lunes, 5 de enero de 2015

Hablando en chino


La profunda crisis que afecta a Venezuela tiene a su presidente hablando en chino. No confundir con el idioma, el cantonés o el mandarín. Lo mejor sería que Nicolás Maduro hablara chino. Pero no, él no habla chino sino “en chino”: pura jerigonza. Quizá valga la pena arriesgar otra frase manida: en realidad lo que ocurre es que se la han puesto en China.
Maduro acaba de anunciar este domingo una gira que lo llevará a China, Rusia e Irán. El anuncio lo hizo al final de una reunión de trabajo con gobernadores de provincias del oficialismo, en el Palacio de Miraflores.
¿Tendrán consecuencias positivas para el régimen chavista este viaje?
De momento solo cabe especular, pero lo primero es señalar que con su partida Maduro está lanzando, en primer lugar, un golpe de efecto. Busca tranquilizar a sus partidarios y dar la impresión que está haciendo algo que ayudará a salir de la profunda recesión —es más correcto decir "estanflación"— que ahoga al país y su gobierno.
Debido a que la contracción de la actividad económica ocurre en medio de un contexto de aceleración de baja de los precios, Venezuela entró en un ciclo de "estanflación", que implica contracción económica e inflación alta.
Está claro lo que buscará en dos de los países del recorrido —Irán y Rusia—, los cuales son también, junto con Venezuela, los principales afectados por la crisis de los precios del crudo. Tratará de ver la forma de ensayar alianzas, crear bloques y ver la manera de contrarrestar el descenso. Pero son pocas las esperanzas al respecto. Moscú está sumido, al igual que Caracas, en una grave crisis financiera, y por causas similares: malos manejos de un gobernante autoritario y brutal caída del producto principal que sustenta su economía. Irán, por su parte, está medio de una negociación sobre sus plantas nucleares con Europa y Estados Unidos y en un esfuerzo por mejorar sus relaciones con Occidente.
Así que más allá de cada uno invocar a sus dioses, en sus respectivas creencias, lamentarse juntos y orar por mejores tiempos poco queda por hacer.
Además, de los tres es Venezuela quien se encuentra en situación más crítica. Rusia cuenta con amplias reservas financieras —aunque no con la capacidad de cambio necesarias para paliar de forma rápida y sostenida la caída del rublo— y en canto a Irán la situación no es tan alarmante como para los otros dos.
Esto deja a China como la única tabla salvadora.
En Pekín Maduro asistirá al foro ministerial entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que Pekín acogerá los próximos jueves y viernes y servirá para concretar las promesas de cooperación económica y financiera que el país asiático dio a la región en 2014.
Además de Maduro, la cumbre China-CELAC contará con la presencia de los presidentes de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, y de Ecuador, Rafael Correa, así como 20 cancilleres latinoamericanos y ministros regionales de otras carteras tales como inversión, comercio, turismo y tecnología.
Para Maduro, hay mucho más en juego que participar en un evento regional.
Una investigación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), vaticinó en 2012 que para 2016 China pasaría ocupar el liderazgo de la economía mundial, y desplazaría Estados Unidos, pero hay dudas que tal predicción se cumpla. En cualquier caso, el país asiático cuenta con suficientes recursos para salir en auxilio de Venezuela. La pregunta entonces es si está dispuesta a asumir el riesgo.
Caracas adeuda $40.000 millones de dólares, disponibles en distintos fondos, a Pekín.
Puede considerarse una cantidad exorbitante, pero no lo es tanto cuando se compara con los Estados Unidos sigue siendo el principal socio comercial de Venezuela. Gran parte de los $45.000 millones del intercambio anual entre Venezuela y EEUU, por la factura petrolera. En este sentido, el comercio con China solo alcanza los $10.000 millones, de los que dos terceras partes corresponden a las compras de crudo que el gigante asiático paga en efectivo.
A estas alturas, y pese a la encendida retórica de Maduro y las diferencias ideológicas y políticas, EEUU continúa siendo el principal socio comercial de Venezuela. Pero esta situación se ha visto afectada no solo por la caída del precio del crudo sino por el hecho de que EEUU ha comenzado a exportar petróleo.
En el caso de China, el problema para Venezuela es que Al menos 300.000 barriles diarios de las exportaciones petroleras venezolanas a China corresponden al servicio de la deuda ya contraída. Así que la relación de prestamista y deudor, entre Caracas y Pekín, es hoy más vital que nunca.
Venezuela había anunciado, en 2014,  su intención de alcanzar una cota de exportación de un millón de barriles diarios a China en 2015. Pero los precios de entonces no son los de ahora.
Lo cierto es que China es en estos momentos el mejor ejemplo mundial de Capitalismo de Estado, un sistema en el que los gobiernos utilizan las empresas de propiedad estatal, otras empresas de propiedad privada pero políticamente leales, bancos y fondos soberanos para hacer realidad sus objetivos políticos. Se trata de un intento sistemático de usar los mercados para construir prosperidad y, al mismo tiempo, hacer todo lo posible para garantizar que sea el Estado el que decida quién resulta beneficiado.
