La presidenta de las Damas de Blanco,
Berta Soler, regresa a Miami, después de su visita a Roma, donde en una
audiencia publica en el Vaticano intercambió un saludo con el papa Francisco.
El 20 de mayo, fecha en la que se celebra la independencia de Cuba
del dominio español, se efectuará un conversatorio en la Torre de la Libertad,
en Miami, donde participarán Soler y la cantante cubanoamericana Gloria
Estefan.
Curiosa esta participación de Estefan: ¿del anticastrismo por
medios musicales o una respuesta sonora tras la visita a la isla de la Beyonce?
¿La fama disquera se lanza a un llamado a la atención de Washington? En todo
caso, el recordatorio oportuno que se hace en el anuncio del acto —“Gloria Estefan, quien
convocó en marzo del 2010 a la gran marcha en apoyo a las Damas de Blanco, hablará
en el evento”— contiene un elemento tentador para los simpatizantes
—asalariados o no— del régimen de La Habana: en dicha marcha participó Posada
Carriles.
En este próximo 20 de mayo, Eduardo J. Padrón, presidente del Miami Dade College, le entregará a Soler la Medalla Presidencial del MDC,
como homenaje a todas las Damas de Blanco, con la inscripción grabada
“Guardianas de la Libertad”, de acuerdo a la información emitida por la
institución.
El acto a celebrar guarda el
mismo formato que otro llevado a cabo, el primero de abril pasado y en el mismo
lugar, donde se le otorgó igual medalla a la bloguera Yoani Sánchez.
Días antes, el 17 de mayo, se
efectuará una cena de gala destinada a recaudar fondos para el Instituto de
Estudios Cubanos y Cubanoamericanos/Casa Bacardí. El cubierto cuesta $100 y la
mesa de diez $1,000. A este acto también está invitada Berta Soler, aunque
su asistencia no está confirmada.
Nueva coincidencia: la cena es similar
a otra que la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FDHC) le ofreció a
Sánchez, y en la que en un principio —y siguen aumentado las coincidencia— al
igual el cubierto costaba $100 (esta cantidad fue rebajada posteriormente, a
petición de la homenajeada, y se redujo al costo exclusivo de la comida).
No dejan de llamar la atención
estas actividades paralelas, realizadas en Miami a una representante de la
oposición pacífica, que está al frente de un grupo que ha alcanzado prestigio
internacional, y a la creadora de un blog famoso en todo el mundo.
Hay también coincidencias en la
labor de ambas activistas, en cuanto a la denuncia de la represión en la isla,
y el realizar actividades no afiliadas a
un objetivo político, pero de la misma manera se suman las diferencias en
cuestiones como el mantenimiento del embargo a la isla —que Soler apoya con
firmeza mientras que Sánchez en una época se opuso frontalmente a éste y en
Miami manifestó una posición más mediatizada al respecto, pero nunca de apoyo. Vale
la pena destacar la importancia de este punto: en Miami el apoyo o rechazo al
embargo estadounidense marca una línea divisoria y erróneamente se toma como
patrón para definir el anticastrismo.
Estas nuevas actividades,
durante la segunda estancia de Berta Soler en Miami, pueden interpretarse como una validación de
las declaraciones de la Dama de Blanco —expresadas durante su primera visita a
esta ciudad— en las que no solo apoyó el embargo sino la prohibición a los
estadounidenses de viajar como turistas a Cuba.
Dentro del panorama cada vez más
amplio que presenta la disidencia en la isla es normal —y saludable— la
existencia de distintas apreciaciones sobre la realidad cubana, los objetivos a
desarrollar para el avance de la sociedad civil y el respeto a los derechos
humanos, así como la diversidad de criterios sobre la posición que deben asumir
los gobiernos extranjeros —en especial Estados Unidos y los países que integran
la Unión Europea. Así que en sentido alguno se insinúa aquí competencia por
parte de las activistas galardonadas.
Sin embargo, aunque en Miami se
ha avanzado algo en la existencia de diversas opiniones dentro del exilio, cabe
la sospecha que se aproveche esta vuelta de Soler a la ciudad para destacar no
solo su actitud frente al régimen castrista, sino también para enfatizar las afinidades
ideológicas que guardan sus declaraciones con lo que podría considerarse la
línea del llamado “exilio vertical”.
