lunes, 23 de junio de 2014

Silvio comienza a despertar


Algunos cantantes en Cuba ya no repiten alabanzas al régimen de los hermanos Castro como hacían antes. O al menos ya no tantas.
Silvio Rodríguez acaba de afirmar que en sus recorridos por los barrios de la isla ha aprendido que la gente está “mucho más jodi… de lo que pensaba” y que sus actuaciones en esas zonas han sido una vía para “conectarse” con la realidad de su país.
Las declaraciones aparecen en una entrevista realizada por un periodista y bloguero de la provincia oriental de Holguín, donde hace unos días actuó como parte de los conciertos gratuitos que desde hace años ofrece por diferentes barrios de la isla.
“He aprendido que la gente está jodi…, muy jodi…, mucho más jodi… de lo que pensaba”, respondió Rodríguez al ser preguntado sobre su estancia en esos lugares.
El fundador de la llamada “Nueva Trova” cubana admitió que no vive en uno de esos barrios y tiene “una vida mucho más cómoda que la inmensa mayoría de los cubanos”.
 “Cuando uno cantaba: Te convido a creerme cuando digo futuro realmente uno no pensaba que este era el futuro. Uno pensaba que el futuro iba a ser otro”, señaló el cantante.
En sus inicios, Silvio Rodríguez representó una pequeña posibilidad contestataria dentro del sistema, y lo que es más importante, de individualidad creadora. Más que un rebelde, siempre fue un individualista, algo por otra parte nada despreciable pero difícil de ejercer en la Cuba de entonces. El lo logró con maña propia y truco compartido.
En el fondo y a flor de piel Silvio es un débil. Alfredo Guevara —que siempre fue un malvado taimado— se dio cuenta de ello. Haydee Santamaría —que era una mujer bruta, insensible y pueblerina— debió encontrar algo atractivo en amparar aquellos muchachos trovadores, quizá una forma de reafirmar sus poderes o un medio de compensar su incultura.
Pero más que el interés personal de los dos funcionarios, lo importante fue la utilización del cantautor como instrumento de propaganda, en la isla y sobre todo en el exterior. A ellos debe Silvio parte de su carrera. También a los jóvenes de Cuba, y luego de Latinoamérica y España que perseguían sus canciones.
En ambos casos pagó sus cuentas: a los funcionarios, con obediencia; a su público con una gran cantidad de (buenas, excelentes, malas, pésimas) composiciones.
Hay la terca costumbre de hallar valores éticos en quienes pueden crear obras de arte. No siempre es así. Como ser humano Silvio ha dado muestras de conducta despreciable.
No es el único. Pero en su caso no se está sólo frente a un artista, sino también ante alguien que supo explotar las circunstancias que le permitieron convertirse en un mito de la juventud cubana e internacional.
Es bueno aclarar que dos de los cimientos sobre los que se estableció el Movimiento de la Nueva Trova o Canción Protesta son falsos: no fue protesta ni esencialmente cubana en sus inicios.
En la isla la canción protesta nació de la necesidad de asimilar pálidamente una corriente internacional de la que se benefició el régimen, pero de la cual logró mantener alejados a los jóvenes. Que al principio los cantantes del movimiento sufrieran una persecución breve y trabas y censura sólo ejemplificó la falta de visión de ciertos burócratas y militares.
La Canción Protesta reflejó en la figura de Silvio Rodríguez la influencia de Bob Dylan, del juglar con guitarra que interpretaba textos poéticos lanzados contra los cánones y patrones establecidos en la sociedad. En su caso, los textos que alcanzaron un carácter de denuncia fueron pocos. Debe reconocérsele que en aquel entonces escribir sólo uno de ellos significó coraje y valentía, pero cuando se considera su trayectoria artística, el mito del cantante trasciende en mucho el valor musical o poético de sus obras.
Días atrás, otro músico, Manolín, “El Médico de la Salsa”, publicó en su página en Facebook una carta dirigida a los hermanos Castro, en donde les pide dejar el poder.
"A Fidel Castro y a Raúl Castro, y todos los que lucharon junto a ellos, y todavía están en el poder, no se compliquen, no se rompan más la cabeza, es más sencillo".
Así comienza Manolín —que regresó a vivir en Cuba pero al momento de redactar la carta se encontraba en Perú— sus “recomendaciones” a los gobernantes de la isla.
 “Los muy mayores, han vivido mucho más y por ende, están más golpeados por la vida, ya no ven la vida igual, ya hay decepciones, prejuicios, frustraciones, rencores, acumulan muchos enemigos, y mucho pasado a cuesta, ya no funcionan igual; y no son 60 ni 70 años, ya son casi 90 años los que tienen ustedes, deben descansar”, sugiere el cantante, quien continúa diciendo que los jóvenes traen consigo justamente todo lo contrario.
Silvio, por supuesto, aún no va tan lejos a la hora de expresar sus sentimientos. 
Esta es mi columna semanal en El Nuevo Herald, que aparece en la edición del lunes 23 de junio de 2014.

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