martes, 2 de septiembre de 2014

Escasez y palabrería en Cuba


No hay colonia, talco y máquinas de afeitar en las tiendas cubanas. Tampoco hubo desodorante y papel sanitario durante los primeros meses del año. Entre  pretextos y cifras de escasez transita la realidad cubana.
Los anaqueles sin estos productos no se encuentran en los establecimientos a los que acuden los cubanos a comprar con pesos. Son “tiendas recaudadoras de divisas”. Y quien brinda la información no es un periodista independiente, ni alguien que pueda resultar sospechoso a los ojos del régimen. La noticia aparece en Granma, el órgano oficial del Partido Comunista.
Hay también un enigma: cómo se sostiene un gobierno y un país donde faltan los más elementales productos de higiene personal.
Más allá de la represión imperante, la respuesta está en Miami, esa fuente imperecedera de artículos para quienes viven en Cuba.
Vale la pena detenerse en ese ejercicio que con cierta frecuencia ha comenzado a desarrollar la prensa oficial cubana: hablar a las claras de un problema y al mismo tiempo ofrecer explicaciones inverosímiles.
“Según Geanny Bello Campo, director general de la Unión Suchel, el año 2013 fue muy complejo para la industria ligera, por la poca disponibilidad de financiamiento para cumplir algunos renglones concebidos en el último trimestre”, señala Granma.
Aquí la palabra “complejo” tiene un uso encubridor. Lo que el funcionario no se atreve a decir es que la producción se vino al suelo porque no hay dinero (divisas) para comprar las materias primas necesarias; sin contar con la baja productividad y eficiencia de las fábricas, que ni se menciona pero se intuye.
“Teniendo en cuenta estos números, resulta difícil predecir alguna recuperación para este semestre. No obstante, el plan del 2015 contempla —a juicio de Bello Campo— incrementos significativos”, agrega Granma.
Es decir, que el funcionario afirma que no hay, pero “habrá”. Las razones para el entusiasmo panglossiano quedan fueran del razonamiento del diario cubano, pero es indudable que esa fe en el avance no tiene un origen metafísico. Es simplemente aferrarse a una tabla de salvación antes que le exijan la renuncia, para poner a otro que tampoco podrá resolver nada.
Puede parecer monótona esta repetición de que en Cuba no hay. Cosa sabida. Aunque es precisamente esa falta perenne la que justifica el nombrarla: sin talco no hay país. Ni colonia tampoco.
Porque a los ojos de Miami, la cuestión es muy simple: en tiendas conocidas como Flogar, el Bazar Inglés, La Época y otras similares uno no encuentra ni champú, ni crema de afeitar ni un protector solar, aunque se cuente con pesos convertibles (CUC) para cómpralos. Al cubano solo le queda pensar en ¡Ño, qué barato!, El Dollarazo y Valsan en Miami, y en el providencial pariente generoso que vive en el exilio.
Lo que evidencia el reportaje de Granma es que tanto el gobierno como quienes viven en la isla están presos en una especie de Catch-22, en que se da preferencia a la producción nacional porque no hay dinero para importaciones, pero donde al mismo tiempo esta producción queda muy por debajo de lo esencial, precisamente porque tampoco hay dinero para la compra de los materiales imprescindible para… producir.
Por lo tanto, en lugar de soluciones, lo más que pueden brindar los funcionarios es resignación y advertencia, porque las cosas podrían ser aun peor.
En la tienda “La Popular, del Cerro, saltó a la vista la escasez de productos de limpieza como desengrasantes, desincrustantes, salfumán y lejías de cloro. Estos últimos, dijo el administrador Raúl Santiesteban, no formaban parte de sus inventarios hacía alrededor de 3 meses. No obstante reconoció la ‘estabilidad’ del jabón de lavar y tocador, el detergente líquido, etc.”, señala Granma.
Así que si usted necesita salfumán o lejía y no los encuentra, piense que todavía puede bañarse y lavar la ropa.
Más allá de las justificaciones, hay un hecho que destaca Granma: el “desabastecimiento de ciertos productos de aseo y limpieza comercializados en la red de tiendas recaudadoras de divisas y los mercados artesanales industriales (MAI) se ha convertido en un fenómeno cíclico”.
Pero un momento, ¿no enseñaba el marxismo que las crisis cíclicas eran un fenómeno típico del capitalismo? Ahora resulta que el hecho de que un producto falte y vuelva a faltar es también típico del “socialismo a la cubana”. Y en cierto sentido esa declaración podría entenderse no como un mal sino como un alivio: no falta siempre, falta a veces.
Por supuesto que esta inestabilidad alimenta la especulación y el mercado negro, pero de eso no habla Granma. En cualquier caso habría que “agradecerle” al periódico que ya no se limite a mentir u omitir como antes. Sólo que esa verdad a medias encierra también lo que en la actualidad es la única esperanza del cubano. No importa si habrá o no en el 2015. El año que viene, en Miami. 

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