jueves, 6 de diciembre de 2012

Reaccionario



Acabo de recibir un mensaje electrónico que contiene un artículo de José Azel, investigador del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami. Dicho mensaje aclara que el artículo, On Hispanic Voters: 
Battling Spain’s Legacy of Statism, apareció publicado en The Miami Herald, el 24 de octubre de 2012.
La fecha ya indica que el texto fue escrito con un objetivo electoral, lo que no le resta valor pero ayuda a situarlo.
Lo que llama la atención es que, con ese objetivo electoral, se esgriman tantos prejuicios y distorsiones, con el evidente interés de situarse del lado del candidato electoral a la presidencia por el Partido Republicano, Mitt Romney, aunque éste ni se mencione.
Ya de entrada hay que señalar que el rechazo de los electores latinos o hispanos en general a la candidatura republicana se debió a factores muy precisos, entre los que un supuesto fervor a favor del papel del Estado jugó un papel muy secundario, si es que se tuvo en cuenta. Lo principal a señalar es que los hispanos no votaron por los republicanos por el simple hecho de que el Partido Republicano cometió el error de despreciarlos. Durante todo el proceso de la elección primaria, los aspirantes republicanos compitieron a ver quien adoptaba posiciones más fuertes no solo contra la inmigración ilegal, que en la actualidad se resume en los inmigrantes indocumentados procedentes de Latinoamérica, sino de rechazo en general a todo lo que significara una mayor presencia latina en Estados Unidos.
Aclarado esto, el artículo desde el principio tenía muy pocas posibilidades de cumplir objetivo alguno, pero vale la pena detenerse en algunos de sus puntos.
Azel prácticamente equipara a la filosofía neoliberal con el pensamiento de los Padres Fundadores. ¿Cómo lo logra? A base de saltos que no perdonará el azar y con párrafos como el siguiente:
The sociopolitical heritage from Spain and the post-colonial experience of Latin America has engendered in the Hispanic-American population an understanding of the role of government significantly different from the principles of limited government and imprescriptible rights embraced by the Founding Fathers. Thus classical liberalism, or libertarianism in the contemporary American coinage, does not come naturally to Hispanics.
En primer lugar, hay importantes diferencias entre el pensamiento liberal clásico y el neoliberalismo o ideología libertaria, que el investigador prefiere pasar por alto y echar todo en un mismo saco.
Sin embargo, lo fundamental aquí es que el  articulista asume que esta ideología representa la esencia de lo que podría llamarse la idiosincrasia ideológica estadounidense.
No es así. Azel, que por su nombre y apellido no parece ser descendiente de los Padres Fundadores o de los peregrinos del Mayflower, olvida no solo que esta nación está formada por diversos grupos migratorios, los cuales han aportado diversas culturas e ideas económicas y políticas, sino que el auge del neoliberalismo se produjo a partir del mandato del ya fallecido presidente Ronald Reagan, y es una corriente política e ideológica más, no una filosofía de Estado. Pensar lo contrario equivale a decir, en otra época, que el llamado marxismo-leninismo era la razón de ser de Rusia, y no la justificación ideológica de la Unión Soviética. Por suerte, Estados Unidos no está condenado al neoliberalismo.
Sin embargo, donde el investigador del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos muestra más sus prejuicios es en el párrafo siguiente:
The Hispanic collectivist and statist political tendencies are even more markedly present in societies that have lived for extended periods of time under totalitarian rule. For the Cuban people, in particular, the experience of living for more than a half-century under a totalitarian regime, and under the constant bombardment of Marxist-Leninist rhetoric, means a legacy of a civil society unprepared for the responsibilities demanded of a citizenry in a liberal democracy and a competitive market economy.
Un conocimiento mínimo de la situación actual cubana habría impedido escribir un párrafo así. El florecimiento en la isla del pequeño comercio, el trabajo por cuenta propia e incluso el “timbiriche”, en medio de las condiciones más adversas, echa por tierra el asumir el prejuicio de que décadas bajo la influencia de un supuesto bombardeo retórico de marxismo-leninismo significa un legado que lastra a la ciudadanía, a la hora de asumir responsabilidades. 
Esto, además de un insulto a los cubanos de la isla y el exilio, sobre todo a quienes llegaron a este país en los últimos años, resulta falso. Del miembro de la disidencia al dueño del paladar, miles sino millones, desmienten esta aseveración.
Queda entonces al columnista limitarse al dogma:
By definition, a society which seeks to implement collectivist policies cannot be democratic in the sense of guarantying individual freedoms since pursuing socialist egalitarian goals necessitates the coercive action of government.
In today’s highly competitive and interconnected economic milieu, a society seeking to be successful needs to promote the development of the unique talents of individuals. This necessarily leads to people achieving unequal results since individuals differ in ability and interest.
En primer lugar, es la retórica neoliberal la que se limita a señalar “capacidades” e “intereses” en abstracto, en un mundo desigual por condiciones económicas y sociales. Fue el argumento gastado de Romney, que una y otra vez resultó perdedor en los debates, al hablar de las desigualdades, por ejemplo a la hora de poder cursar una carrera universitaria, como si se tratara simplemente de pedir un préstamo al padre o a la familia, y olvidar que hay muchas familias en Estados Unidos que no tienen dinero para prestar.
A lo que hay que añadir que bajo igual demagogia, la mayor parte de los niños del mundo podrían argumentar que los padres ejercen sobre ellos una acción coercitiva, al obligarlos a asistir a clases diariamente, y que el maestro no garantiza su libertad individual, al no permitirle hacer lo que le dé la gana. La democracia en familia tiene un límite, y a veces es muy reducida, mientras que la mayoría de las escuelas no se fundamentan sobre principios libertarios. Pero no por ello las naciones buscan abolir la familia, reducir los horarios escolares y expulsar a los maestros de las aulas. Al menos no en términos prácticos y normales. Quedan fuera los fines ideológicos, que casi siempre son religiosos. 
A estas alturas del razonamiento, al articulista no le queda sino apelar al “Socialismo del Siglo XXI” y otras lindezas, para tratar de embarrar al presidente Barack Obama, también sin mencionarlo, con la acusación de comunista, al menos socialista. Y claro, los hispanos aplaudiendo, especialmente los cubanos llegados en la última década, acostumbrados al tener al Estado como padre putativo. Por supuesto, todo ello pasa por alto el hecho de que, y especialmente en el caso de los cubanos, quienes emigraron hacia Estados Unidos lo hicieron, entre otras razones, para quitarse de encima al padre putativo.
Lo que llama la atención, más allá de una simple columna de opinión, es como en Miami se repite con fervor eso de the less government the better, al tiempo de que en buena medida el desarrollo económico durante años, y muchas de las fortunas del exilio, se forjaron con dinero del Estado norteamericano, otorgado por gobiernos tanto demócratas como republicanos. Quien quiera un ejemplo no tiene que mirar más que para el negocio de los planes de salud, el Medicaid y el Medicare.
Son entonces los cubanos que conforman el llamado exilio históricos tan adeptos a un gobierno cada vez más reducido, o se trata simplemente de no querer que el Estado beneficie a otros.



La comezón del exilio revisitada

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