Ayer en Miami el candidato presidencial republicano, Mitt Romney, volvió a repetir su idea de establecer un sistema en que los empleadores puedan verificar la documentación de los que contratan, es decir la creación de un carnet laboral. Si no fuera un político tan supuestamente anclado en la ultraderecha, se podría sospechar que lo que trataría de poner en práctica es una ley comunista, y un control cercano al existente en los países totalitarios. Pero bueno, es mejor no crearle más dudas a los simpatizantes del Tea Party, que al parecer no están muy contentos con él.
La cuestión del carnet laboral no es nueva en Romney. La utilizó para explicar las razones por las cuales durante décadas inmigrantes indocumentados trabajaron como jardineros en su mansión. El asunto, que apareció publicado en el Boston Globe, tenía su pequeño agravante, ya que no solo los indocumentados habían trabajado por mucho tiempo en el lugar, sino que continuaron haciéndolo un año después que el reportaje salió publicado, y el entonces gobernador Romney supo que algunos de los que cortaban su hierba no “tenían papeles”.
Hay que aclarar que los hombres no habían sido contratados directamente por Romney, sino que trabajaban en la compañía que brindaba el servicio de jardinería en la mansión del millonario.
Aunque Romney ha cambiado varias veces en lo referente a las propuestas migratorias, algo típico en él, hay dos cuestiones que al parecer siempre ha sostenido.
Una es la existencia de una inmigración educada y si posiblemente adinerada, de profesionales de alto nivel que han sido formados en el extranjero o que quieren fundar empresas en Estados Unidos.
Otra es una inmigración constituida por ciudadanos de cuarta categoría, que desempeñen aquí labores de criados o soldados, y los cuales difícilmente podría llegar a obtener la residencia y la ciudadanía. Estas personas tendrían que “ganarse” el derecho a ser ciudadanos aquí, bajo premisas como pagar impuestos durante un número de años, aunque sin recibir beneficio alguno, o irse del país y entonces después tratar de conseguir la entrada legal. Algo así como los sirvientes en casa de rico, que deben venir solo cuando son llamados, y luego retirarse.
Para Romney, estos inmigrantes hispanos nunca deben ser considerados ciudadanos, sino simplemente criados. Jardineros, por ejemplo.