La
Habana no está “preparada” para conversar el tema de los derechos humanos. Vale
la pena preguntarse si en algún momento lo estará bajo el gobierno de los
hermanos Castro.
Cuba
y la Unión Europea (UE) postergaron la tercera ronda de negociaciones de un
acuerdo para normalizar sus relaciones, previstas para enero, por petición de
la Isla, informó este martes la embajada del bloque europeo.
“La
tercera ronda de negociaciones para un Acuerdo Bilateral de Diálogo Político y
Cooperación entre la UE y Cuba, prevista para el 8 y 9 de enero, se ha aplazado
a petición de las autoridades cubanas”, dijo la delegación (embajada) de la UE
en La Habana en un escueto comunicado.
“Ambas
partes se pondrán en contacto a su debido tiempo para acordar una nueva fecha
mutuamente conveniente para la próxima sesión de negociaciones”, agregó, sin
dar detalles.
Es
importante destacar que en esta tercera ronda de negociaciones están supuestos
a discutirse temas considerados “sensibles”, como los derechos humanos y la
sociedad civil.
La
postergación de las conversaciones —de momento indefinida— era una posibilidad
latente con cada vez mayor fuerza desde que el gobernante cubano Raúl Castro
dejó plantado al ministro español de Exteriores, José Manuel García-Margallo, a
finales de noviembre.
Por
otra parte, este tercer encuentro suponía un paso de avance en aspectos más
medulares de la relación con Europa del gobierno cubano.
“Vamos
a empezar con los temas centrales, políticos; hasta ahora hemos negociado más
bien sobre temas de cooperación. Ahora entramos en capítulos que son más
sensibles por ambas partes”, declaró a la prensa el embajador de la UE en Cuba,
Herman Portocarrero, en la Feria Internacional de La Habana, realizada a
principios de noviembre.
El
tema de los derechos humanos “son el núcleo de las relaciones UE-Cuba”, volvió
a repetirse desde Bruselas a finales de noviembre.
“Y
esto no cambiará en el contexto de nuestras negociaciones bilaterales con Cuba hacia
un acuerdo de cooperación y diálogo político”, dijo Christian Leffler, director
para las Américas del Servicio Europeo de Acción Exterior, en respuesta a
preocupaciones planteadas por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, un
grupo de expresos políticos cubanos, con sede en Madrid.
La
razón esgrimida por Cuba para retrasar el encuentro sería una disputa en torno
a un evento cultural del bloque europeo organizado en Washington, dijeron el
martes fuentes cercanas al tema, de acuerdo a un cable de la agencia Reuters,
que no entró en detalles.
Las
autoridades que participan en las negociaciones sostienen que Cuba está molesta
con la Unión Europea debido a un evento cultural organizado en marzo por el
bloque en Washington, de acuerdo con Reuters.
Y
también por un reciente llamamiento de España para que La Habana permita la
entrada y salida a los disidentes refugiados en Madrid, una declaración que
puede haber ofendido al gobierno de la Isla, siempre de acuerdo a la agencia
cablegráfica.
“Parece
que es un pretexto porque Cuba considera que aún no está lista para la próxima
ronda de conversaciones”, dijo una fuente cercana al tema que pidió no ser
identificada, según Reuters.
La
suspensión, por otra parte, no es fin de la negociación ni mucho menos, sino
simplemente un ejemplo más de la tradicional reticencia de Cuba a escuchar
críticas y cumplir requerimientos.
En
este caso especifico, y al igual que en circunstancias anteriores, La Habana
estaría jugando con varias cartas al mismo tiempo.
Madrid
busca “concesiones” políticas de Cuba que le permitan justificar la búsqueda de
una acercamiento, frente a posiciones más críticas de otras naciones como la
República Checa, Alemania, Suiza y Polonia, mientras que La Habana siempre se
ha atrincherado en una posición donde sus criterios sobre el tema de los
derechos tienen que tener el mismo peso que los de los europeos. Esto es algo
que la Plaza de la Revolución viene repitiendo desde los intentos frustrados, y
ya lejanos, de incorporar a la Isla al Acuerdo de Cotonú, que reemplazó a la
Convención de Lomé.
