Primero las palabras:
Luego de dos días de intensas reuniones
en China —tanto con empresarios como con el presidente, Xi Jinping—, el
mandatario venezolano Nicolás Maduro anunció que se han cerrado inversiones por
valor de más de $20.000 millones en proyectos energéticos, industriales y de
desarrollo en territorio venezolano.
Ahora los hechos:
No se llevó a cabo una firma de acuerdos
entre ambos presidentes. Tampoco se especificó si entre esos $20.000 millones
se ha concedido una nueva línea de crédito. Tampoco se aclaró si se trata solo
de acuerdos comerciales.
Desde 2007 China se ha convertido en el
principal prestamista del país, y ha otorgado créditos por mas de $47.000
millones.
Venezuela paga estos préstamos con el
envío de 524.000 barriles diarios de petróleo.
De nuevo las palabras:
El presidente chino abogó por “reforzar la
cooperación financiera” entre ambos países, pero ello no es más que una
declaración protocolar. La verdadera esencia de su discurso fueron estas
palabras:
“Espero que Venezuela haga un buen uso de
estos mecanismos de financiación y que se canalicen más fondos en proyectos de
energía, minería, agricultura e industria”, dijo Xi, citado por la agencia
oficial china Xinhua.
Esto es una advertencia, pero también un
regaño. La conclusión es que Pekín no va a invertir en ningún proyecto en el
país latinoamericano, sobre el cual no tenga suficientes garantías de que los
fondos serán bien empleados. También hay en esta cita de Xi una duda sobre la
capacidad del gobierno de Maduro para hacer “buen uso” de los fondos. Atrás
quedó, hace décadas, una relación como la que sostuvo la desaparecida Unión
Soviética con Cuba. Eso es lo que quisiera Maduro, pero esos tiempos ya
pasaron.
Maduro afirmó que el capital chino “seguirá
ampliando su participación accionarial en el negocio petrolero venezolano” y
que se llevarán a cabo nuevos proyectos conjuntos en la Faja Petrolera del
Orinoco. También aseguró haber cerrado inversiones en la construcción de vivienda
pública, de acuerdo a la agencia Efe.
Pero sus palabras se refieren a proyectos
futuros, nada hay en ellas que permitan la más leve esperanza de ayuda
inmediata para los problemas actuales. Y esta conclusión es, por supuesto,
otorgándole credibilidad a sus palabras, algo sobre lo cual hay más de un
motivo para dudar.
Maduro aseguró que “existe una
conspiración internacional para tratar de mostrar en el mundo a Venezuela como
un país quebrado”.
El único problema con esta afirmación es
que la dijo el lugar menos adecuado. A loso chinos no hay nadie en el mundo que
le puede dar lecciones —o siquiera hablar— sobre conspiraciones. Ellos son
expertos en el tema.
Ahora una comparación
El presidente de Ecuador, Rafael Correa,
también se reunió con Xi ayer, con el que firmó varios acuerdos bilaterales.
Además, Correa se lleva de China la concesión de créditos por valor de casi $5.300
millones y la supresión de los visados de turista entre los ciudadanos de ambos
países.
Firmas, cifras concreta de préstamos, medidas especificas anunciadas.
Todo lo que faltó en el mensaje de
Maduro.