Miguel Barnet hizo público el llamamiento
al próximo congreso de la UNEAC, informa el diario oficial cubano Trabajadores.
“El etnólogo y escritor cubano Miguel
Barnet, presidente del comité organizador del 8vo. Congreso de la Unión
Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) hizo público en Santiago de
Cuba el Llamamiento al evento, en el cual se destaca que la cultura cubana
tiene deberes ineludibles en medio de los complejos problemas y el momento
crucial que viven la patria y la Revolución socialista”, dice el diario, con
mayúsculas incluidas en palabras que considera clave. No está muy bien
ortográficamente, para un miembro de la Academia Cubana de la Lengua, pero debe
sonar bonito y revolucionario.
“Desde el Mausoleo del Segundo Frente,
lugar donde reposan los restos de la heroína Vilma Espín, junto a los del
artista Antonio Gades, y combatientes de ese frente guerrillero, la vanguardia
artística e intelectual de la nación ratificó el compromiso que le asiste con
la obra levantada y defendida con lealtad y pasión frente a los enemigos de
adentro y de afuera”, agrega la publicación.
Eso de llamar a un congreso de escritores
desde una tumba no suena tan solemne como deben pretender los organizadores.
Más que pomposo es simplemente ridículo. Pero resulta evidente que la UNEAC
sigue aferrada al pasado. Ahora que se ha hecho evidente que Cuba y Corea del
Norte no son de un pájaro las dos alas, pero sí ambos extremos de unos hierros
viejos, el tono marcial no está de más.
“El Llamamiento deja claro igualmente el
interés de los miembros de la UNEAC de aportar
con plena conciencia a
transformar desde la cultura conductas negativas como las indisciplinas
sociales, la marginalidad y el irrespeto a las normas y los valores morales, en
consonancia con reclamo hecho recientemente por el presidente de la nación, el
General de Ejército Raúl Castro Ruz”, de acuerdo a otro párrafo del llamado.
Aquí sí ya el congreso del futuro cae de
lleno en el pasado, y recuerda aquello de transformar a los escritores en
ingenieros sociales. No veo la forma en que un poema, un cuento o un poema
resulten efectivos contra la indisciplina, el irrespeto o la marginalidad,
salvo que se intente convertir al viejo manual de urbanidad y buenas costumbres
de Manuel Antonio Carreño en el canon literario de la isla. Si se tiene en
cuenta que Carreño era venezolano, quizá la idea no resulte tan descabellada.
La UNEAC tiene una magna tarea por
delante para el próximo año, en que se celebrará el evento, que ya desde ahora
se puede vaticinar que será todo una muestra de respeto, cordialidad y buenas
maneras. Se asegura que nadie gritará,, ni siquiera se anticipa que alguien
alce la voz más de lo debido.
Advertencia: hay rumores de una propuesta
para limpiar de malas palabras al archivo de películas cubanas.