jueves, 18 de julio de 2013

Cuando la Hoz pierde el martillo



El periodista Pedro de la Hoz la emprende en el diario oficialista Granma contra los nuevos ricos cubanos residentes en la isla, pero a diferencia de otras épocas, donde un artículo de este tipo se concebía como parte de una campaña ideológica, aquí la lucha política ha sido sustituida por un llamado en favor de la cultura.
“Ahora mismo, en estos tiempos y entre nosotros, es posible tropezar con individuos y familias cuya noción de bienestar solo toma en cuenta la riqueza material en detrimento de los valores espirituales. Sujetos para quienes la solidaridad es una mala palabra, el egoísmo una bandera, la mezquindad un escudo y la grosería el único modo de proyección social”, escribe De la Hoz.
El periodista enfatiza en lo que considera un grave deterioro cultural en este sector de la población cubana que, gracias a una serie de medidas que permiten cierto desarrollo legal de la empresa privada, cuenta en la actualidad con ingresos mucho mayores que el resto de la población.
Para ello pone el ejemplo de que, “como lo ético (o mejor dicho, su falta) se revela también en lo estético, a no pocos nuevorricos los vemos vestir marcas y no vestidos; consumir ruido y no música; el sándwich de pierna y la lata de Coca Cola para los hijitos por encima de la merienda escolar; el último grito del videojuego exterminador preferible a la mejor enciclopedia digital. Gnomos de las leyendas nórdicas y muñequitos de Disney adornan casas con chimeneas en el trópico. Los quince cambios de traje en los quince valiendo más que la excursión familiar con las amigas de la escuela”.
De la Hoz realiza un típico ejercicio de oportunismo en este artículo.
Debido a que el “enriquecimiento” de algunos cubanos ha sido a consecuencia de medidas puestas en práctica por el Gobierno cubano, no le queda más remedio que enfocar su llamado de alerta en “el costo ambiental y cultural del consumismo”.
La crítica no es solo tangencial sino de un oportunismo meridiano. Apelar a la cultura a los pocos días de que el gobernante Raúl Castro denunciara precisamente la falta de educación y cultura de buena parte de la ciudadanía es simplemente ponerse a tono, una vez más, con el poder.
Ahí otro aspecto que vale la pena señalar con relación al artículo y la falta de cultura, en este caso cinematográfica.
Antes de describir el comportamiento de los nuevos ricos cubanos, De la Hoz ha recurrido también a una película famosa para fundamentar su argumentación:
“Recuerdo la reveladora metáfora del protagonista de la película El ciudadano Kane, de Orson Welles, una de las grandes obras maestras del cine de todos los tiempos. Aquel hombre que construyó un imperio mediático, que acumuló riquezas sin cuento y compró para su disfrute personal los más estrafalarios tesoros, murió obsesionado por no haber podido descifrar la clave de la única palabra que en su niñez le hizo sentirse ser humano”.
El problema aquí es que o el periodista no recuerda bien la película, o nunca la entendió. El descubrir la clave de una palabra, “Rosebub”, no es una obsesión del protagonista Kane sino de la prensa. Kane sabía perfectamente su significado.
En la cinta la palabra Rosebud juega dos funciones, a niveles muy diferentes. Una es que se trata de una palabra en clave, una especie de broma que irritó mucho a William Randolph Hearst, el magnate periodístico que sirvió de modelo a Welles. No se va a revelar este significado aquí, pero es fácil de encontrar.
El segundo papel, y más significativo de la palabra Rosebud, es servir de guía en el desarrollo de la película, en un doble sentido: como parte de la trama y como metáfora.
A la hora de buscar ejemplos, siempre es bueno un mínimo de documentación.

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