Ernesto Medina, ministro-presidente del
Banco Central de Cuba (BCC), dijo que la eliminación de la dualidad monetaria
es una tarea de alta responsabilidad para el sistema bancario de la nación, según
el diario Granma. Sin embargo, no
ofreció muchos detalles sobre la forma en que se llevará a cabo el proceso, ni
tampoco señaló fechas.
Medina comentó que indudablemente las
entidades financieras deben respaldar la implementación de la unificación
monetaria, lo cual demandará de un esfuerzo logístico, para todos los pasos que
hay que dar en tal sentido. Pero una declaración tan vaga no le brinda
información al lector, sobre el cambio que se avecina.
El director bancario dijo que a partir de
que el peso cubano se convierta en única moneda, se necesitará mayor cantidad
de circulante, e incluso añadió que se valora la posibilidad de emitir billetes
de más alta nominación. Aunque especificó que los precios minoristas mantendrán
el presente nivel.
Tampoco entró en detalles si esos precios
que no serán alterados son aquellos de los pocos productos que pueden
adquirirse a través de la libreta de racionamiento y a qué tipo de control se
refiere.
De ser como dice el funcionario, y
tomando en consideración la baja productividad que hay en el país, y el hecho
de que gran parte de los artículos son importados —incluso la mayor parte de
los productos agrícolas— no queda claro como el Estado logrará impedir un
aumento de la escasez.
En igual sentido no se dijo nada sobre el
valor que la nueva moneda tendría, con relación al dólar estadounidense y el
euro.
De igual forma, Medina subrayó que se
busca potenciar la utilización de las tarjetas magnéticas, cuyo empleo
generalizado sería un paso de avance. No obstante, ello no guarda relación directa
con el problema de la unificación monetaria.
En la actualidad este tipo de tarjetas se
adquiere en Cuba, pero el precio de las mismas es de $300. ¿Podrán comprarse
por 300 pesos?
El funcionario insistió en que la
eliminación de la dualidad monetaria no afectará el estado de las cuentas
bancarias, pues estas se convertirán de forma automática, con el propósito de
proteger a los clientes. Aquí tampoco queda claro cómo no podrían afectarse las
cuentas, incluso en el supuesto caso de que se imponga una paridad, algo poco
probable. Si la persona tiene cuentas de dos tipos, una en dólares y otra en
pesos, es indudable que una de tales cuentas será afectada.
El director del Banco Nacional mencionó
que se estudian los indicadores que miden la circulación monetaria, “los cuales
ofrecerán los síntomas de hasta qué punto resulta correcta o no la circulación
existente en la población y en el sistema empresarial”. Mas un estudio de este
tipo tampoco aclara o resuelve el problema fundamental, del valor de la moneda
frente a las divisas.
Así que cada vez se habla más sobre el
tema y se aclara menos. Lo que hace unos días expresó Medina no va más allá de
informar de que posiblemente se emitirá dinero adicional y billetes de
nominaciones más altas. Esto aumenta la sospecha de que, pese a las promesas de
que no se producirá un alza en los precios, lo más probable es que ocurra.
También hace temer que quienes envían remesas a Cuba tengan que ir preparando
el bolsillo, para mandar más dinero cuando desparezca el peso convertible.
Durante años se subordinó la unificación
monetaria a un aumento de la productividad. Sólo de esa manera el gobierno
consideraba posible un alza sustancial de los ingresos, que posibilitaría
paliar el creciente aumento de los precios. Esto ha cambiado. Ya no se habla de
la premisa del aumento de la productividad, y por consecuencia de los salarios,
sino de la urgencia del cambio.
En agosto de este año, Joaquín Infante,
doctor en ciencias económicas y dirigente de la Unión de Economistas de Cuba. dijo
también en Granma que la dualidad
monetaria causa grandes distorsiones a la economía, frena las inversiones y
debió eliminarse “mucho tiempo atrás”.
“La eliminación de la dualidad cambiaria
en el sector estatal es uno de los más importantes” pasos de las reformas económicas,
dijo Infante. Ahora Medina ha expresado igual criterio.
Pero la unificación monetaria de la que
viene hablando Granma tiene mucho que
ver con el objetivo de atraer inversiones extranjeras y no está preocupada por
el bolsillo del cubano de a pie.
El fin de la doble moneda busca poner un
poco de orden en el caos económico, no a nivel de calle sino entre las
empresas: las distorsiones en costos, contabilidad fiscal y política
financiera.
La necesidad de unificar el dinero es de
cara al inversor extranjero, la última frontera del régimen. Pero para el
cubano de a pie y el familiar de Miami, el nuevo dinero no resolverá los
problemas, sino posiblemente le traerá más.
Esta es mi columna semanal en El Nuevo Herald, que aparece en la edición del lunes 6 de octubre de 2014.