Diosdado Cabelllo es la expresión del
fascismo poschavista en su forma más cruda y brutal. Pero no solo eso. El
exgolpista compañero de Hugo Chávez es también uno de los peores enemigos del
presidente venezolano impuesto, Nicolas Maduro. Cabelllo quiere sembrar el caos
en Venezuela, generar más violencia y terminar imponiendo una dictadura de
izquierda sin cortapisas ni tapujos. Quiere ir más allá del autoritarismo de
Chávez y Maduro, e imponer una dictadura militar similar a la que sufrieron
hasta fechas relativamente recientes otros países sudamericanos, aunque de
signo ideológico contrario.
Lo que cuenta aquí no es que Cabello esté
actuando como el enemigo solapado de Maduro. Lo realmente importante es tratar
de impedir que el caos y la violencia se apoderen de Venezuela. En este
sentido, la actuación del diputado Julio Borges resulta ejemplar.
Que Cabello se muestre cada vez más como
un verdadero enemigo para Maduro no es consuelo ni esperanza. Tampoco algo
nuevo. Desde que se supo que era imposible una recuperación de Chávez —pese a
las declaraciones sin sentido que sobre su salud emitían sus miembros de
gobierno— para muchos venezolanos estaba clara esa amenaza. También para el
gobierno de La Habana. Tanto Raúl como Fidel Castro deben haber aconsejado
cautela al nuevo gobernante venezolano, durante la reciente visita de este a
Cuba.
Queda por ver si desde Cuba se pueda evitar
la situación de caos que amenaza a Venezuela. En cualquier caso, todos los
pronósticos no pueden ser menos que pesimistas. No siempre el enemigo de mi
enemigo es mi amigo. Que Cabello termine por lograr el fin del gobierno de
Maduro sería la peor opción para Venezuela. La única esperanza es la actuación
ecuánime que hasta el momento está demostrando la oposición parlamentaria. Las
declaraciones de Borges, tras nuevamente haber sido golpeado y ultrajado, son
de una lucidez y un valor impresionante.
Los organismos internacionales deberían
comenzar a mostrar algo más que una actitud de indiferencia ante lo que sucede
en Venezuela, antes de que la situación empeore aún más. Es lamentable no poder
tener optimismo alguno al respecto.