La táctica que está utilizando el régimen
poschavista no es nueva, y lo que más destaca es su decadencia ideológica; si
es que en algún momento se ha podido señalar como un conjunto de ideas la
mezcolanza —primero de patriotería y disparate, ahora de superstición y
oscurantismo— que constituye el decir del fallecido Chávez y el vividor Maduro.
Los recursos son viejos: el insulto y la
vejación como arma; la divulgación de mentiras que en ocasiones se apoyan en
elementos aislados de verdad, pero que en su totalidad presentan un panorama
falso; la visión desplazada que deforma la perspectiva de conjunto y la
demonización del enemigo. Sólo que ahora están reducidos a sus elementos más
simples.
El ataque, que estaba dirigido
fundamentalmente contra un aparente enemigo de clase, ha pasado de la
vocinglería política al escarnio y la violencia. La personalidad del enemigo,
que se diluía en su supuesta permanencia a un grupo social, se reduce ahora a
la injuria. Todo con el objetivo de implantar un terror que apunta hacia el
exterminio y la segregación.
El método ha sido utilizado una y otra
vez. De forma similar y diversa el comunismo y el fascismo habían empleado el
mismo recurso, y con anterioridad los imperios coloniales y esclavistas, aunque
con distintos argumentos.
Con el pretexto de luchar contra la
corrupción, el actual gobernante venezolano, Nicolás Maduro, lo que busca es
acabar con la oposición, al tiempo que lava un poco la cara profundamente
delictiva de su régimen.
Maduro anunció el lunes de esta semana que
iba a solicitar una emergencia “constitucional” y “nacional” para luchar contra
la corrupción y “poderes especiales” para iniciar un proceso de reforma de las
leyes para atender el problema.
“Voy a llamar a una emergencia
constitucional en la lucha contra la corrupción, contra las mafias, contra el
narcotráfico, contra los contrabandistas del poder político”, dijo Maduro en
cadena de radio y televisión.
El jueves volvió a referirse al tema, y
especificó que entre sus planes se encuentra el llevar a cabo algunas reformas
legales que permitan llevar al nivel de pena máxima de 30 años de prisión los
delitos de corrupción.
No estaría mal que Maduro se dedicara a
enfrentar la corrupción, si esa fuera su verdadera intención. Tampoco es
secreto, ni algo nuevo, que el problema se ha extendido y profundizado en
Venezuela.
Corrupción
en grande
La revista The Economist ha destacado como importantes funcionarios del régimen
bolivariano desde hace años le roban al erario.
The
Economist señala, por ejemplo, que la Comisión de
Administración de Divisas (Cadivi) creó empresas fantasmas para simular
exportaciones, con el objetivo de que algunos funcionarios, aliados con algunos
empresarios, robaran una cifra que, solo el año pasado pudo rondar los $20,000
millones, un tercio del total de fondos
Lo que llama la atención es que los datos
fueron suministrados no por la oposición venezolana, sino por la presidenta del
Banco Central de Venezuela (BCV), Edmée Betancourt, y por Jorge Giordani,
ministro de Planeación.
¿Cuál fue la reacción de Maduro?
Destituir a Betancourt. A dedo la nombró y a dedo la quitó.
Betancourt llevaba sólo tres meses y
medio en la presidencia del BCV, pero por la denuncia de las empresas fantasma
creadas en Cadavi, el gobernante la sacó del cargo.
Lo curioso es que Maduro fue el que la nombró,
sin la intervención del congreso venezolano, y después pidió a la Asamblea
Nacional (AN) que ratificara su decisión por escrito. De igual modo, nombró al
economista Eudomar Tovar como nuevo presidente del Banco Central de Venezuela.
Lo paradójico es que ninguno de los dos altos cargos está libre de sospecha de
corrupción, según publica el diario español ABC.
A Betancourt se le vincula con escándalos
de corrupción cuando fue presidenta del Banco Nacional de Desarrollo (Bandes) y
manejó el Fondo con los chinos. También fue ministra del Poder Popular para el
Comercio durante el gobierno de Chávez, antes de que Maduro la designara como
presidenta del BCV, el pasado 30 de abril. Por su parte, Eudomar Tovar ejercía
como primer vicepresidente del BCV, hasta marzo de este año, cuando fue designado
como presidente de Cadivi.
La lucha contra la corrupción ha
provocado algunas bajas entre las filas del chavismo.
El Gobierno ha anunciado el
encarcelamiento de funcionarios fiscales e incluso se ha actuado contra
dirigentes chavistas como Luis Enrique Gallardo, hasta el año pasado gobernador
del estado Guárico.
