José Daniel Ferrer realizó una acción
insólita y audaz. El líder del grupo opositor Unión Patriótica de Cuba (UNPACU)
publicó un vídeo vertiéndose un cubo de agua fría. El gesto encierra un significado que
trasciende el objetivo inmediato.
La campaña “Ice Bucket Challenge”,
iniciada hace unas semanas en Boston, da 24 horas de margen a quienes reciban
el desafío para vaciarse encima un cubo de agua helada, plantear el reto a
otras tres personas a través de las redes sociales o donar $100 a la ALS
Association —la agrupación que lucha contra este mal.
“En la UNPACU nos sumamos a dicha
campaña. Nos preocupamos al máximo posible por todo lo que afecta al ser
humano. Su vida, su salud, su libertad, su dignidad”, dijo Ferrer en su
mensaje.
Hay al menos dos lecturas inmediatas
sobre una acción en apariencia tan pueril. Una es que se trata de una payasada
más. La otra es catalogarla como simplemente una búsqueda de publicidad.
Sin embargo, el desafío no es tan tonto a
juzgar por sus resultados.
La campaña se ha confirmado como todo un
éxito por su recaudación millonaria. El jueves, la ALS Association dijo que,
gracias al reto, recaudó $41,5 millones en donaciones desde el 29 de julio
hasta el 21 de agosto, contra $2,1 millones el mismo período el año pasado.
El reto fue iniciado a mediados de julio
por el exbeisbolista del Boston College Pete Frates, quien padece la
enfermedad, y se ha popularizado a través de las redes sociales. Políticos,
magnates de las nuevas tecnologías, deportistas y artistas de todo el mundo se
han ido sumando en estos días a la iniciativa.
Bill Gates, Mark Zuckerberg, Steven
Spielberg, Lady Gaga, Britney Spears, Justin Timberlake, James Franco, Ben
Affleck, Lena Dunham, Oprah Winfrey, Robert Downey Jr, Jennifer Lopez, Demi
Lovato, Bon Jovi, Shakira, Gerard Piqué, Neymar, Cristiano Ronaldo y Jim
Parsons son algunas de las celebridades que han respondido con humor al
desafío.
El expresidente George W. Bush respondió
con humor a la propuesta del balde de agua helada, y desafió a hacer lo mismo a
su homólogo Bill Clinton.
“A todos los que me desafiaron, no creo
que sea muy presidencial de mi parte lanzarme encima un cubo de agua helada”,
dice el expresidente en un video publicado en YouTube.
“Así que voy a escribir un cheque”,
añadió, tomando una lapicera. En ese momento su esposa Laura vierte sobre él un
balde de agua fría.
“El cheque es de mi parte. No quiero
arruinar mi peinado”, bromea la exprimera dama.
Bush no es precisamente alguien que
necesite publicidad, y lo que ha hecho es demostrar una vez más que en Estados
Unidos nadie está a salvo o se excluye de participar en una broma, y más si es
a favor de una causa humanitaria. Nada nuevo en Estados Unidos, pero sí algo
muy necesario en la Cuba de hoy, más aún en la del futuro.
Aquí es precisamente donde Ferrer ha tocado
al menos dos puntos, hasta el momento casi excluidos dentro de los esfuerzos
por llevar la democracia a Cuba.
Uno es mostrar no solo que la oposición
es contestataria y valiente, sino que también capaz de dar muestras de humor,
así como despojarse de esa “solemnidad” de la que tanto han abusado tanto
represores como oprimidos. El otro es que quienes buscan establecer una
sociedad civil en la isla no son ajenos a lo que ocurre en el resto del mundo.
Que además de la lucha por la libertad nacional, hay otros problemas mundiales
a los que no se puede permanecer ajeno.
“Reto también a sumarse a dicha campaña y
a echarse la cubeta de hielo, a mis amigos Yoani Sánchez, Reynaldo Escobar y
Guillermo Fariñas”, añadió Ferrer en su mensaje.
Cuando se habla de la lucha opositora en
la isla, casi siempre se olvida que el humor y la ironía son también armas
contra el totalitarismo. Por ejemplo, en su momento las utilizaron con éxito
los disidentes checos. En Cuba el grupo Estado de SATS también se ha servido de
estas herramientas.
Porque si hay algo que caracteriza a los
totalitarismos, de izquierda y de derecha, es la rigidez, la pompa y el tomarse
todo en serio. La condena de la broma más simple, como ha demostrado Milan
Kundera en su obra.
Para el régimen de La Habana, la alegría
es un bien permitido por el Estado y la felicidad un logro patriótico.
Se ha repetido hasta el cansancio que
Cuba es una isla condenada a la tragedia, desde el primer habitante, el primer
conquistador y el último patriota empecinado en traer un cambio que siempre
termina en una nefasta repetición. Es por ello necesario que no solo las
acciones altisonantes, sino las realmente heroicas, sean también acompañados de
otros mínimos y momentáneos, donde la alegría no venga impuesta y la
superficialidad sea considerada como un logro parcial pero necesario.
No es de esperar que algún jerarca cubano
se sume a la saludable acción del cubo de agua. Son demasiado presuntuosos y
soberbios para ello. Se consideran los administradores de la salud y la
enfermedad perfectos. Conseguir los fondos para una investigación científica no
es labor ciudadana. Es potestad del gobierno, que puede o no otorgarlos, y
siempre contará con pretextos y justificaciones si no lo hace. Por ello, ni
siquiera Mariela Castro se arriesga a una ducha.
Esta es mi columna semanal en El Nuevo Herald, que aparece en la edición del lunes 25 de agosto de 2014.