Los vecinos se quejan de que muchos
jóvenes y niños no pueden jugar pelota
en un parque de Hialeah, porque la admisión cuesta $300. Los campos de béisbol
del parque Benny Babcock, el más antiguo y popular de Hialeah, han sido
privatizados. Pero esto no es noticia, porque la privatización ocurrió hace dos
años. Lo que llama la atención es que el hecho salga a relucir ahora.
Varios vecinos del Babcock y activistas
de Hialeah han manifestado su descontento por la privatización del parque que hace
dos años fue cedido a El Duke Sports Association, LLC, la empresa de Orlando “El Duque” Hernández, informa El
Nuevo Herald.
En agosto de 2011, el alcalde Carlos
Hernández suscribió un contrato que le otorgaba el uso de estos campos a El
Duque para abrir su academia, agrega la información.
La empresa de “El Duque” ha invertido más
de $40,000 en la colocación de cercas en los perímetros de los siete diamantes para jugar pelota y convertido un campo de frontón en una caja de bateo. Los únicos espacios
totalmente abiertos al público, en este parque de más de 18 acres, son los dos
campos de baloncesto, un área de juego infantil y la piscina.
El alcalde de Hialeah expresó su
satisfacción con el acuerdo, ya que según él
la academia de “El Duque” se dedica a formar nuevas generaciones de
beisbolistas en el parque.
No es tampoco la primera vez que se
otorga un acuerdo de este tipo.
El alcalde ha dicho que hace años la liga
de béisbol Khory League administraba los campos del Babcock y cobraba por los
juegos.
Hay dos hechos que pueden haber llamado
la atención, para que el tema ocupe ahora la portada del periódico, el lunes 12
de agosto.
Una es que la renovación del contrato
debe realizarse a fines de este mes.
La otra es que el “Duque” forma parte del
conjunto de estrellas del deporte cubano que participarán en los encuentros
entre veteranos del equipo Industriales que viven en Cuba y jugadores que en
determinado momento partieron al exilio y luego continuaron su carrera en el
exterior.
La celebración de estos encuentros está
causando una amplia polémica en Miami y las opiniones se encuentran divididas,
de forma radical, entre quienes apoyan y rechazan los juegos.
En Miami, siempre las coincidencias son
sospechosas.