Entre la denuncia de actos represivos en
su contra y el anuncio de planes o propuestas de unidad transita el
estancamiento del movimiento disidente en Cuba.
Las denuncias, en la mayoría de los
casos, tienen que ver con actos y acciones ocurridos en el oriente de la isla.
Por lo general, estas informaciones no pueden ser verificadas de forma
independiente y los reporteros de las agencias de prensa extranjeras no
muestran el menor interés en investigarlas o se ven impedidos de hacerlo. Quizá
todo se reduzca al miedo de hacer algo, o de meter las narices en algo, que
puede acarrearles la expulsión del país.
Tras la liberación de los presos
políticos y su partida para España en julio de 2010, se ha creado un doble
rasero a la hora de cubrir estos hechos. Lo que ocurre en oriente no llega a
los cables y en La Habana sucede bien poco.
Todo ello crea una zona de incertidumbre:
¿hasta dónde son verdaderas las denuncias de hechos represivos que ocurren en
pueblos alejados de la capital, en lugares en que la impunidad de los agentes
del régimen podría estar dada, en buena medida, por su lejanía de los centros
del poder o incluso su aislamiento?
Cabe la duda de si esos hechos que se
denuncian nos llegan en versiones exageradas, incompletas o incorrectas.
El problema es que, en el mejor de los
casos, la táctica represiva puesta en práctica por el gobierno de Raúl Castro
resulta muy eficiente a la hora de implantar el terror: reprimir de forma
limitada, solo lo necesario, pero al mismo tiempo no permitir que se olvide o
se pierda el miedo.
Hasta el momento, el instrumento ha
resultado perfecto en impedir que cualquier protesta, la más mínima, adquiera
un carácter generalizado.
Por su parte, en muchos casos también las
acciones de la disidencia —una forma inadecuada pero práctica de caracterizar
a la oposición— se limitan a planes en
que se plantea acertadamente el desatino que constituye el actual modelo
cubano, pero nada más.
Un ejemplo reciente es un documento dado
a conocer por la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), un grupo del exilio que
cuenta con el apoyo de la Fundación Nacional Cubano Americana. En una declaración, la UNPACU precisó que debe
ponerse fin a la doble moneda y garantizar que el cubano reciba su salario en
la moneda en que se paguen todos los productos y servicios. Por supuesto que
uno está de acuerdo con el planteamiento, ¿y qué más?
“La economía de Cuba es un desastre; el
país ya ni siquiera produce el azúcar necesario. El gobierno quiere dirigirlo y
controlarlo todo, y por eso todo anda mal. El régimen ha convertido a Cuba en
una de las naciones más endeudadas del mundo”, indicó el documento. “Hay que
apoyar la iniciativa privada y la inversión extranjera, con un entorno
legislativo justo, objetivo y universal. Esto provocaría la apertura de la
economía, la atracción de la inversión, y nuevos mercados”.
Todo ello es cierto también. Pero de
nuevo, ¿y qué más?
Se puede argumentar que quien escribe
este comentario tampoco cuenta con un plan para llevar la democracia a Cuba, y
puede enfatizarse que no se le conoce acción alguna en este sentido. Es cierto,
pero no se proclama opositor, disidente y mucho menos patriota. El reclamo a la
UNPACU es válido a partir de que el grupo está enfrascado en una labor de
oposición régimen, y por ello recibe reconocimiento en Miami y la divulgación
de sus actividades por una prensa solidaria en esta ciudad.
Esto vendría a ser la mitad de la
ecuación. La otra mitad radica en la existencia de horizontes alternativos, que
hace que todo residente en la isla lo piense dos veces, y hasta cuatro y cinco,
antes de unirse a un grupo disidente.
La alternativa entre la cárcel y el
esperar la oportunidad de partir hacia Miami define desde hace décadas la
realidad cubana.
¿Existe una salida al respecto? De
momento la única posible parece radicar en una apuesta hacia un futuro
incierto, determinado por la muerte de los hermanos Castro, lo que puede
ocurrir en uno, cinco, diez o más años. Entregar el destino del país a la
biología no deja de ser la ilusión de la impotencia. Pero de momento no se
vislumbra otra.