Un funcionario de Cadivi, William Rojas
Graterol, fue detenido el 24 de julio en el estado Yaracuy, por su presunta
responsabilidad en la creación de empresas fantasmas para obtener divisas de
manera fraudulenta desde el año 2010 hasta 2013.
Han sido encarceladas unas 64 personas en
las últimas tres semanas, informó la fiscal general Luisa Ortega Díaz.
Entre los detenidos están Carlos Sánchez
Atencio, jefe del Servicio Nacional Integrado de Administración Tributaria de
la terminal portuaria del estado costero de Vargas, encausado por legitimación
de capitales y asociación para delinquir; Tryno Martínez Calderón, director
nacional de Inspección y Fiscalización del Instituto para la Defensa de las
Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios, procesado bajo cargos de
extorsión y porte ilícito de un arma de fuego.
Maduro dijo el jueves que como parte del
plan de combate a la corrupción se están desarrollando investigaciones sobre un
nuevo grupo social de ricos, a los que llama “boliburgueses”, a los que acusa
de haber ganado grandes fortunas en los últimos años gracias a lucrativos
negocios con el Estado.
“Hay varias líneas de investigación...
porque no vamos a permitir el surgimiento de una boliburguesía”, indicó el
mandatario al reconocer que no permitirá que ese grupo surja dentro de la revolución
porque representa el “metabolismo diabólico del poder político del capital”.
Sin embargo, los principales beneficiados
de la corrupción, quienes están más metidos en “el negocio”, hasta el momento
se encuentran a salvo. Y el primer nombre que sale a relucir siempre, cuando se
toca el tema, es el de Diosdado Cabello, presidente de la AN, de quien se
afirma que ha acumulado una gran fortuna. Pero Cabello no está en las listas de
los acusados sino en las filas de los acusadores.
Más allá del encarcelamiento de figuras
menores del chavismo, el Gobierno está utilizando la lucha contra la corrupción
como un pretexto para intensificar sus ataques contra los opositores.
Henrique Capriles desestimó el martes que
Maduro quiera llamar a una emergencia constitucional, y pida poderes especiales,
para realmente combatir el manejo irregular de fondos públicos.
“A ustedes no les parece raro que, cuando
estaba el presidente Chávez, nunca abrieron este debate, y ahora hasta
declararon emergencia nacional para evitar la corrupción en la administración
pública. Ahora piden superpoderes y crean estas cortinas de humo para poder
repartirse el botín entre ellos mismos”, indicó Capriles al rechazar las
acciones que han emprendido las autoridades contra algunos partidarios de su
organización política.
El Gobierno anunció una investigación a
miembros del partido de Capriles, Primero Justicia (PJ), luego de denuncias de
eludir el pago de impuestos y legitimación de capitales presentadas por
diputados socialistas en la AN.
A finales del mes pasado, la mayoría
oficialista de la AN le retiró la inmunidad al diputado opositor Richard Mardo
para abrirle el camino a la Fiscalía General para investigarlo por los delitos
de defraudación tributaria y legitimación de capitales.
El oficialismo ha acusado a Mardo, quien
se ha declarado inocente, de incurrir en hechos de corrupción, a pesar de que
el diputado nunca ha manejado fondos públicos desde que fue electo en 2010.
Las autoridades ordenaron el 7 de agosto
la detención y el allanamiento de la vivienda de Oscar López, director de
despacho de la gobernación del estado central de Miranda, que dirige Capriles.
Las autoridades no han informado sobre el
proceso iniciado contra López, quien aún no ha sido detenido.
El régimen poschavista dio un paso más el
miércoles 14 de agosto.
Cabello calificó a Capriles de “asesino”
y “fascista”, y aseguró que el opositor está “inmerso en la mayor corrupción”.
En una sesión en que el oficialismo
aprobó una declaración contra el partido de Capriles, al considerarla una
fuerza “corrupta”, Cabello acusó a los miembros de esa agrupación de estar
“podridos”.
“Todo a su debido tiempo, todo a su
debido tiempo, nosotros no nos vamos a desesperar pero el brazo de la justicia
va a llegar a un asesino fascista como Capriles Radonski, tengan la certeza de
que es así”, amenazó Cabello.
La mayoría chavista en la Asamblea acusó
al partido de Capriles de financiarse de forma ilegal y practicar el narcotráfico,
la prostitución y la trata de blancas.
