lunes, 15 de julio de 2013

Los “vigilantes” en el cine



Hay una película donde aparecen los “vigilantes”, aunque este no es el tema central de la cinta. Se titula Barbary Coast, dirigida por Howard Hawks y con la siempre brillante actuación de Edward G. Robinson. La protagonista femenina es Miriam Hopkins, a la que Guillermo Cabrera Infante injustamente deja de lado al hablar de las grandes rubias del cine.

La película es de 1935 y quizá hace entre 15 y 20 años que no la veo. La recuerdo como un filme excelente. La visión que ofrece de los vigilantes es muy favorable: los presenta como ciudadanos honestos y decididos, que finalmente se deciden a poner orden y terminar con la corrupción, el juego y la prostitución en esa famosa zona de San Francisco. Por supuesto que ello no fue lo que ocurrió, aunque la película desarrolla una complejidad emocional en algunos personajes y cierta ambigüedad moral en ellos que ya para entonces estaba desapareciendo por completo en el cine estadounidense, con una censura más estricta impuesta por la Oficina de Breen, que fue la responsable del control férreo  a todo lo dicho y visto y no el famoso e infame Código de Hays. En realidad, el papel de Hopkins no se aparta mucho del típico personaje femenino del Saloon del oeste americano —ya fuera cantante, jugadora o simplemente dueño del establecimiento, las formas más comunes de opacar su verdadera función de prostituta o matrona— pero quien se roba la cinta es Robinson, con el rol del villano: un dueño de una casa de juego, asesino y corrupto que al final de la película termina en manos de los vigilantes, quienes vienen a juzgarlo, es decir asesinarlo o si se quiere para oídos más recatados y conservadores, simplemente ejecutarlo.

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