En su blog
en BBC Mundo, el periodista cubano Yuris Nórido escribe un artículo
sobre como Vivir con 20 dólares al mes (y
poder hacer el cuento).
En realidad, eso de hacer el cuento es lo
que intenta el militante del Partido Comunista y periodista oficialista. Es un
ejercicio casi inútil, porque los convencidos y partidarios del gobierno cubano
en todo el mundo conocen de sobra los argumentos sobre los “beneficios” que
brinda ese régimen. También porque los detractores saben todas las mentiras que
se siguen repitiendo sobre dichas “bondades”. Pero algo queda de utilidad en la
argumentación. De lo contrario no se justificaría el tiempo invertido por el bloguero y el gastado por este comentarista.
Esta justificación temporal radica en que
aún perdura el interés por leer y escribir sobre el tema. Por lo tanto, algo
debe de tener de valor: un país que contiene más de un enigma de sobrevivencia
y mucho atractivo mediático. Así que no todo está perdido.
“Cuando los medios internacionales dicen
que en Cuba un profesional puede ganar el equivalente a 20 dólares al mes,
dicen la verdad. Pero es una verdad relativa. Está claro que es difícil
arreglárselas con esa cantidad, casi en los límites de una vida en la pobreza
extrema”, afirma Nórido (de ahora en adelante, y para evitar repeticiones,
todos los textos entrecomillados pertenecen a él).
“Cuba —y eso lo afirman instituciones
internacionales para nada simpatizantes con el sistema imperante en la isla— es
uno de los países en América Latina con menos incidencia de la extrema pobreza.
De hecho, el índice de desarrollo humano es uno de los más altos de la región”.
Sobre la validez de esta afirmación y el
verdadero significado de estas cifras remito a un artículo, no de un cubano
sino de un venezolano: lmer
José Aranda Leal. Lo que me interesa destacar aquí son dos hechos que la
bloguera omite.
Uno es que resulta muy diferente lo que
se considera ser pobre en Cuba y lo que resulta encontrarse dentro del índice
de pobreza en Estados Unidos. Se puede argumentar que no es lo mismo comparar
un país subdesarrollado con otro superdesarrollado, pero quien habla de las
ventajas económicas del sistema cubano se arriesga a esa comparación: se
suponía que la revolución cubana se hizo precisamente para lograr un país mejor
que, incluso EEUU, o al menos era lo que afirmó el máximo líder nacional
durante décadas. A esto se puede agregar que si la comparación con EEUU
molesta, se puede sustituir simplemente por un país latinoamericano como Chile,
similar a la isla en número de habitantes y con índices económicos parecidos
hasta 1959. Chile, por otra parte, no ha sido un paraíso de nación durante las
décadas transcurridas hasta hoy. No estamos hablando de Suiza o Dinamarca.
Conoció un proceso de socialismo democrático y sufrió una sangrienta dictadura
de extrema derecha. Pese a esas convulsiones políticas, hoy es una nación —bajo
una presidenta socialista que ha vuelto al poder gracias al voto popular— con
indicadores económicos muy superiores a los de Cuba.
El segundo punto es el más importante. El
problema del sistema imperante en la isla no es que sus salarios sean
posiblemente los más bajos de Latinoamérica, sino que un buen número de
artículos —entre ellos productos alimenticios— se venden a precios comparables
o superiores a los que éstos tienen, precisamente, en ciudades estadounidenses.
Un país en que el máximo empleador (el
gobierno) paga en una moneda carente casi de valor, y cuyo máximo vendedor (ese
mismo gobierno) vende a precios fijados por una divisa extranjera. Con ese
criterio, no hace más que estafar a sus ciudadanos.
Que hay otros países muy pobres cercanos
a la isla es cierto. Y el mejor ejemplo es Haití. La gran diferencia es que
allí no hubo una revolución que dijera futuro.
Nórido no solo pasa por alto este hecho,
sino que se dedica a convencer de que hay una serie de “subsidios”, paliativos
que evitan que la supuesta pobreza sea tal. Para ello repite viejos argumentos,
que al parecer mantienen cierta eficacia cuando se dedica el tiempo a
repetirlos.
