Finalmente el presidente venezolano
encontró el tan necesitado “oxígeno” para vivir. Tuvo que ir a buscarlo bien
lejos, pero valió el esfuerzo.
“Estamos concretando una alianza
financiera con varios bancos de Catar. Para decirlo en términos pragmáticos,
nos están dando el oxígeno suficiente para cubrir la caída de los precios
petroleros y tener los recursos para el presupuesto nacional de divisas, para
las inversiones y exportaciones que necesita el país”, dijo Maduro en Catar.
El mandatario añadió que gracias a las
alianzas económicas con bancos de Catar se garantizarán los recursos que
necesita el país debido a los bajos precios del crudo.
Sostuvo que el financiamiento de varios
miles de millones de dólares no son solo para 2015, sino para 2016, para “garantizar
todos los recursos financieros para el desarrollo del país”, según la
información que recogen diversos periódicos y agencias cablegráfica.
“Estamos haciendo algo muy grande, es una
nueva etapa para los precios petroleros”, agregó.
Así que los venezolanos ya pueden
respirar tranquilos, porque la solución de sus problemas está a la vuelta de la
esquina. Tienen además una nueva ilusión con la cual paliar las largas horas de
fila ante los supermercados y las tiendas de abastecimiento. Una esperanza para
consumir la espera.
¿O no?
Catar es un país inmensamente rico,
aunque pequeño y de poca población. De
sus dos millones de residentes, solo 250,000 son ciudadanos Cataríes. Debe en
gran parte su riqueza al petróleo, pero también al gas, ya que cuenta con la
tercera mayor reserva mundial de gas natural, lo que ha convertido al pequeño
emirato en el país con mayor renta per cápita del planeta.
Catar tiene junto a Luxemburgo el PIB per
cápita más alto del mundo, superando los $106.000 dólares por Catarí, más del
doble que Estados Unidos o Alemania, más del triple que España y cinco veces el
PIB per cápita de Portugal.
A diferencia de Venezuela, su gobierno
—una monarquía absoluta, con todo el deportismo que implica el término— ha
sabido aprovechar los enormes recursos energéticos para emprender el desarrollo
de una economía moderna y diversificada.
Así
que Catar cuenta con fondos más que suficientes para ayudar a Venezuela. Si lo
hará y en que forma es otro asunto.
Para intentar aclarar un poco este punto
no son necesarios informes de inteligencia. Basta utilizar como referencia la
información aparecida en teleSUR, bajo el título: Maduro
en Catar: "Estamos construyendo una nueva etapa del mercado
petrolero".
“Venezuela y Catar rechazamos la
utilización del petróleo como arma geopolítica contra Rusia, nosotros en la
OPEP utilizamos el petróleo para poner de rodillas a Estados Unidos, lo
utilizamos como un recurso natural (...) Catar y Venezuela apuntan hacia una
nueva etapa del fortalecimiento de la OPEP”, destacó el mandatario a teleSUR.
Eso de no utilizar el petróleo como arma
política está muy bien. Habría que recordar que precisamente fueron los países
árabes los que han utilizado ese pretexto por décadas, pero vamos a colocar la
historia a un lado. Lo que si no parece muy probable es que Catar se lance a
una cruzada para “poner de rodillas a Estados Unidos”. Ni de forma pública ni
con acciones.
Estados Unidos y Catar firmaron un
acuerdo de venta de armas en julio de 2014. El acuerdo abrió las puertas a Catar
para adquirir sistemas de defensa Patriot y helicópteros Apache estadounidenses
por valor de $11.000 millones de dólares. Es decir, el emirato árabe es un
fuerte aliado de EEUU en la zona, ni siquiera un rival ideológico.
Pero además, Catar se ha caracterizado
por mantener alianzas muy estrechas con
diversos poderes occidentales y asiáticos
y en numerosas ocasiones ha actuado de puente entre los estados musulmanes y el
resto del mundo.
Si Maduro logró poco de sus supuestos
aliados políticos e ideológicos —Putin no lo recibió y de los acuerdos (no
firmados) con China no hay detalles— no hay razones ahora para especular sobre
una relación estrecha con Catar.
Quedan por lo tanto solo los motivos
económicos, para un mayor intercambio entre ambos países.
