La pregunta que deben hacerse todos los venezolanos a partir del 10 de enero no es si Hugo Chávez continúa siendo su presidente ⎯vamos a dar por sentado que la interpretación constitucionalista del chavismo es válida⎯, sino quién es su vice.
Resulta bien sencillo. Chávez nombró a Nicolás Maduro como su vicepresidente para el período que termina el jueves, y también lo propuso como su candidato en el caso de su ausencia definitiva. Sin embargo, nada dejó claro sobre la situación que ocurre en la actualidad: el limbo creado por un Chávez que no está muerto pero que no gobierna.
El periodista Leocenis García explica la situación en estos términos, en su columna del semanario 6to Poder:
“Si no se declara la ausencia absoluta el 10 de enero, aunque Chávez no llegue, la Asamblea Legislativa debería proceder a declarar la ausencia temporal del Presidente por un plazo de hasta 90 días, renovables por un periodo igual. El Artículo 234 especifica que las faltas temporales del Presidente serán suplidas por el Vicepresidente Ejecutivo, pero el vicepresidente Maduro cesa en sus funciones al finalizar el período presidencial actual, el 10 de enero, y si Hugo Chávez no asume la presidencia para el nuevo período no podrá nombrar ningún Vicepresidente. Entonces habría que aplicar, por interpretación, el Artículo 233 de la Constitución, donde se apunta que se encargará de la Presidencia de la República el Presidente de la Asamblea Nacional. Dicho de otra manera, Diosdado [Cabello] sería el Presidente encargado, no por 30 días, porque no hay ausencia absoluta sino temporal, sino por seis meses. Si en cualquier momento se declarase la falta absoluta de Hugo Chávez, en ese caso tendríamos elecciones en 30 días, también con Diosdado en la Presidencia. Por cierto, un presidente encargado podría ser candidato a la presidencia. Nada en la Constitución lo impide. De manera que Diosdado tendrá la primera opción, salvo que el comandante Hugo Chávez regrese al poder y nombre a Nicolás como vicepresidente.
Únicamente Chávez podría parar a Diosdado o diferir su ascenso al poder, juramentándose el 10 de enero y ratificando a Nicolás Maduro en la vicepresidencia ejecutiva, y acto seguido declarando su ausencia temporal. De esta forma quien quedaría a cargo de Miraflores sería Nicolás. Lamentablemente, para algunos que sienten más temor que odio hacia Diosdado Cabello, las circunstancias lo llevarán al cargo”.
Al parecer, de momento no va a ocurrir lo que plantea el columnista, aunque es una opción que permanece latente.
Es difícil que antes de un desenlace en lo que respecta a la salud de Chávez se produzca un cisma de poder entre los chavistas, aunque esto depende de cuán larga puede hacerse el estancamiento actual en que el presidente venezolano permanece en una especie de limbo en que supuestamente ni mejora ni empora.
Es por ello que todo indica que la primera batalla del post-chavismo la ha ganado La Habana, con Maduro como su candidato y un Cabello que tiene que ir a pactar a La Habana (desde el momento del viaje ya se sabía de su acatamiento al reparto de poder actual). Pero todo indica que esta solución no es más que un arreglo temporal.
La ilegalidad de un Maduro al frente del Gobierno es algo que afecta no solo a la ciudadanía venezolana sino al propio chavismo. Aún está por verse si el vicepresidente designado se va a tomar en serio lo de presidente en funciones, o va a limitarse a ser vocero de Cuba, del propio Cabello, y a orar un poco diariamente. Ahora, limitarse a ese papel no es solución. Se ha producido cierta evolución que lleva a sospechar que hay algo de eso: que Maduro ni pincha ni corta, solo llora.