Según un artículo aparecido en The New York Times, China resultó el principal beneficiario tras la derrota de Sadam Husein y el establecimiento de un gobierno electo en las urnas en Irak. “Los chinos son quienes más se han beneficiado del boom petrolero en Irak, tras la desaparición de Saddam”, afirmó Denise Natali, experto en el Medio Oriente en la Universidad de Defensa Nacional en Washington. La ecuación es muy sencilla: China es el principal importador de petróleo del mundo y los iraquíes necesitan inversionistas. Dicho en términos más simples: China pone el dinero, Irak el petróleo.
No solo es un problema de combustible. También de su transporte. ¿Por qué una empresa china semidesconocida ha puesto en marcha un plan para construir un canal que atraviese Nicaragua. La explicación es que el tráfico de buques petroleros crecerá a toda velocidad, en paralelo al comercio mundial, en especial cuando la revolución energética que está ocurriendo en EEUU impulse un aumento de las exportaciones de recursos energéticos a Asia desde los puertos situados en el golfo de México.
Además, como ocurre con los proyectos de infraestructuras financiados por empresas chinas en África y otras partes del mundo en vías de desarrollo, las obras crearán puestos para trabajadores chinos, y el canal garantizará el paso del petróleo, el gas, los metales y los minerales que China necesita para alimentar su crecimiento.
Las compañías chinas pueden permitirse correr unos riesgos que para otros son inasumibles. Las empresas de propiedad estatal cuentan con el respaldo político y económico del Gobierno, y ese es un factor que les da una ventaja comercial fundamental. Pero incluso las firmas que no son propiedad directa del Estado pueden obtener condiciones de financiación muy favorables si Pekín considera que sus planes de inversión son creíbles y que redundan en beneficio de los objetivos del Gobierno
El papel de China en las economías latinoamericanas ha sido fundamental. China es el mayor socio comercial de pesos pesados de la región como Brasil y Chile
Significa todo esto que estamos ante un fenómeno similar a la expansión soviética de años atrás. No. China no está creando nuevos lazos comerciales en Centroamérica y América Latina como parte de una campaña de estilo soviético para establecer una cabeza de puente en el patio trasero de Washington. China y las empresas chinas están desarrollando también cada vez más actividad en África, Oriente Próximo, el sureste asiático y Europa, donde buscan obtener beneficios de sus inversiones, tener acceso a un número cada vez mayor de consumidores capaces de comprar las exportaciones chinas y asegurar a largo plazo el abastecimiento de los recursos que necesita el país para sostener el crecimiento, crear nuevos puestos de trabajo y reforzar la estabilidad interna.
Sin embargo, el crecimiento de China ha caído de tasas anuales de 10% en las últimas décadas a un crecimiento de 7,5% en 2013 y 7,3% en 2014. La economía china ha estado creciendo más lentamente, entre otras cosas por la caída de las exportaciones a Estados Unidos y Europa, y por el aumento de salarios chinos, que está haciendo que muchas empresas multinacionales muden sus fábricas a otros países.
Esto ayuda a comprender las sospechas de que hay al menos cierta reticencia, por parte de las autoridades chinas, a conceder una amplia ayuda a Venezuela.
El vicepresidente venezolano para el Área Económica, el general Marcos Torres, visitó hace algunas semanas la capital china en busca de fondos para paliar la crisis. Sin embargo, interrogado el 30 de diciembre por los resultados de esa gestión, el propio Maduro eludió la respuesta. La parte china parece no haber encontrado las garantías suficientes para acordar un nuevo desembolso en favor de un país con una deuda ya elevada.
Maduro confirmó que en Pekín se reunirá con su homólogo Xi Jinping, de acuerdo a una información aparecida en el diario español El País.
En el más alto nivel se buscaría destrabar la inyección de dinero y renovar la confianza de los jerarcas chinos en su ansioso socio suramericano, agrega la publicación.
Lo más probable es que Maduro no regrese con las manos vacías, pero no tan llenas como desearía. Eso en el mejor de los casos. Pero aunque Pekín brinde cierta ayuda a China, ello no resolverá los problemas.
Existía en Cuba un dicho popular que decía: “A este no lo salva ni el médico chino”. Al parecer la frase se originó por un afamado médico oriental que vivía en la isla. En el caso de Maduro, no hay cura para su mal económico ni con el “médico chino”, porque sus soluciones no son tales, sino la creación de nuevas entidades con nombres pomposos y que no resuelven nada, la postergación de los problemas, las vacilaciones y los plazos.
En la comparecencia en que anunció su partida, el presidente venezolano no dijo nada sobre los muy esperados anuncios que en materia de tasa cambiaria había anticipado en su rueda de prensa de fin de año. Dio a conocer que nombró una nueva directiva del Centro Nacional de Comercio Exterior (Cencoex), el organismo encargado desde 2014 de administrar el régimen cambiario, pero nada más. Agregó que confiaría a sus nuevos directivos el ajuste de los detalles finales del “nuevo esquema cambiario” que se pondrá en vigencia. También anunció la creación de un fondo de reservas ¡en moneda nacional! y la centralización de las compras externas del Estado venezolano en un solo ente. Más fuentes de corrupción y sin soluciones a la vista.
Lo que no le faltó a Maduro fue el detenerse en lo que más le gusta: las palabras huecas. Insistió en que la presente crisis representa una oportunidad para echar las bases de lo que llamó “el renacer económico del país” y “acelerar la transición al socialismo productivo”.

Al menos hay que desear que en su viaje encuentre al “médico chino“, para que al menos le cure la verborrea.

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