miércoles, 28 de noviembre de 2012

La pistola de Dios



Es uno de aquellos casos en que la realidad casi supera la ficción. Uno de los cómics más populares de Estados Unidos se llama “Preacher”. Cuenta la historia de un predicador alucinado que recorre todo el país en busca de Dios y, a punta de pistola y otras armas, busca la purificación de las almas de los feligreses tentadas por el Diablo, de acuerdo a un artículo de Rui Ferreira aparecido en el diario español El Mundo.
La imagen del predicador con un revolver y disparando se encuentra en muchos westerns, pero en ellos el preacher no se dedicaba a dar clases o a propugnar el uso de las armas de fuegos. Simplemente se valía de su revolver como un “instrumento divino” y casi siempre en última instancia. Por otra parte, este predicador solía ser un pistolero arrepentido o cualquiera con un pasado turbio, un fanático o, con mucha frecuencia, un pillo.
Desde hace tres meses, sin que se sepa a ciencia cierta si los predicadores locales han leído los cómics, lo cierto es que han aparecido iglesias cristianas que, para atraer nuevos feligreses, les están ofreciendo cursos de uso y porte de armas de fuego, agrega la información. Son cursos de 10 horas, impartidos acorde a las reglas de los estados donde se encuentran las iglesias y que, al final, otorgan al nuevo feligrés una documento que le permite ingresar armado al templo y pasearse a sus anchas por todo el pueblo con el arma a la cintura.
El predicador Jeff Copley, de la aldea de Marengo, en Ohio, dice que es difícil de encontrar a alguien dentro de nuestra congregación que no dispare de alguna forma.
La decisión de Copley no es única. Por todo el país, principalmente en zonas rurales de estados como Carolina del Norte, Florida, Montana y Ohio, decenas de otras iglesias, enfrentadas a una cada vez mayor deserción religiosa, han hecho un llamamiento a las armas para atraer al rebaño de vuelta.
En marzo, el reverendo Ryan Bennett, de la Iglesia Bautista Central de Lexington, en Carolina del Norte, llevó a cabo el primer curso de enseñanza de uso y porte de armas. Desde entonces, lo admite abiertamente, no ha parado. "Queremos atraer más gente y vamos a intentar todo lo que esté a nuestro alcance para lograrlo", dice.
Pero las clases no son sólo una forma de atraer feligreses. En regiones como Texas, donde todo el mundo puede cargar un arma libremente, las clases se están instrumentando como un mecanismo que tiene a los activistas pro inmigrantes con los pelos de punta.
En la Iglesia Bautista Heights en San Angelo, una remota ciudad tejana de 93.000 habitantes, cerca de la frontera con México, las clases comenzaron en junio.
"Nos encontramos como a unos 250 kilómetros de la frontera y tenemos muchas dudas sobre la seguridad de nuestras fronteras y lo que está llegando a nuestras ciudades", dijo el pastor James Miller a la revista de la NRA, la poderosa Asociación Nacional del Rifle, que secunda ampliamente todos los esfuerzos de las iglesias de armar a su gente.
Miller dice que se siente mucho más seguro andando armado y justifica las clases impartidas a los feligreses. Para el pastor es claramente una cuestión de aplicar la 'Ley del Talión', el 'ojo por ojo, diente por diente'. Incluso, un tiroteo dentro de la iglesia.
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