Hay cosas que me resultan difícil
entender. Sé que con opiniones de este tipo no suelo ganarme muchos amigos en
Miami, pero no me es fácil admitir argumentos que considero buscan desviar la
atención sobre lo que creo es la esencia de un problema. Por supuesto que puedo
estar equivocado, suele ocurrir.
El reportaje original de la Associated
Press, sobre contratistas de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional (USAID) y el movimiento hip hop en Cuba no pone en peligro a los
raperos cubanos, tampoco descubre nada que el régimen no supiera desde el
principio y mucho menos culpa de algo a lo artistas cubanos, sino que desde su
encabezamiento aclara que se “reclutó sin su consentimiento a varios raperos para
promover un movimiento juvenil en contra el gobierno de la isla”.
Esto lo plantea, según dice la agencia,
de acuerdo a documentos que tiene en su poder y especifica una y otra vez que
todo fue una pifia, un fracaso, algo que no llegó a concretarse.
Si hay culpable aquí es la USAID, que fue
quien manipuló, y lo que es peor: puso en peligro a otros. Realmente resulta
insólito este intento de tratar de
encubrir, disminuir o pasar por alto los errores de una agencia gubernamental.
“El programa también terminó perjudicando
a la activa comunidad hip hop de la isla”, escribe la AP- Fue el programa lo
que causo daño, no que ahora salga a la luz pública los detalles de su
existencia.
“Al
menos en seis ocasiones, las autoridades cubanas detuvieron o interrogaron a
personas que estaban involucradas en el programa. También les confiscaron
equipos de computación que, en algunos casos, contenían información que puso en
peligro a ciudadanos cubanos que no sabían que habían sido involucrados en una
operación clandestina de una entidad norteamericana.
A pesar de esos riesgos, los contratistas
de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID)
continuaron arriesgándose y poniendo en peligro a quienes habían reclutado,
según la investigación de Te Associated Press”.
Si lo que dice la AP no es cierto,
entonces sí habrían motivos de sobra para acusar a la agencia noticiosa de
“poner en peligro” vidas y reputaciones.
Pero nadie ha alzado la voz para decir
que la AP miente. Lo que se hace es repetir los mismos cansados argumentos de
siempre: si es oportuno darlo a la luz pública, si con ello a quien se
beneficia es al régimen de los hermanos Castros y si las versiones de los
medios oficiales y oficiosos cubanos manipulan la información original.
El problema al final se limita a la vieja
dicotomía de si ocultar la verdad o decirla. En este caso, con un aspecto muy
importante, que vale la pena recalcar: todo o casi todo lo que está diciendo la
AP ahora lo sabía el régimen de La Habana desde el comienzo.
Por supuesto que la investigación llevada
a cabo por la AP no es perfecta, no necesariamente está libre de inconsistencias
e inexactitudes. Y por supuesto también que responde a determinados intereses,
que son los de la agencia cablegráfica.
El tema del dinero, los intereses —políticos
y de otro tipo—, la manipulación y la cultura suele resultar controvertido y
casi nunca es una zona angelical. Pero abordarlo desde una política de avestruz
es siempre la peor solución.
En primer lugar hay que desterrar
cualquier fetichismo del dinero: este no es bueno ni malo de por sí. Es como se
utilice.
Luego está la diferencia fundamental
entre manipular, dejarse manipular y aprovechar la ocasión, que son actitudes
muy diferentes aunque en ocasiones se mueven dentro de fronteras más o menos
resbaladizas.
En tercer lugar, no hay que olvidar que
en última instancia casi siempre salen a relucir referencias y experiencias
propias de la guerra fría, la guerra cultural, la CIA y otras hierbas no muy
aromáticas.
Y aquí hay sin duda un argumento que aún
conserva vigencia: lo que es pasado para el resto del mundo es vigencia en el
caso cubano. La guerra fría no es un capítulo cerrado por completo en relación
a Cuba.
Que Los Aldeanos viajaron por primera vez
fuera de la isla, para actuar en el festival de música EXIT, en Serbia, es un
hecho. Como lo es que dos miembros del instituto que dirige Mariela Castro también
fueron como representantes al evento.
Por supuesto que nadie ha dicho ahora que
la investigación de la AP ha “puesto en peligro” a la hija de Raúl Castro.
Aunque es de suponer que ella esté incluida en la lista de las “víctimas”
mencionadas por el viceministro de cultura Fernando Rojas, en lo que parece al
menos una nueva actitud del régimen frente a un viejo problema.
Que Los Aldeanos eran conocidos por la
juventud cubana antes de la existencia del plan de la USAID es otro hecho. Y
que hay que reconocerles su posición cuando dicen que no se dejaron influir en
las letras de sus canciones, es también otro hecho y muy importante.
Por lo tanto, una de las cosas que vale
la pena recalcar es que Los Aldeanos no fueron creados por la USAID y tampoco lo
fueron sus canciones.
Que todo este revolico sirvió a su
promoción internacional es una circunstancia que al mencionarla no debe existir
el mínimo reproche. Todo lo contario. Al menos el despilfarro de dinero sirvió
para algo.
Por lo demás, si fue así, están en
compañía ilustre. El movimiento más importante de pintura estadounidense, el
expresionismo abstracto, fue promocionado por la CIA durante la guerra fría. La
primera edición en ruso del Doctor
Zhivago, la novela de Boris Pasternak que apareció en Italia en noviembre
de 1957, fue hecha por encargo de la CIA en La Haya, a través de un editor con
experiencia en libros en lengua rusa.
A partir de entonces la CIA decidió
producir libros en idioma ruso, bajo el nombre de una casa editorial francesa
falsa. Así publicaron a George Orwell, James Joyce, Vladimir Nabokov y Ernest
Hemingway. ¡Ah, qué tiempos aquellos!, uno podría exclamar ahora con nostalgia.
Por lo que es condenable la USAID es por
ineficiencia, despilfarro, manipulación e irresponsabilidad. De nada de esto
tiene culpa la AP.
Nunca hay que cogerle miedo a la verdad.