Luego de recorrer 65 ciudades de América
del Norte hasta la frontera con México, la XXV Caravana de Amistad Estados
Unidos-Cuba, “Pastores por la Paz”, llegará el próximo 24 de julio a La Habana,
y permanecerá en territorio nacional hasta el 3 de agosto realizando varias
actividades que reforzarán su solidaridad con el pueblo, informa Radio Habana
Cuba.
"La agrupación traerá otra vez la
donación de toneladas de ayuda humanitaria, que en esta ocasión incluye cuatro
vehículos y suministros médicos, difíciles de adquirir por la mayor isla de Las
Antillas debido al bloqueo que hace más de medio siglo le impone el gobierno
estadounidense", agrega la nota del sitio informativo del gobierno cubano.
Pero hay más; "La codirectora de Pastores
por la Paz, Gail Walker, expresó sentirse contenta de mostrar a las autoridades
norteamericanas que el mundo está en contra de su política injusta e inmoral, y
agregó que la Caravana se realiza en un momento especial cuando crece en
sectores estadounidenses la opinión de que deben normalizarse las relaciones
con La Habana, ser levantado el bloqueo y liberados los tres antiterroristas
cubanos que aún permanecen cumpliendo largas e injustas condenas en cárceles
federales", dice Radio Habana Cuba.
La fecha ha sido escogida a propósito. La
caravana de Pastores por la Paz participará en la celebración del 26 de julio
en Artemisa.
Como es usual, antes de llegar a Cuba la
caravana ha vuelto a recorrer ciudades de Estados Unidos y Canadá —en menor
número este año, en 2011 fueron 120— en su labor de recopilar toneladas de
donativos.
Más que de organización humanitaria, es
adecuado catalogar a Pastores por la Paz de grupo propagandístico. El gasto de
mantener esta operación, que busca atraer adeptos y propagar una visión idílica
del régimen castrista, debe superar con creces los supuestos recursos que
llevan a Cuba.
Una vez más se repite la divulgación, por
parte del gobierno cubano, de la llegada de un cargamento que por lo general
incluye medicamentos, computadoras, material escolar, herramientas, paneles
solares portátiles y autobuses.
Los organizadores de la caravana ya han
declarado en ocasiones anteriores que su labor es continuar con “el legado del
reverendo Lucius Walker”.
Sin embargo, el reverendo Walker, ya
fallecido, es un buen ejemplo de una figura que bajo el cariz religioso se
convirtió en cómplice de un sistema totalitario.
En 2011 se conoció un cable del
Departamento de Estado, donde se daba cuenta que Walker amenazó con eliminar la
beca de todo estudiante estadounidense de Medicina en La Habana, que se pusiera
en contacto con la misión diplomática de EEUU en Cuba.
El cable― uno de cientos de miles
obtenidos por Wikileaks― aseguraba que el pastor lanzó la amenaza el día antes
de que uno de los estudiantes asistiera a una reunión de ciudadanos
estadounidenses, que en todo el mundo actúan como activistas voluntarios, para
contactar a otros en emergencias tales como huracanes. Esto ocurrió en 2007 y
no era nada nuevo ni había fin conspirativo ni actividad contraria al gobierno
de La Habana entre los objetivos del encuentro. Las embajadas de EEUU en el
mundo entero organizan redes similares.
Es decir, que para el pastor Walker había
acciones y gestos humanitarios buenos y otros malos. El no solo se consideraba
un actor de los “gestos buenos”, sino un guardián contra los ´´gestos malos´´.
Pero su actuación también podría considerarse como una conducta propia de un
esbirro de Castro.
Los Pastores por la Paz siempre han hecho
todo lo posible para convertir una supuesta misión de ayuda humanitaria en actividad
política. Con los años su eficiencia como instrumento de agitación y propaganda
ha ido disminuyendo. En Estados Unidos y Canadá su labor carece en la
actualidad de repercusión política. Las leyes migratorias han cambiado y el
intercambio de viajeros entre ambas orillas del estrecho de la Florida es cada
vez mayor. La verdadera ayuda humanitaria la realizan actualmente —de forma
cotidiana, callada y con millones de dólares— los exiliados que envían divisas
y todo tipo de artículos a la isla. Aunque con una fidelidad ejemplar hacia sus
viejos aliados, La Habana sigue recibiendo a estos “misioneros”, los agasaja y
destaca su labor en la prensa oficial. Desperdicio de recursos, pero una fuente
de publicidad permanente.
