Como si no bastaran las pruebas del
desbarajuste ideológico que es en la actualidad el proceso cubano, llega otra
noticia insólita procedente de la isla: se acaban de crear dos perfumes que
llevan los nombres de Ernesto “Che” Guevara y Hugo Chávez.
Aunque los diseñadores cubanos enfatizan
que esperan que las fragancias hagan pensar a sus compradores en atributos como
heroicidad o gallardía, no escapa la frivolidad del hecho. Incluso la
posibilidad del chiste: en el caso del “guerrillero heroico”, es conocida su
tendencia a eludir con frecuencia el baño.
Quizá al fallecido presidente venezolano
la idea no le hubiera molestado, pero Guevara la habría rechazado con una
patada.
Sin embargo, más allá de las
características personales de las figuras escogidas como modelos, lo que llama
la atención es que el gobierno cubano, como productor y vendedor, entre de
lleno en la comercialización del nombre del guerrillero, algo que con
anterioridad había criticado. Se impone aquello de que los héroes sirven para
cualquier cosa, cuando los utilizan quienes carecen de escrúpulos.
Para añadir escarnio a la burla, las
esencias serán elaboradas por la firma comercial Robertet de Francia.
“Ernesto” y ”Hugo” pretenden competir en
el difícil terreno de los aromas, tanto nacional como internacionalmente, no
solo con el aval político sino familiar.
De acuerdo a uno de los creadores, “las
familias de ambos líderes habían sido consultadas y se mostraron satisfechas
con el homenaje”, según el cable de la AP que trae la noticia.
El problema aquí es que un perfume no se
crea para rendir homenaje, y menos a una figura que se caracterizó por su austeridad, intransigencia y rechazo al
capitalismo, como el “Che” Guevara. Para esa función, tradicionalmente se han
usado monumentos y actos políticos. Este paso de la propaganda a la publicidad
resume la esencia de echar a un lado la ideología y cambiarla por el
comercialismo que caracteriza al mandato de Raúl Castro.
Ridículo ponerse un perfume Ernesto para
ir a una manifestación. Superfluo no salir para una reunión de camaradas sin
antes rociarse con unas gotas de Hugo.
El empleo y la comercialización de la
imagen del Che Guevara en el mundo viene ocurriendo desde hace muchos años.
Incluso su hija Aleida Guevara March lo ha reconocido.
En una entrevista al periódico La Jornada, el 23 de agosto de 2012,
Guevara March afirmó que “lo que queda es procurar que no sea una efigie vacía,
sin contenido, sino que quien la utilice lo haga con propiedad, con
conocimiento de quién fue y qué hizo ese hombre, cuál fue su legado“. ¿Y que
van a hacer ahora con este perfume, envolverlo con las páginas de El hombre y el socialismo en Cuba?
“Ustedes saben mejor cómo se vive en una
sociedad capitalista. Este sistema vende todo lo que pueda ser vendido, y la
imagen de mi padre ha sido muy comercializada en ese sentido”, señaló la
pediatra cubana durante una rueda de prensa que cita el diario mexicano.
Al parecer la imagen es sagrada, pero no
así el olor (¿o es el mal olor?).
Es de esperar que Chávez corra peor
suerte aún, si es posible. Un perfume con el nombre de Hugo lo primero que trae
a la mente es a Hugo Boss (no libre de pecado por cierto, porque fue
precisamente esa firma la encargada de fabricar los uniformes de las SS nazis,
perfectos y ominosos). Está por verse incluso si Cuba podrá usar una
denominación que viene comercializándose desde hace años.
Sin embargo, es posible que no hagan
falta abogados ni demandas. La realidad siempre acaba por imponerse, y hay
pocas esperanzas de que los frascos no pasen de una presentación anecdótica en
un congreso.
El sueño de los diseñadores “es que algún
día se pondrán en botellas más elegantes y etiquetarán llamativamente para ser
colocadas en los estantes de las tiendas”, agrega el cable.
Pero del sueño al estante el camino es
largo en Cuba. Más cuando en días atrás el propio Granma publicó la información de que no hay colonias, ni talco, ni
máquinas de afeitar, tanto en las tiendas en divisas como en moneda nacional,
para agregar una retahíla de incumplimientos en la producción e importación de
estos productos.
Conocidas son también las dificultades
que enfrenta cualquier firma internacional a la hora de hacer negocios con La
Habana, así que el Grupo Robertet no debe hacerse muchas ilusiones.
Lo más probable es que, al final, el
hombre nuevo cubano, barbudo y sin desodorante, tampoco tendrá a su alcance lo
que para el “Che” siempre debe haber sido algo innecesario, y se vea privado de
esas gotas destinadas a aumentar su heroicidad y gallardía. Entonces,
maloliente y malhumorado, se dirigirá de nuevo a la bodega de la esquina, para
ver si finalmente llegaron las papas.
Esta es mi columna en El Nuevo Herald, que aparecerá en la edición del lunes 29 de septiembre de 2014.