El oficialismo también se refirió a
supuestos actos de corrupción de Óscar López, al que calificó como “el zar de
las finanzas de Primero Justicia” y le acusó de liderar una red de prostitución
con la anuencia de Capriles. También dijeron que mostrarían fotos que
supuestamente probaban las acusaciones.
Sin embargo, los chavistas han cancelado
en dos ocasiones la presentación de las pruebas de supuesta trata de blancas y
prostitución ante el Ministerio Público.
Lo que sí hicieron ese día en la Asamblea
fue aumentar el tono soez y la vulgaridad.
Un diputado oficialista cuestionó la
orientación sexual de Capriles y de López.
Las fotos que alardearon mostrarían se
redujeron a dos fotografías de López. En una de ellas estaba vestido de mujer.
En otra abrazaba a otro hombre.
Durante la sesión legislativa, el
diputado oficialista Pedro Carreño lanzó este comentario dirigido a Capriles: “Responde homosexual, acepta el
reto maricón... acepta el reto. Hay que ser serio”.
Carreño además invocó un supuesto
expediente policial donde Capriles habría sido sorprendido realizando “sexo
oral” en un espacio público en 2000.
Carreño luego explicó que su arremetida
contra Capriles se debió a que éste lo acusó en Twitter de que fue separado de
las fuerzas armadas por “corrupto”. Por su parte, el gobernador no respondió a
un tuit enviado el 9 de agosto por
Carreño, que decía: “Mira Vago te lanzo un RETO: Si en un mes presentas una
prueba yo renunció a la Diputación y si no tú renuncias a la Gobernación!”.
Reputación
e insultos
La aparente lucha contra la corrupción se
ha trasladado a los intentos de destruir la reputación personal de los
adversarios políticos.
No se trata de la “acusación” de
homosexualidad.
Al respecto Capriles ha dicho que “si yo
fuera homosexual, lo asumiría con orgullo a los cuatro vientos”.
Por su parte, en una entrevista
transmitida por el canal de noticias Globovisión, Carreño pidió disculpas por
referencias a los homosexuales y aclaró que “el problema no es la inclinación
sexual (de sus adversarios), es que tienen una vida oculta”.
“Allí hay acciones que nosotros
respetamos. Si una persona es homosexual es su responsabilidad. Dentro del polo
patriótico (el oficialismo) también hay diversidad (de orientación) sexual”.
Pero el partido opositor Primero Justicia y Capriles “tiene una doble cara”,
insistió.
Maduro también se vio precisado a una
respuesta: “Jamás he sido ni seré homofóbico. La revolución ha reivindicado el
respeto al ser humano”, afirmó la tarde del miércoles con la bandera del
arcoíris sobre un hombro y acompañado de gais y lesbianas.
Sin embargo, de inmediato continuó en la
insidia contra Capriles y López: “El despacho de un gobernador se ha utilizado
para prostituir jóvenes”, aseguró.
Al reducir el debate —e incluso la acción
política— a declaraciones infundadas y ataques sin pruebas contra la conducta
de alguien, lo que se busca es sentar las bases para desprestigiarlo y así
convertirlo en más vulnerable.
No es curioso ni una relación casual, que
durante el puente marítimo Mariel-Cayo Hueso, a los cubanos que querían
abandonar la isla se les gritaba precisamente “maricón” a los hombres y “puta”
a las mujeres.
En Venezuela se repite ahora lo que ya
pasó en Cuba y ocurre todavía en la isla: una deformación del lenguaje con
objetivos totalitarios.
Por lo general esta deformación ocurre de
dos formas. La abstracción sirve como un medio para despersonalizar y
tergiversar las palabras. Por ejemplo, en Cuba se hablaba de la “liquidación”
de la explotación, el “ajusticiamiento” de los traidores y la “recuperación” de
las propiedades del “pueblo”. Al mismo tiempo, se deshumaniza a los opositores:
“gusanos”, “escoria” y ``parásitos'' en Cuba; “perros rabiosos del capitalismo”
en China y “vampiros”, “bastardos” y “piojos” en la desaparecida Unión Soviética.
En Venezuela se asiste en la actualidad
no a una radicalización del proceso, desde el punto de vista ideológico, sino a
la mentira y la represión en aumento. La ideología ya no aspira a ser doctrina;
se limita a ser distracción a la fuerza.
Antes de poder arrestar a Capriles, el
gobierno de Maduro intenta por todos los medios de manchar su reputación, llevar
a un cuestionamiento de su trayectoria. En fin, poder insultarlo con impunidad
como un primer paso para acciones más drásticas. Y no van a cesar en su empeño.
Fotografía: Pedro Carreño.