La cifra debe preocupar a todos en este
estado. Aproximadamente un 25 por ciento de residentes en Florida, menores de
65 años, carece de seguro de salud, la tasa ocupa el segundo lugar entre las más
elevadas de la nación. Sin embargo, da la impresión que una parte del exilio
cubano que vive en el área está más preocupado por el “trabajo esclavo” de los
médicos cubanos.
Un total de 3.8 millones de personas en
Florida carece de seguro médico de acuerdo con los datos del último censo de
Estados Unidos. De los 67 condados del estado, Miami-Dade está en segundo
lugar, con el 34.4 por ciento.
Estas cifras podrían disminuir si se
permitiera a los floridanos obtener seguro médico a través de un sistema subsidiado.
Sin embargo, los republicanos de la Cámara de Representantes se han negado a
recibir ayuda federal. De esta forma, Florida rechazó la oferta del gobierno
federal de pagar el 100 por ciento del costo de la expansión de Medicaid.
Estos legisladores estatales del Partido
Republicano también han mostrado su celo en asuntos que guardan mayor relación
con el gobierno federal que con su esfera legislativa, como es el comercio con
Cuba y Siria, pero resultan temas muy útiles a la hora de recaudar votos entre
la comunidad exiliada.
Por supuesto que una cosa y otra no son
incompatibles. Se pueden denunciar los abusos del castrismo y al mismo tiempo
poner en claro la falta de interés de un grupo de legisladores republicanos por
los problemas de los más necesitados. Hablar sobre la represión en Cuba y
destacar la inseguridad que a diario enfrentan muchos en este estado, en lo que
respecta a la atención médica. El problema es que aquí se tienden a ver ambos
aspectos como definiciones partidistas, más que expresiones diversas de
problemas distintos. Y es precisamente en este punto que ambos comienzan a
entrelazarse. Los políticos proclaman su anticastrismo como un medio seguro
para llegar al poder, aunque luego terminen destituidos, en prisión o encausados.
En esta ciudad cualquier exageración es
permitida a favor de un supuesto “anticastrismo radical” y cualquier silencio
es bienvenido con tal de “no hablar mal” de “nuestros políticos, nuestros
legisladores”; es decir, de no señalarle posibles errores y malos manejos. Las
rectificaciones y los destapes solo ocurren cuando llegan a las cortes.
En la actualidad el sur floridano tiene
un esforzado récord de funcionarios electos en problemas con la justicia. Los
alcaldes de Sweetwater y Miami Lakes fueron detenidos por recibir miles de
dólares en sobornos y tres semanas más
tarde se produjo el arresto del alcalde de Homestead, acusado de recibir
compensaciones ilegales.
Estos son simplemente indicadores de que
se debe prestar mayor atención a los problemas del área y menos tiempo a
polémicas estériles, protestas sin sentido y discusiones altisonantes. Ante la
corrupción, por ejemplo, un reducido número de partidos entre veteranos
peloteros que residen en Cuba y el exilio debe pasar a un tercero o cuarto
plano. Los problemas médicos de aquí resultan más importantes que el papel y el
destino de un grupo de médicos de la isla en Brasil.
Miles de latinoamericanos han sido
atendidos por médicos cubanos. No es fácil rebatir este esfuerzo. Y sin
embargo, la existencia de una causa justa no le resta un ápice a un objetivo
primordial de la campaña: el interés del gobierno de los hermanos Castro por
mantener sin cambio su poder.
El sacrificio de miles de cubanos —en
muchas ocasiones brindando asistencia médica en condiciones difíciles—
contribuye al mantenimiento de un gobierno totalitario. No se trata de atacar o
criticar la labor de los médicos, lo cual sería injusto. Cualquier alivio del dolor y toda cura de un
padecimiento son meritorios en sí mismo. Pero hay dos males mayores que este
esfuerzo dilata: la permanencia de un gobierno que suprime las libertades
individuales y el encubrimiento de la ineficiencia de varios gobiernos
latinoamericanos —de lo cual es ejemplo Venezuela y ahora Brasil— para resolver
sus problemas.
Ahora bien, decir que los médicos cubanos
trabajarán en Brasil en una “condición semejante a la esclavitud” no es ni
preciso ni correcto. La afirmación fue lanzada por un gremio médico brasileño,
que como tal está fundamentalmente preocupado por el ingreso de sus miembros.
En este país sudamericano el juramento hipocrático parece estar más cerca de
hipocresía que de Hipócrates, y los galenos no solo rehúsan a ir siquiera en un
servicio temporal a las zonas más pobres y aisladas, sino que no ven con buenos
ojos que otros lo hagan.
Sin embargo, con alegre inconsistencia la
frase del trabajo esclavo de los médicos se ha convertido en una repetición
útil para algunos aquí. Mientras se continúe con la exageración fácil y las
trifulcas baladíes, poco se avanzará en la denuncia de los problemas que
afectan a Cuba y Florida.
Esta es mi columna semanal en El Nuevo Herald, que aparece en la edición del lunes 2 de septiembre de 2013.
Esta es mi columna semanal en El Nuevo Herald, que aparece en la edición del lunes 2 de septiembre de 2013.