“¿Cómo explicar la aparente
contradicción?” entre los bajos salarios y la supuesto bajo índice de “extrema
pobreza”. Se pregunta el bloguero, y pasa a responderse: “Sencillamente: la mayoría de la población
depende (o al menos se sirve) de los subsidios. Nadie ha afirmado (sería una
tontería hacerlo) que es la situación ideal.
Pero lo cierto es que gracias a esas
exenciones se han podido matizar los graves costes sociales de la crisis
económica que ha sufrido el país)”.
En el primer párrafo se habla de
“subsidios“ y en el segundo de “exenciones”. Un subsidio es una prestación
pública asistencial de carácter económico y de duración determinada. La exención
implica el concepto de exceptuar, excluir a alguien del pago de algo, por
ejemplo un impuesto. En ambos casos, lo que por lo general se implica es la
acción del gobierno, que beneficia a un grupo social o a determinada categoría,
ya sea por edad, nivel de ingresos o condiciones física y/o mentales.
En última instancia, lo que el bloguero hace es repetir la misma cantinela del gobierno cubano, que quiere que ciertos
beneficios que otorga a la población sean considerados parte de los salarios y
pensiones que paga o no a la ciudadanía.
El problema con esta aspiración es que
Cuba no es el único país que otorga beneficios a sus ciudadanos. Al actuar así,
el gobierno cubano no actúa como Estado sino como empleador, que incluye
beneficios tales como pensiones, vacaciones, días de enfermedad, seguro médico
y de vida como parte de un paquete que se adiciona al salario, y que el potencial
empleado debe considerar a la hora de elegir o ser elegido a un trabajo. Así
que en lugar de un ideal socialista, lo que el régimen de La Habana hace es
actuar como un patrón.
Por otra parte, al hablar de “subsidios”
cae de nuevo en el pecado de la omisión: en la actualidad el principal
“subsidio” que reciben los cubanos son las remesas provenientes del exterior,
fundamentalmente del exilio y fundamentalmente de Miami. Por supuesto que no
todos los cubanos reciben remesas desde el exterior, pero esa entrada económica
se filtra a todos los niveles de la población mediante el ingreso al país de
dinero en moneda dura que es empleado fundamentalmente en la adquisición de
artículos y servicios. Se trata de millones de dólares, no de cantidades
insignificantes. Ah, y por supuesto también, hay muchos países en Latinoamérica
y África donde también las remesas provenientes del exterior forman parte
importante de su economía, Solo que aquí también se cumple eso de que tampoco
han hecho una revolución tan celebrada por Nórido.
“Uno de las conquistas de la Revolución,
uno de sus estandartes, es contar con sistemas de sanidad y educación
absolutamente gratis (sic.)”.
El problema con este reclamo es que Cuba
no es el único país que otorga tales beneficios. En España la educación es
gratuita, incluso la universitaria. Muchos países, entre ellos Canadá cuentan
con servicios médicos para todos los ciudadanos, para no mencionar a todas las
naciones europeas. En EEUU se ha avanzado mucho en este sentido, con la ley de
salud de Obama, pero con anterioridad una persona podía acudir a la sala de
emergencias de un hospital aunque no contara con un seguro médico y no hubiera
garantía de que luego pudiera pagar los costos de su tratamiento. En Costa Rica
no solo la salud publica está socializada sino también la educación. Que son
conquistas sociales, innegable, que en algunos casos fueron posible o ampliadas
durante gobiernos progresistas y socialistas, también. Pero eso sí: en ninguno
de ellos fue necesario implantar un sistema totalitario para conseguirlo.
“Las cifras no mienten: las estadísticas
en esos sectores ponen a Cuba en la cabeza de América Latina”.
Decir que las cifras que ofrece Cuba no
mienten es precisamente una soberana mentira. El gobierno cubano considera a
los indicadores internacionales según sus propios criterios de definición y
medida. Eso para no insinuar que por décadas ha falsificado, inflado u omitido
números.
El problema con el artículo de la
bloguera es que nos trata de dar una visión light
del castrismo, ya que en resumidas cuentas está escribiendo para un medio
de prensa capitalista.
