta las semejanzas entre el senador Rubio y representante Paul Ryan, en cuanto a juventud, carisma y dinamismo, deben de estar contribuyendo a la pregunta de por qué uno y no el otro.
En este sentido la parada del Versailles va a resultar interesante, no por Romney sino por quien lo acompañe. Vale la pena apostar a favor de que en esta ocasión Ryan se quedará en otra parte y Rubio y otros legisladores republicanos cubanoamericanos mostrarán su apoyo.
Romney también deberá estar haciendo sus apuestas, y una probable es que el odio hacia Obama que siente buena parte de la comunidad exiliada en Miami será motivo más que suficiente para que voten por él.
Pero es una apuesta riesgosa. No porque los exiliados cubanos van a votar por Obama tras la decepción de no llevar en la boleta a Rubio, sino por la posible apatía que se pueda generar hacia el aspirante presidencial republicano.
No hay que olvidar que  aunque Newt Gingrich fue derrotado en las primarias del estado, en esta ciudad contó con un buen apoyo entre el electorado cubano.
Para Romney, en estos momentos no se trata de ganar más votos entre los cubanoamericanos. Se trata de no perderlos.

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