Por supuesto que Pastores por la Paz no
despierta las simpatías del exilio. Pero tampoco de la población de la isla.
Allí muchos cubanos los ven como un grupo de aliados incondicionales del
régimen, que se dejan utilizar por La Habana.
En estos momento en que se pueden enviar
a Cuba artículos de todo tipo, a la vez que mandar dinero hasta los parientes
más lejanos, y que los decomisos de mercancías quienes lo realizan son los
funcionarios de la aduana en Cuba, queda bien clara la evidencia de que el
cartelito de grupo humanitario, otorgado a esta organización ―y que incluso hoy
día los cables de la prensa internacional reproducen para categorizarla―,
resulta más inapropiado que nunca: se trata de una agencia de divulgación
política a favor del régimen, cuyos miembros disfrutan de unas vacaciones
anuales en La Habana gracias a un reclamo caritativo falso.
Pastores por la Paz siempre ha priorizado
la propaganda castrista sobre el desempeño de una labor humanitaria. Al
manifestar su oposición al embargo, no han encontrado una vía mejor de expresar
su inconformidad que hacerle el juego al régimen cubano. Aunque eso le gana
aplausos en La Habana, limita su papel y lleva a poner en duda su labor
humanitaria.
Sería bueno que los participantes en esta
caravana se interesaran en conocer lo ocurrido en Santiago de Cuba, donde una
casa templo fue destruida y una familia quedó desamparada, según información
recibida en Cubaencuentro.
La casa tempo, donde ejercía su
ministerio apostólico Esmir Torreblanca Cortón, con la guía del pastor Marcos A
Perdomo, fue asaltada y demolida, según se aprecia en la galería de fotos que
acompaña a este artículo.
El 2 de julio en la ciudad de Santiago de
Cuba, en el Distrito José Martí, a las 6 AM autoridades de la isla asaltaron la
propiedad del pastor Esmir Torreblanca, donde se encontraba durmiendo su
familia, sus dos niños menores de edad, de 7 y 11 años, y su esposa Marieta
Bravo.
Sin previo aviso, dice la información
recibida, y “con la presencia de funcionarios de la oficinas de la Vivienda,
Planificación física, Etecsa, la empresa eléctrica, la Policía Nacional
Revolucionaria (PNR), la Seguridad del Estado (DSE), representantes del Partido
Comunista (PCC), la Salud, la asociación religiosa y los factores del barrio,
llegaron y derribaron la puerta principal
que tenía candado, esto con
violencia, entrando la policía con bastones y un grupo de hombres con machetes. Comenzaron
a destruir y a ocupar las propiedades del pastor y de la iglesia.
Mientras sucedía esto, habían cercado con
policías vestido de civil y uniformados la manzana empleando carros de patrullas, ambulancias y un
cargador para destruir y demoler la vivienda, también habían camiones para
cargar lo que robaron. Impidieron el paso de las personas y prohibiéndonos a
nosotros, los hermanos, que apoyáramos y filmáramos lo que estaba pasando; al
punto de llevarse presos a dos pastores esposados y detenidos. A muchos le
retiraron el carnet y los celulares, como a la pastora Ramona, esposa del
Apóstol Marcos y su hija Nelkis Perdomo.
Las autoridades nos acusan de contrarrevolucionarios,
opositores, aliados con la CIA y la mafia norteamericana. Solamente por
predicar el evangelio del Reino de Dios, a Jesucristo, por defender la justicia
y la verdad de Dios, nos demolieron el templo y nos desalojaron; destruyeron, humillaron y se burlaron”, todo
ello de acuerdo a lo recibido en la redacción de Cubaencuentro y que también
aparece en el blog Religión en Revolución.
Sería conveniente, vale repetir, que
estos pastores estadounidenses se interesaran por lo ocurrido y ayudaran a esta
familia a obtener los permisos necesarios para construir su templo, que incluso
facilitaran su labor y contribuyeran a la prédica de las creencias religiosas,
que seguro comparten, en un ambiente de libertad, comprensión y armonía.
Por supuesto que ello no ocurrirá, porque
los Pastores por la Paz estarán muy ocupados en otro lugar de la isla,
celebrando una acción armada, un hecho sangriento y el inicio de un proceso que
por décadas se caracterizó —entre otros muchos males— por una férrea
persecución religiosa y el envío a campos de trabajo forzado a muchos cuyo
único delito había sido la propagación de ese Evangelio que ellos mismos
profesan.