Esto me parece una aberración: una niña
española se encargará de realizar los deberes de verano de la primogénita de
los Príncipes de Asturias, mientras Su Alteza se divierte. Se trata de una
función que se repite todos los años —puede decirse que una tradición— y es una
labor en buena medida simbólica y protocolar. Sin embargo, el concepto en sí
evidencia el carácter parasitario de la monarquía española y de cualquier
monarquía europea.
La madrileña Ana Torrijos, una alumna
aventajada de ocho años de edad, le hará las “tareas”, Leonor de Todos los
Santos de Borbón Ortiz, primogénita de los Príncipes de Asturias, ha elegido al
compañero de clase que se encargará de hacerle los deberes de verano.
En una típica actitud servil, los padres
de la niñas se muestran orgullosos de la elección.
“Hemos anulado un viaje a Orlando que le
hacía mucha ilusión porque no queremos que se nos distraiga. Oportunidades así
solo se tienen una vez en la vida”, explican, y añaden que consideran que haber
trabajado para la Infanta de España es un privilegio para su hija “y sobre todo
una línea en el currículum de la que pocos pueden presumir”.
Menos mal que la hija tuvo una reacción
más adecuada que la de sus padres.
Ana aún no acaba de comprender el alcance
de la situación. “Dice que está cansada y que aún no ha terminado sus propios
cuadernos de verano. Es normal que sienta la presión, pero le espera un diploma
firmado por Su Majestad el Rey”, insiste la madre de Ana de acuerdo a la información publicada en
el diario español El
Mundo Today.
El periódico agrega que la Casa Real ha
agradecido públicamente la entrega desinteresada de Ana Torrijos, cuya
generosidad permitirá a la infanta ocuparse de sus compromisos oficiales
durante el mes de agosto.
“Es una excusa para reforzar los valores de
la solidaridad, el compañerismo y el respeto a la Corona que, lamentablemente,
son poco comunes en estos tiempos”, sentencia la institución en un comunicado.
Aunque en todo esto el simbolismo es lo
fundamental, y no se trata de cargar a una niña de ocho años con un tarea
agotadora ni mucho menos, aquí lo fundamental es precisamente ese simbolismo,
en que una ciudadana española cualquiera le hace la labor a un miembro de la
nobleza. Es decir se destaca un privilegio y se afianza una actitud parásita
desde la infancia.
Si la infancia es la etapa donde se forma
el carácter y la personalidad de un individuo, las casas reales europeas continúan
creando “monstruos”, como llevan siglos haciendo.
En el caso de la infanta Leonor, pese a
su edad temprana ya sabe lo que representa el poder: ha pedido que le corten la
cabeza a otro niño.
En octubre de 2011 la primogénita de los
Príncipes de Asturias solicitó fervientemente al rey don Juan Carlos que
iniciara cuanto antes los trámites pertinentes para proceder a la decapitación
de Sergio Torrijas, de 6 años de edad, que compartía pupitre con Leonor en el
colegio Santa María de los Rosales. Al parecer, el niño lleva meses fastidiándola.
Los padres de Sergio Torrijas le rogaron a
la Casa Real que no se exagerara “una circunstancia molesta pero al mismo
tiempo muy normal cuando se tienen seis años”. Sergio, que podría no haber
comprendido aún el significado del término “decapitar”, siguió llamando “puta”
a la infanta Leonor.
¿Juegos y peleas de niños? Sí, pero los padres
de Sergio decidieron que éste se ausentara por un tiempo de la clase, y aseguraron
que el pequeño sufría un resfriado y fuertes dolores de cabeza.
Por supuesto que esto es broma. Lo único serio es que considero las monarquías parasitarias. La clave está en la última línea, con lo de los dolores de cabeza. Que el niño ha comenzado a sufrir dolores de cabeza. Eso no está en el mundo today, es de mi cosecha. Claro que si a uno le dicen que le van a cortar la cabeza, lo más posible es que le empiece a doler
Por supuesto que esto es broma. Lo único serio es que considero las monarquías parasitarias. La clave está en la última línea, con lo de los dolores de cabeza. Que el niño ha comenzado a sufrir dolores de cabeza. Eso no está en el mundo today, es de mi cosecha. Claro que si a uno le dicen que le van a cortar la cabeza, lo más posible es que le empiece a doler