El
hecho es nuevo pero la noticia cotidiana. Nueve cubanos desembarcaron el martes
en una playa frente al condominio Mar Azul en Key Biscayne, a la vista de los
rascacielos de Miami. Las informaciones sobre balseros han vuelto a los
titulares de prensa, y no solo en esta ciudad sino también en Yucatán. México,
para citar un caso reciente.
No
bastan las decenas de miles de visas de residencia y visita otorgadas
anualmente por la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana (USINT);
también el hecho de otros miles aprovechen la recién adquirida ciudadanía
española para terminar en este país; exiguo, completamente exiguo, el cruce por
la frontera mexicana, pese a que también sean varios miles; tampoco es bastante
el empleo de los recursos más diversos, las apelaciones de todo tipo, los
arreglos a veces insólitos, desde fugas hasta matrimonios y las deserciones en
cualquier lugar. Insuficientes las supuestas reformas, las posibilidades de
trabajar por cuenta propia o la eliminación del permiso de salida como parte de
la nueva ley migratoria: los cubanos siguen arriesgando sus vidas y lanzándose
al mar para escapar de la Isla.
En esta
ocasión, a la embarcación improvisada fue hecha con un latón de basura, madera,
y se le agregó un motor diésel de camión de la era soviética. Los balseros
dijeron a la prensa que estuvieron 10 días en alta mar.
Los
hombres, de entre veinte y cuarenta años, que arribaron a Key Biscayne, forman
parte de un creciente éxodo de cubanos sin visa que buscan llegar a EEUU por
mar y tierra, de cualquier forma posible. Al menos 780 inmigrantes cubanos han
llegado a las playas del sur de Florida desde el 1ro de octubre de 2013, el
inicio del año fiscal federal, de acuerdo con la Patrulla Fronteriza, según El Nuevo Herald.
La
cifra es mayor que el total de 359 inmigrantes que desembarcaron en las playas
del sur de Florida en el año fiscal 2013. El número de cubanos que llegaron a
través de la frontera mexicana también se ha incrementado. Hasta el 10 de
septiembre más de 16.000 habían cruzado la frontera, dato superior a los 11.932
que llegaron en el año fiscal 2013.
Las
autoridades estadounidenses sostienen que 22.500 cubanos han llegado a EEUU sin
visado en los últimos 11 meses, incluyendo aquellos que viajaron a través de la
frontera con México, la mayor cifra en una década, según la agencia de noticias
Reuters.
Los
visados concedidos para visitas entre octubre de 2013 y el pasado 30 de junio
por la USINT representan un incremento del 25 % con relación al mismo período
del año anterior. La cantidad de cubanos que entraron por el aeropuerto
internacional de Miami con visa de visita familiar o visa de inmigrante se
elevó hasta 56.410 hasta el pasado julio. Al mismo tiempo, más de 180.000
cubanos se han naturalizado como españoles al amparo de la Ley de la Memoria
Histórica, conocida como “Ley de Nietos”. Todo esto según cifras reproducidas
en CUBAENCUENTRO.
Un
total de 101.491 cubanos obtuvieron residencia permanente en EEUU entre los
años fiscales 2011 y 2013, de acuerdo al Anuario Estadístico (2013) del
Departamento de Seguridad Interna, según El
Nuevo Herald.
Dentro
de esta fuga que hasta el momento no parece tener fin, los balseros continúan
siendo la cara más dramática, aunque su número se ha reducido sustancialmente
en la actualidad, en comparación con lo ocurrido en la última década del siglo
pasado.
La
historia de estos últimos balseros de Key Biscayne es muy posible que tenga un
final feliz. Bajo la actual política de pies secos/pies mojados, los
inmigrantes cubanos que llega a territorio estadounidense generalmente son
brevemente detenidos por la Patrulla Fronteriza y luego pueden quedarse y
solicitar residencia permanente después de más de un año en el país.
Sin embargo, no siempre es así, de
relativamente fácil el asunto y con la esperanza cumplida. Hace unas semanas
otro grupo de balseros fue rescatado frente a las costas de Yucatán por la
Armada de México. De los 32 que iniciaron el viaje,15 murieron durante la
travesía. Los sobrevivientes ya han sido liberados. Cuando los cubanos son
liberados por el gobierno mexicano, se le da un “oficio de salida”, documento
que les permite permanecer legalmente en el país por 30 días. Casi siempre, los
inmigrantes emplean este tiempo para viajar hasta la frontera con EEUU y entrar
en este país. Una de las balseras rescatadas ya se encuentra en EEUU, de
acuerdo a El Nuevo Herald.
Esta mezcla
de tragedia y final afortunado, de acuerdo al caso, establece los límites sobre
los que, en alta mar, se mece la realidad de la Isla. A veces audaz e insólita,
otras incluso con ribetes espectaculares, la obsesión de escapar del régimen no
deja de ser material para películas, relatos y telenovelas. Es imposible
apartar la anécdota de los motivos; la astucia y el engaño de la desesperación
y la angustia; la esperanza del fracaso; pero siempre es una historia triste.
Lo
novedoso ha llegado a casos verdaderamente insólitos. En 2003 un camión Chevrolet
de 1951, de color verde y con la parte trasera cubierta con una lona, se
convirtió en todo un símbolo de la “chispa” del cubano. En cualquier otro
pueblo, la creación de ese vehículo con una hélice adaptada a su motor original
—que se mantuvo a flote gracias a unos tanques de 55 galones acoplados a los
lados— sería una muestra de habilidad mecánica y la expresión de un deseo de
salir adelante.
Para la docena de inmigrantes que intentaron
llegar a la Florida en un medio tan singular, el camión que se deslizaba por
las aguas a unas ocho millas por hora fue un intento audaz de hacer realidad un
sueño. También “una locura”, una idea desquiciada condenada al fracaso de
acuerdo a la lógica más elemental. Pero para los cubanos resultó sobre todo una
demostración del empecinamiento en aferrarse a cualquier disparate con tal de quitarse
de arriba primero a Fidel Castro y luego a su hermano Raúl.
La
historia del camión marítimo resultó doblemente insólita, porque el 16 de julio
de 2003, a 40 millas de Cayo Hueso, un avión del gobierno norteamericano divisó
la nave y los inmigrantes, hombres, mujeres y niños que intentaban escapar,
fueron devueltos a Cuba. Tras ser
deportados, los “camionautas” realizaron los trámites legales para emigrar a
EEUU, pero Washington denegó los visados a diez de ellos. Siete meses después,
en esta ocasión con un viejo Buick 1959 convertido en balsa, una de las
familias del grupo original y ocho amigos, lo intentaron de nuevo. Fueron
capturados a escasas millas de Cayo Hueso y retenidos temporalmente en la Base
de Guantánamo, pero finalmente lograron su objetivo.
Detrás de estos hechos audaces e insólitos
hay una realidad cotidiana. En tablas, en balsas hechas con cámaras de camiones
y tractores, en embarcaciones improvisadas de todo tipo, los cubanos llevan muchos
años empeñados en irse para terminar en mucho casos siendo devorados por los
tiburones. Todos esos intentos, en algunos casos multicolores, solo reflejan la
luz de una esperanza: tratar de huir de una realidad y un futuro cada vez más
oscuro.
Foto: Pedro Portal/El Nuevo Herald.