El 28 de febrero del 2008, el todavía
flamante canciller cubano Felipe Pérez Roque firmó en Nueva York dos pactos de
Naciones Unidas: el Pacto de los Derecho Civiles y Políticos y el Pacto de los
Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Apenas cuatro días antes, Raúl
Castro agarraba de forma oficial las riendas del poder cotidiano en la isla.
Esas dos firmas auguraban una esperanza, la ilusión de que finalmente las cosas
comenzaban a cambiar en Cuba.
Sin embargo, cinco años después las
firmas han resultado tan efímeras en la práctica como la permanencia del
entonces canciller en el gabinete del “hermano heredero del trono”. Un simple
acto de propaganda o un gesto que pronto fue frenado por las poderosas fuerzas
de la reacción, que parecen actuar en las altas esferas del poder cubano. Todo
indica a pensar en lo primero. Raúl Castro mandó a firmar sin la menor
intención de cumplir con lo firmado, porque sabía que aún quedaba pendiente un
acto mucho más importante: la ratificación de los acuerdos.
Hay sin embargo un grupo de activistas en
Cuba empeñados en que se cumpla lo pactado, o que el gobierno se desenmascare y
entonces el engaño quede a las claras ante el mundo. Es un esfuerzo casi
quijotesco, pero quienes lo llevan a cabo no cesan en su empeño. Todo lo
contrario. Acaban de lanzar una campaña mundial, para que el gobierno cubano
ratifique su palabra empeñada y garantice las libertades ciudadanas y sociales.
Estado de SATS es el promotor de esta
campaña, divulgada por Facebook y Twitter desde La Habana, donde sus miembros
han tenido que sortear las limitaciones a internet impuestas en la isla, para
desarrollar la convocatoria a una acción colectiva concebida en Cuba y
difundida por el mundo.
Lo que piden es simplemente cambios
políticos en la isla. Algo que por décadas ha sido una ilusión, una utopía y el
ideal por el cual incluso han perecido activistas pacíficos.
Por lo demás, no están exigiendo más que
lo que el propio gobierno ha prometido pero no se atreve a concretar.
A través del arte y las redes sociales,
con el slogan "Por otra Cuba", exigen que el gobierno de Raúl Castro cumpla.
"Cuba cambia si tú quieres" es
otro de los hashtags de la campaña en
las redes sociales.
"Por otra Cuba" no es una acción
impulsada desde Miami, centro del exilio cubano, sino que ha sido llevada
adelante con esfuerzo desde dentro de la isla, con la colaboración de cubanos
en el exterior.
Desarrollada paralelamente en todo el
mundo, los participantes de la campaña expusieron el logo creado por el
dibujante cubano Garrincha en forma de carteles, grafitos y plantillas de
esténcil durante el 8 de junio de 2014.
Desde hace algún tiempo Estado de SATS
viene solicitando el apoyo de los cubanos y la comunidad internacional para exigir
al gobierno de la isla no solo la ratificación sino también la entrada en
vigencia de los Pactos de la ONU sobre derechos civiles, políticos, económicos,
sociales y culturales suscritos en 2008 por Cuba.
Un
día antes de la convocatoria la policía secreta cubana citó a varios de los
promotores y detuvo durante varias horas al fotógrafo Claudio Fuentes.
"Estaban preocupados con el 'grafitazo'", relata Fuentes sobre el
interrogatorio al que fue sometido.
El proyecto Estado de SATS es un grupo de
activistas a favor de la sociedad civil que busca “crear un espacio plural de
participación y debate que permita ejercer libertades civiles anuladas en Cuba
y rediseñar un futuro para el país desde una perspectiva democrática”.
Al igual que ha ocurrido con otros proyectos
de la disidencia y la oposición pacífica,
"Por otra Cuba" ha tenido más
repercusión fuera de Cuba que en la propia isla, debido a las restricciones en
el uso de internet y la represión existente. Aun así "los cubanos acaban
enterándose por el 'efecto rebote': las noticias sobre Cuba divulgadas en el
exterior circulan en la isla por medio de una red de medios digitales como CD y
memorias flash", explica Antonio Rodiles, que dirige Estado de SATS.
Entre otros méritos, Estado de SATS se ha
caracterizado por ser un panel de discusión y análisis sobre la sociedad
cubana, que no se limita a la necesaria denuncia de los abusos sino va más
allá, en su intento de contribuir a la creación de una sociedad civil en la
isla, y cuenta con la participación de intelectuales y artistas.
Sus participantes han sido detenidos,
golpeados, encarcelados por horas o semanas, y acosados con los inevitables
actos de repudio, el recurso más socorrido e inmediato que emplea el régimen
cubano como fuerza represora y disuasiva.
Pese a los golpes, la cárcel y las
humillaciones, Estado de SATS se mantiene firme.
Los miembros del grupo —ciudadanos que
simplemente intentan expresar y discutir sus derechos de forma pacífica—
continúan su labor, que ya se conoce en todo el mundo.
Esta es mi columna semanal en El Nuevo Herald, que aparece en la edición del lunes 16 de junio de 2014.
Esta es mi columna semanal en El Nuevo Herald, que aparece en la edición del lunes 16 de junio de 2014.
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