El mandatario venezolano dijo que, tras
sostener una reunión con las autoridades de Catar, este país “le ha dado el
voto de confianza” para seguir buscando el consenso entre los países
petroleros, y además, aseguró que se han establecido más convenios bilaterales
en las áreas de alimentación, turismo, economía y petróleo, siempre de acuerdo
a lo informado en teleSUR
Sin embargo, la OPEP no cambiará su
estrategia de producción de crudo y cualquier repunte repentino de los precios
es poco probable, dijo el martes el ministro de Petróleo de los Emiratos Árabes
Unidos, Suhail bin Mohamed al Mazrui, de acuerdo a la agencia Reuters.
Mazrui hizo estas declaraciones en una
conferencia de energía en Abu Dabi después de que el crudo Brent de Londres
cayese en torno a $46 por barril, un mínimo en casi seis años, tras un desplome
de un 5% el lunes.
“La estrategia no va a cambiar...”,
declaró el ministro. Al no ajustar la producción, “le estamos diciendo a los
mercados y otros productores que tienen que ser racionales y como la OPEP,
tienen que mirar el crecimiento en el mercado internacional del petróleo”.
Mazrui también dijo: “Hemos visto un exceso
de oferta proveniente del petróleo de esquisto y que necesitaba ser corregido”.
Maduro no se acaba de dar cuenta —o no
quiere admitir públicamente— que lo que preocupa a los países árabes es la
producción energética estadounidense a partir del esquisto, que de momento
requiere de costos elevados para ser producido, y que para tratar de detener o
disminuir esa producción les importa poco lo que pase en Venezuela.
Así que el “fortalecimiento de la OPEP“
que busca Maduro enfrenta un grave problema: ni interesa a los países árabes ni
lo han llamado a él para lograrlo.
Queda entonces la posibilidad de acuerdos
entre Venezuela y Catar en otros campos.
El mandatario dio a conocer que Venezuela
y Catar conversaron sobre un sistema para que el país suramericano exporte
alimentos a la nación árabe.
“Catar cuenta con un fondo especial para
invertir en la producción de alimentos (...) Nosotros producimos para nosotros
y queremos producir los alimentos que necesita Catar (...) Hemos pensado en una
ruta de exportación con alimentos de calidad para esta región”, dijo el
mandatario venezolano, de acuerdo a teleSUR.
Aquí el análisis, irremediablemente, cede
el paso a la risa. Mejor aún, a la denuncia. Porque en realidad Maduro es quien
se está burlando de los venezolanos. Si el país produce cada vez menos y sus
ciudadanos hacen cada vez filas más largas para obtener alimentos, ¿cómo se
atreve a hablar de planes para exportarlos?
Por otro lado, también hizo mención al
fortalecimiento del turismo. En este punto, Maduro afirmó que Catar “está muy
interesado en las inversiones turísticas” y que ya se negoció el
establecimiento de una ruta directa Doha-Caracas.
“Venezuela es una joya para el desarrollo
el turismo (...) podemos decir que la ruta Doha-Caracas ya es un hecho”, recalcó,
según la información de teleSUR.
Es cierto que Catar está muy interesado
en el desarrollo del turismo. Pero hay que añadir que es el turismo a su país,
que busca visitantes extranjeros. Para ello ha invertido miles de millones de
dólares en la mejora de infraestructuras, organizó los Juegos Asiáticos de 2006
y ha sido elegido país organizador de la Copa Mundial de Fútbol de 2022, el
primer país árabe que lo consigue.
Cabe ahora añadir que, salvo los magnates
de la “boliburguesía”, Venezuela no cuenta con el potencial de viajeros al
emirato, y cada día tendrá menos con la destrucción sistemática de las clases
medias y profesionales.
Para los que se ilusionen con un posible
turismo de Doha a Caracas, hay simplemente que recordar una cifra ya señalada:
el país árabe solo cuenta con un cuarto millón de ciudadanos. Es cierto, tienen
dinero para gastar ($600.000 anuales como promedio por cada uno de ellos), pero
son pocos.
La única esperanza podría resumirse
entonces en la anunciada “alianza” con “importantes bancos”. Pero tomando en
consideración el nivel de la banca de Catar, sus relaciones con occidente y la
crisis venezolana, habría que ver entonces las condiciones de esos préstamos
sin llegaran a concretarse.
Para todo ello es indispensable tener
mucha confianza en el presidente Maduro.
El problema es que los venezolanos la tienen
cada vez menos, incluso sus propios partidarios.