Para cumplir con la norma periodística de
situar la noticia en contexto, todas las agencias de noticias y los diarios han
señalado que Roberta Jacobson, la subsecretaria de Estado para el Hemisferio
Occidental, es la funcionaria estadounidense de mayor rango que visita la isla
en décadas. También que las conversaciones a celebrarse hoy en la isla son las de más alto nivel en años.
Es cierto, pero dicho así la información adquiere un carácter de evento único, trascendental,
que no ha ocurrido en mucho tiempo. No es así. El encuentro a realizarse hoy en
Cuba tiene que ser colocado dentro de un proceso de pasos iniciados, otros
frustrados y los más con resultados parciales. De lo contrario, son demasiadas
las expectativas y muchos los posibles desengaños al terminar la cita.
Lo que ocurrirá hoy en Cuba tiene un
carácter excepcional en cuanto va precedido por un anuncio del presidente
Barack Obama y el gobernante Raúl Castro de iniciar un proceso para la normalización
de relaciones. Sin embargo, importantes reuniones, por el nivel de los
participantes, se han celebrado con anterioridad durante el gobierno de Obama,
con pobres resultados. Se trata de un proceso interrumpido por el
encarcelamiento del excontratista Alan Gross, y que ahora se reinicia, pero no es
algo totalmente nuevo.
El lunes 27 de abril de 2009 el Departamento
de Estado reconoció que un alto funcionario se había reunido, por segunda vez
en un mes, con el entonces representante de Cuba en Washington.
Thomas A. Shannon, subsecretario de
Estado para el Hemisferio Occidental —el mismo cargo que tiene ahora Jacobson— se
había reunido dos veces en un mes con el jefe de la Sección de Intereses de
Cuba, Jorge Bolaños.
Una información de The New York Times señalaba que el gobierno de Barack Obama estaba
impulsando planes para llevar a cabo reuniones informales entre el Departamento
de Estados y diplomáticos cubanos.
La confirmación vino de parte del
Departamento de Estado, durante la habitual conferencia diaria, aunque el
portavoz no entró en detalles.
Lo esencial de aquellos encuentros fue
que tenían poco de rutinarios —aunque así fueron catalogados por el
Departamento de Estado—, al menos en el sentido de que tales contactos no
existieron durante la presidencia de George W. Bush.
Cabe señalar que uno de los datos más
importantes que se conoció entonces — y eso sí lo dejó claro el portavoz del
Departamento de Estado— era que el gobierno norteamericano no estaba imponiendo
condiciones, fechas y una agenda previa. Es de esperar que igual actitud se
mantenga entonces.
El día anterior, domingo,26 de abril, el
diario The New York Times había
publicado que el gobierno de Obama estaba impulsando planes para llevar a cabo
reuniones informales entre el Departamento de Estados y diplomáticos cubanos.
Se trataba de actuar de forma discreta,
pero al mismo tiempo darle un impulso a los esfuerzos por reabrir canales de
comunicación con Cuba, de acuerdo a funcionarios de la Casa Blanca y el
Departamento de Estado, agregaba la información del diario.
Las conversaciones estarían relacionadas
con temas como inmigración, narcotráfico y otros asuntos de seguridad regional.
Lo importante de la información es que
señala que Washington está dispuesta a avanzar en este sentido con
independencia de si se produce o no una respuesta favorable por parte del
gobierno cubano.
Es decir, la actual administración no
parecía entonces dispuesta a esperar a que el gobierno cubano ´‘moviera fichas”
antes de dar el próximo paso, pero al mismo tiempo actuaba con prudencia y
consciente de que se trata de un proceso largo y complejo, que podía no
conducir a resultado alguno, como entonces ocurrió.
Sobre la participación de Canadá en una posible
negociación también se hablaba entonces. Si quiere leer más sobre la
participación canadiense, vea aquí.