En busca de líderes
En los últimos cinco años el
exilio más tradicional de Miami ha tenido dificultades a la hora de encontrar
en Cuba una oposición pacífica con una fuerte afinidad ideológica. Ha sido la
intensificación de un problema que no resulta nuevo.
Cuando el fallecido líder
opositor Oswaldo Payá visitó esta ciudad en 2003 tuvo que enfrentarse con el
rechazo de la llamada “línea dura” del exilio y recibió insultos por la “radio
cubana” de esta ciudad. Por cierto, es bueno recordar que la visita de Payá a
Europa y Estados Unidos tuvo un mayor significado y repercusión internacional
que las que han celebrado o celebran los opositores pacíficos —que ahora pueden
viajar al exterior tras el cambio de la ley de inmigración cubana.
Durante su viaje al exterior,
Payá se entrevistó con el papa Juan Pablo II, el entonces secretario de Estado
norteamericano Colin Powell y con el expresidente mexicano Vicente Fox. En
Miami también se reunió con los grupos y organizaciones del exilio que
expresaban dudas o criterios contrarios a su proyecto Varela, como la
Asociación de Veteranos de la Brigada 2506, Plantados hasta la Libertad de
Cuba, Municipios de Cuba en el Exilio, Junta Patriótica Cubana, Puente de
Jóvenes Cubanos y la Central de Trabajadores Cubanos en el Exilio. Payá además
—y es también es bueno recordarlo— se oponía al embargo estadounidense.
Las recientes visitas de los
opositores cubanos a Miami hay que analizarlas en unas circunstancias muy
específicas: ocurren en momentos en que el exilio tradicional de Miami ha ido
perdiendo tanto capacidad para influir en el futuro de Cuba como potencialidad
para determinar resultados en las elecciones presidenciales de este país. Cada
vez más tiene menor capacidad de movilización y en la actualidad carece de
líderes —como el difunto Jorge Mas
Canosa— tanto aquí como en Cuba.
Tras dos derrotas en las urnas
de sus candidatos presidenciales en Estados Unidos, su nivel de influencia ha
quedado limitado a los legisladores cubanoamericanos de ambos partidos y a la
labor de sus cabilderos. Fuerte poder económico, pero reducida capacidad
política.
Pese a mantener una capacidad
relativamente fuerte para presionar en ambas cámaras del Congreso, si se
compara con otras minorías nacionales, la realidad es que cada vez resulta más
claro que se diluye el poder de este grupo para imponer sus criterios.
Protestas con media docena de ancianos, organizaciones millonarias que de
pronto quedan sin fondos otorgados por el Gobierno norteamericano, disidentes a
los que la radio de Miami cierra los micrófonos, son algunas muestras de su
decadencia.
No resulta extraño entonces que
vaya en aumento la simpatía de este grupo hacia Berta Soler y su gira —que
hasta el momento no llega a constituir siquiera un remedo de la de Payá—, ya
que el otro recorrido más publicitado por la prensa local, el de Yoani Sánchez,
tiene significado y objetivos diferentes.
Que Berta Soler se ha convertido
en la contrapartida de Yoani Sánchez —en cuanto a imagen e identificación
ideológica y política— es algo propio de Miami, ajeno pero entrelazado con lo
que ocurre en Cuba.
Si bien años atrás las Damas de
Blanco desempeñaron un papel importante en la denuncia del encarcelamiento y
las malas condiciones en que se encontraban sus familiares en las prisiones —y
la organización aún mantiene un reconocimiento internacional—, en la actualidad
lo primordial de su función ha quedado atrás y no resulta un actor importante
en la situación cubana actual, como en un momento estuvo a punto de ser, si
bien más como símbolo que como gestor de cambio. Esto, por supuesto, no resta
un ápice a la necesidad de mantener el apoyo al grupo y denunciar por todos los
medios los abusos y atropellos de que son objeto por las turbas castristas. Se
trata, simplemente, de señalar el justo lugar que ocupa y no crear falsas
ilusiones.
No estamos ante un fenómeno
nuevo, sino ante la repetición de la repetición. Mientras tanto, la realidad,
nos guste o no, marcha por otros rumbos. Negarse a verla es vivir en un delirio
permanente. Intentar presentar algunos de estos aspectos es arriesgarse a ser
considerado desde aguafiestas hasta procastrista. Pero ningún insulto impedirá
que ocurra.
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