Aquí
y allá dice que esto no marcha muy bien (“Afirmar que la educación y la salud
en la isla viven sus mejores tiempos resultaría por lo menos inocente, o pura
demagogia”); que es cierto que aquello no debería ser así (“puede que algunos
hospitales estén sucios”, “el nivel de los maestros no es el de hace 30 años”) o
incluso llega a reconocer lo ajeno (“contar con sistemas públicos de sanidad y
educación, gratuitos y universales, obviamente no es solo privilegio de los
cubanos”). Sin embargo, al final la conclusión es que Cuba no está tan mal
después de todo.
Cuando se escribe para aquellos que no
han vivido en Cuba, es fácil tergiversar cuando se carece de escrúpulos. Nórido
lo hace de esta forma:
*“Por la cartilla de racionamiento
(libreta de abastecimiento) cada ciudadano recibe una determinada cantidad de
mercancías por un precio casi simbólico. Esa cuota no resuelve el problema del
mes, pero ayuda considerablemente”;
*“El transporte público en las ciudades
es muy barato: un pasaje en los ómnibus cuesta 40 centavos de CUP (peso cubano
no convertible)… O sea, apenas dos centavos de dólar. Aunque el servicio, sobre
todo en las horas de más tráfico, no es suficiente”-
*“La mayoría de los cubanos no tiene que
pagar alquiler por su casa. (Ojo, no significa que la situación inmobiliaria
sea buena. Varias generaciones de una familia tienen que vivir a veces en una
casa pequeña. Y los alquileres suelen estar por encima de las entradas por un
empleo estatal).
*Un poco más difícil para los que deben
subsistir con los salarios "oficiales" es adquirir ropa y calzado,
sobre todo teniendo en cuenta los altos precios de la red de tiendas de
recaudación de divisas.
Algunos aprovechan las esporádicas
entregas de prendas en centros de trabajo (uniformes y calzado); otros acuden a
tiendas de ropa reciclada.
*Hay un sector de la población muy
vulnerable: ancianos y discapacitados sin familia o recursos suficientes. Para
ellos se han habilitado restaurantes de bajísimos precios y se supone que
reciban atención social personalizada.
Si coloqué sus palabras textuales —y con
ello me arriesgo a un comentario demasiado largo y tedioso— fue para evitar la
acusación de que sus palabras fueron sacadas de contexto. Ahora mi opinión:
Para el militante, todo se reduce a que
la libreta de abastecimientos “ayuda considerablemente”, cuando en realidad se
sabe que prácticamente ha sido casi descontinuada por el gobierno de Raúl
Castro y hay quienes llevan años sin poder comer un pedazo de carne (claro que
esto no preocuparía los vegetarianos… si hubiera todo tipo de vegetales); no es
“suficiente” el transporte público en las “horas de más tráfico”, mientras la
falta de transporte es casi endémica en el país y buena parte de los pasajes de
ómnibus y trenes se venden en dólares; la situación inmobiliaria no es “buena”,
mientras la falta de vivienda es un problema gravísimo que el gobierno ha
decidido quitárselo de arriba, y decirle a cada cual que se las arregle como
pueda para construir su propia vivienda; una referencia vaga a un “empleo
estatal”, y la mayoría de la población es empleada del gobierno; “esporádicas
entregas” de ropa en los empleos, cuando
la práctica de entregar “ropa de trabajo”, para las actividades agrícolas a que
se veían obligados a participar todos los empleado fue eliminada hace tiempo y “se
supone” que las personas de edad avanzada reciben atención.
Nadie le niega al bloguero el aferrarse
a sus creencias y puntos de vista. Si acaso le pediría fidelidad a los mismos,
pero tampoco se debe querer que un ser humano viva en la equivocación perpetua.
No son pocos los periodistas que, al igual que él ahora, fueron jóvenes
comunistas, militantes del partido y trabajaron la prensa oficialista. Desde
hace años, meses o semanas viven en el exilio y se ganan la vida honestamente.
A todos se debe saludar y recibir. Así que espero a Nórido con un abrazo.