Una librería española ofrece libros para
llevar de forma gratuita, tantos como pueda cargar el lector. No se trata de un
almacén donde se acumulan rastrojos editoriales. Los libros que cubren sus
estantes provienen de donaciones, hechas no con el afán de quitarse de arriba
algo inservible sino de compartir un producto de calidad. Está en el madrileño barrio de Chamberí, uno de los lugares donde
vale la pena vivir y nunca falta el bar de la esquina que reclama Sabina.
Alguien podría pensar que la librería
Libros Libres es una de esas cosas que inventan los europeos y tanto incomodan
a ciertos estadounidenses, sobre todo si son republicanos. Pero la idea
original no viene de España sino nació en Estados Unidos. El proyecto está
inspirado en The Book Thing of Baltimore, una gran librería gratuita en esa
ciudad norteamericana, según cuenta el periódico español El País.
De tantas noticias sobre política que
aparecen a diario, en ocasiones uno tiende a olvidar que existe gente decente.
Pero es así. El mundo no es solo el candidato presidencial republicano Mitt
Romney o el gobernador de Florida Rick Scott.
Pocas verdades significativas dijo Romney
durante el primer debate presidencial, aunque una se destaca: de ser presidente
va a eliminar los fondos para la cadena de televisión pública PBS.
¿Y qué le ha hecho a este señor Big Bird, para que de pronto
quiera colocarla en la lista de aves en vías de extinción?
Dos cosas muy sencillas. Por décadas en
el ideario republicano más reaccionario PBS no ha sido más que un despilfarro
de dinero, donde se hacen programas tan inútiles como aquellos que denuncian la
corrupción corporativa, las violaciones de las grandes empresas a la
legislación vigente, la corrupción detrás de la Guerra de Irak, los cambios
climáticos y la destrucción del medio, entre otros.
El segundo aspecto que lleva a Romney a
rechazar la televisión pública es el desprecio que el candidato republicano
tiene por la cultura.
Alguien que durante su juventud marche a
París con el objetivo de lograr que los franceses dejen de tomar vino, y no se
arrepienta de ese malgasto de años de vida, no solo está incapacitado para
aspirar a la presidencia de este país, sino también al cargo de administrador
del bar, digo del supermercado, de la esquina.
Sin embargo, en sus últimos discursos
Romney ha decidido dejar detrás a Francia, un blanco favorito del republicano
grosero, y hablar de los males que afronta la sociedad española actual. Los
señala como un peligro del cual él salvaría a Estados Unidos.
Una vez más, miente y tergiversa. La
crisis económica por la que atraviesa España ¾para
hablar específicamente de los problemas de un país y no de la crisis europea en
su conjunto¾ no obedece a un fracaso del programa de bienestar social, sino a
la adopción de las mismas prácticas financieras que produjeron la burbuja
inmobiliaria en Estados Unidos, aquí en Miami sin ir más lejos.
Algo muy distinto fue la incapacidad del
anterior gobierno socialista para enfrentar a tiempo la situación.
El problema de España no fue una
“redistribución” de la riqueza para el otorgamiento de beneficios sociales
imposibles de sostener, sino en gran parte una “redistribución” de la riqueza
en favor de los bancos y los vinculados a la clase política.
Aunque si se va a hablar de semejanzas
con España, en donde éstas saltan es en ciertas tácticas de campaña electoral que
comparten Romney y el actual presidente del gobierno español, Mariano Rajoy.
Este último llegó a la presidencia de su
país no por ser un favorito de los electores, sino por el repudio, justificado
en gran medida, que éstos sentían y sienten por los políticos socialistas.
Una crisis económica profunda y un
elevadísimo desempleo llevaron a los españoles a optar por el candidato del
Partido Popular, pese a que nunca presentó un plan definido de soluciones. Tras
su triunfo, Rajoy se ha aprovechado de la situación para imponer un plan de
austeridad y recortes que buscan reducir y eliminar beneficios sociales. Y, por
supuesto, entre los afectados están los fondos para actividades culturales.
El peligro de que en Estados Unidos ocurra
lo mismo que en España, de ser elegido Romney, no es un temor creado para una
campaña política. Es algo real. Igual que en su momento hizo Rajoy, el candidato
presidencial republicano no se cansa de lanzar promesas, que él mismo sabe no
va a cumplir. Todo con el objetivo de ganar votos.
Mientras tanto, lo único cierto es que,
si sale electo, va a eliminar lo que él considera superfluo, lo cual incluye la
cultura. Ya que no pudo quitarle el vino a los franceses, al menos sueña con dejar
a los niños sin Sesame Street.