Como parte de un intento en aumento de
“recuperar” intelectuales que por años fueron no solo fueron atacados sino
censuradas con rigor por el régimen cubano, la figura de Jorge Mañach continúa
siendo objeto de estudio.
Este afán revisionista —no exento de sospechas
y dudas— tiene un aspecto positivo que no debe ser despreciado: la divulgación
de obras importantes que nunca se debieron suprimir y una mayor comprensión de
valiosos participantes en la cultura cubana.
Si a esto se une que dicha labor de
conocimiento recae fundamentalmente en jóvenes de la isla, hay que destacar lo
que tiene de positivo en su conjunto esta superación del universo cerrado que
por décadas limitó la labor de quienes intentaron —no pudieron a veces, se
frustraron en muchas ocasiones, practicaron un oportunismo vil en otras—
desarrollar el periodismo, la historia, el ensayo y la narrativa.
El periódico Juventud Rebelde trae un artículo del blog de Luis Sexto, quien
bajo el título Mañach
el satanizado publica sus respuestas a una estudiante de la facultad de
comunicación de la Universidad de La Habana, quien realizó una tesis de graduación
sobre Jorge Mañach y la Revista de Avance.
A continuación, algunas de las respuestas
de Sexto:
8-¿Pudo haber estado su periodismo [de
Mañach] en de Avance influenciado por
alguna posición ideológica en particular?
Mañach fue hombre de ideas, de ideología. Incluso, una ideología que
osciló por momentos entre la derecha moderada y ciertas tangencias con la
izquierda. Pero heredamos una visión
satanizada de Mañach. La polémica literaria y política, expresada
candentemente, aunque con brillo, en aquellos
años de los 30 y los 40, incluso los 50, echó sobre el autor de Indagación del choteo una sombra de
reaccionario contumaz. Es decir, que la polémica a la que era tan afecto y su
ironía a veces tan punzante a pesar de
las finezas de su estilo, lo
cercaron con el (des)prestigio de ser enemigo del pueblo y de Cuba como nación.
Transcurrían años muy complicados: Machado, la injerencia norteamericana, la
pobreza, el desempleo, la corrupción
política…
En suma, fue un intelectual políticamente
muy discutido, sobre todo por polémico. Sin embargo, supo adoptar posiciones de
avanzada. Su apoyo a los prisioneros por el asalto al cuartel Moncada, su
trabajo como editor de la primera edición de La historia me absolverá y su
apoyo durante el primer año de la etapa de liberación nacional de la Revolución
de 1959, definen a Mañach como un hombre que supo responder, en momentos
cruciales, a las necesidades de Cuba. Y aunque no podemos pasar por alto
contradicciones y ambivalencias, es legítimo afirmar –y yo rectifico parte de
mis antiguas opiniones- que si no fue un
revolucionario, tampoco un contrarrevolucionario. Su partida a Puerto Rico en
1960 se debió, principalmente, a que se evidenciaba ya la orientación hacia el
socialismo y hasta ahí podía llegar el respaldo de Mañach a los cambios
revolucionarios dentro de su concepción republicanista. No debemos ya aceptar, por tanto, lo que el apasionamiento político de muchos
de sus contemporáneos, tan brillantes como él, nos legaron como definitivos en
medio de la lucha ideopolítica previa a 1959. Me parece que en ese sentido, el
libro de Rigoberto Segreo y Margarita
Segura, titulado: Más allá del mito:
Jorge Mañach y la Revolución cubana (Ed.Oriente, 2012), ha venido a
esclarecer la historia y la obra del autor de Filosofía del quijotismo.
Este estudio coadyuva en considerable medida a quitar de la vida y la
obra de Jorge Mañach los trapos de la demonización. Segreo y Segura demuestran
que muchos de cuantos intentamos explicar a Mañach desde la política obramos en
algún momento como ecos, como víctimas de una tradición peyorativa.
9-¿Fue esta una etapa decisiva en la
consolidación de Mañach como periodista e intelectual?
En efecto, los años 20 y los 30, etapa
también fundamental para el afianzamiento de la identidad y la cultura
nacionales, sirvieron para consolidar el crédito de Mañach como periodista,
ensayista y polemista, más condenado cuanto más polémico. En esos tiempos,
escribió algunos de sus textos definitivos, como Indagación del choteo y su
biografía de José Martí, insuperada hasta hoy en sus calidades estilísticas.
13-¿Su militancia en el partido político
ABC fue un factor que incidió en la opinión negativa que en torno a Mañach se
conformó?
Su militancia en el ABC ha pretendido
definirlo como ultraderechista. Sin embargo, hay que tener en cuenta la verdad
histórica. Si en el pasado se tildó al ABC de fascistoide, no parece, según
demostró recientemente el investigador
Jorge Domingo, que ese partido tuviera tangencias con el fascismo de Mussolini.
Pero, aparte de ello, el militante del ABC fue sucedido por el militante del
partido Ortodoxo de Chibás. Es decir, se precisa situar los actos políticos de
Mañach como un todo, incluso en circunstancias específicas, considerando lo
positivo y lo negativo de sus acciones y sus ideas, y sobre todo el valor
exacto de las organizaciones políticas donde militó. De ese modo evitaremos
juicios parciales que, como sabemos, carecen de objetividad para determinar una
cabal definición .
16-¿Qué factores pudieron haber incidido
en la exclusión de la obra de Mañach después del triunfo revolucionario?
Los factores mencionados. Su postura
equilibrada de derecha frente a la
postura de izquierda. Su capacidad polémica y su talento para zaherir al
contrincante. Indudablemente, el encono político entre unos y otros fue arrastrado
al futuro y lo recibimos como herencia. Muchos se sintieron obligados a
combatir a Mañach. Incluso, aun en 1959, escribiendo a favor de la Revolución,
fue denostado. Hay autores que son polos de atracción para el dardo y la
hostilidad. Tal vez pagó el precio de
ser mucho más que una medianía.
17-¿Ha habido una reinserción de su obra
en los últimos años?
Desde hace más de veinte años, las obras
de Jorge Mañach se han publicado en Cuba: Martí
el Apóstol, Estampas de San Cristóbal
y varios de sus ensayos fundamentales.
También libros de exégesis que han tratado de hacerlo nuestro, como paradigma
de estilo y cultura, a pesar de las injusticias condicionadas por la visión
negativa tradicional con que políticamente lo hemos juzgado. Mañach, ahora, me
parece más nuestro, porque nunca dejó de ser cubano en una Cuba necesariamente
diversa, pero esencialmente patria de todos.