Pero
como en el caso de los acuerdos con otras naciones, al mismo tiempo Europa se
mantiene firme en la actitud de que sería la Isla quien recibiría ayuda, y no
al revés, por lo que le tocaría el papel de cumplir, en primer lugar, y no el
de limitarse a exigir.
Cabe
recordar que en otros momentos, como cuando en marzo de 2003 el régimen desató
una oleada de encarcelamiento de opositores, al mismo tiempo se inauguraba en
Ginebra un nuevo período de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos de
Naciones Unidas, y la operación represiva ocurría a solo pocos días de que el
comisario europeo para la Cooperación y Ayuda Humanitaria había visitado La
Habana y dado a conocer su beneplácito ante la posible entrada de Cuba en el
Acuerdo de Cotonú.
Pero
también La Habana estaría jugando ahora al ya esperado fracaso de la Cumbre
Iberoamericana, que el martes cerró dos días de una reunión presidencial con notables
ausencias de algunos mandatarios, sobre todo sudamericanos, lo que volvió a
mostrar la falta de interés que enfrenta el foro surgido hace casi un cuarto de
siglo.
Al
encuentro en el puerto mexicano de Veracruz, que sus organizadores han dicho
que debe reimpulsarse, no asistieron los presidentes de Argentina, Bolivia,
Brasil, Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Que
desde hace años la Cumbre Iberoamericana es un evento en decadencia no es un
secreto —solo la presencia del Rey Juan Carlos había logrado mantener a flote
la cita—, pero que se ponga en evidencia de nuevo contribuye a explicar que La
Habana se sienta con fuerzas para el pugilato con Madrid. En este contexto
también hay que situar la posible participación de Raúl Castro en la Cumbre de
las Américas en los próximos años.
Sin
embargo, este rejuego político no implica que el régimen no enfrente la
necesidad de lograr un cierto acuerdo con la Unión Europea, no tanto referido a
la colaboración y ayuda como a la creación de un clima de confianza para los
inversores.
En
este sentido, la apuesta de La Habana parece encaminada dentro de la creencia
de que su nueva ley de inversiones es lo suficientemente atractiva como para
colocar en un plano secundario los aspectos de derechos humanos y democracia, y
fundamentarse en el clima de estabilidad política que logra brindar y en las
ventajas de explotación de una mano de obra barata y carente de sindicatos y
otras organizaciones de la sociedad civil que la defienda.
Tras
la reanudación del diálogo y la cooperación entre Cuba y la UE en junio de
2008, La Habana ha firmado acuerdos bilaterales con 15 países de los 28 de ese
bloque. Dilatar la negociación jugaría entonces dentro de esta estrategia.
Pero aunque el comercio entre la UE y
Cuba ha crecido de forma sostenida en los últimos cinco años, las exportaciones
cubanas a Europa son productos tradicionales como tabaco o ron.
Si Cuba desea aumentar su participación
en el mercado europeo, tendría que ampliar sus renglones de exportación, lo
cual además generaría más empleo en la Isla.
Para ello le es necesario incrementar el
intercambio entre expertos y contar con una
mayor asistencia técnica, así como
adquirir experiencia en el manejo de una economía mixta.
La Unión Europea es el segundo socio
comercial de Cuba, con un intercambio comercial que representa el 21.9% del
total de la Isla, solo superado por Venezuela.
Cuba es el único país de América Latina
con el que el bloque comunitario no tiene un acuerdo bilateral.
Dentro de este panorama, ya no es solo el
hecho de que las llamadas reformas para “actualizar” el sistema económico
excluyen los cambios políticos, sino que éstas prácticamente se han detenido.
Todo ello ya venía dificultando el avance del proceso de negociación para
normalizar sus relaciones con un acuerdo de diálogo político y cooperación.
Ahora que este diálogo se ha detenido, aunque sea temporalmente, cabe de nuevo
preguntarse hasta cuándo Raúl Castro podrá seguir empecinado en el estancamiento,
como única medida de supervivencia.