La imagen que acompaña a este artículo
puede servir para ilustrar —dar luz al entendimiento, aclarar, instruir,
civilizar— sobre las notables diferencias entre ironía, sátira y una burla
racista.
Vergüenza ajena siento ante muchos
comentarios aparecidos en Facebook
tras el despido por la cadena Univisión de su presentador Rodner Figueroa
(emplear la palabra “fashionista” me parece el colmo de la cursilería y el
ridículo).
Hay tantos malentendidos, tantos
criterios absurdos, tantas palabras bochornosas y tanto racismo en algunos de
esos comentarios que la experiencia de vivir por más de treinta años la mayor
parte del tiempo en Miami no ha logrado librarme del asombro.
Además de condenar el profundo racismo de
algunos de esos comentaristas, a continuación lo que considero puntos
elementales de sentido común y verdades pasadas por alto por quienes
escribieron esos textos.
No puedo afirmar que el presentador es
racista, ya que es la primera vez que escucho algo de él y sobre él. No sabía
siquiera que existía, no por ignorancia sino por falta de interés hacia ese
tipo de labor. Por lo tanto, desconozco su historia y persona para poder hacer
una afirmación de este tipo. Por otra parte, no creo que aquí se esté juzgando el
comportamiento de alguien a lo largo de su vida, ni una conducta sistemática,
sino un hecho específico.
Así que tanto los que acusan a Figueroa
de racista como los que afirman lo contrario desvían la atención sobre el punto
principal.
Por otra parte, la apelación al origen
racial, étnico o incluso la nacionalidad también carece de sentido en este
caso. El racismo no es un prejuicio limitado a un grupo, raza o nación. Hay
racistas de cualquier raza, que se manifiestan de forma prejuiciada hacia otras
razas o la suya propia.
El racismo es un problema emocional y
social —de tergiversación del juicio por diversos motivos— que no guarda
relación alguna con la pigmentación de la piel, los rasgos corporales y la fisiología en general. Pertenecer a una raza,
grupo social o demográficamente minoritario dentro de una población, no condena
ni excluye la posibilidad de una declaración racista.
No tiene sentido la apelación a la
orientación sexual del sujeto en estas circunstancias —realizada en primer
lugar por el propio presentador. Aunque puede entenderse que en su caso fue
formulada como parte de una descripción de su persona y labor, también
despierta la sospecha de ser un intento de desviar la atención sobre el hecho
fundamental y apelar a una forma socorrida —aunque en otras situaciones
verdaderas, pero no aquí— de ser asociado a una reclamación socialmente
aceptada frente a un supuesto trato discriminatorio.
El ahora expresentador hizo un comentario
racista sobre la primera dama Michelle Obama. Basta con oírlo en un video que
dura menos de un minuto. Las palabras no han sido sacadas de contexto ni se
referían a una caracterización. Estas fueron: “Bueno, ojo, Michelle Obama
ustedes saben que parece del elenco de ‘El planeta de los simios’, la película”,
dijo Figueroa y se rió. “¡Pero es verdad, es verdad!”, recalcó. No hay excusa
posible.
Nada tienen que ver aquí las preferencias
políticas, ideológicas o el disgusto hacia la figura y la actuación del
presidente Barack Obama, elegido y luego reelegido por los votantes
estadounidenses, entre ellos los del condado Miami-Dade, donde ganó las dos
elecciones.
Creo que en este caso hay que señalar una
diferencia fundamental entre las referencias hacia un dictador o déspota —en
donde la burla puede ser interpretada incluso como un mecanismo de defensa ante
la impotencia— y el trato que merece un presidente democráticamente electo y su
familia.
Un déspota y un tirano incita no solo
temor, miedo y rechazo sino también la burla. Obama no es un tirano, aunque la
obcecación de algunos en Miami lleven a repetir a la ligera dicha mentira.
Más allá de esto, es bueno recalcar que aquí
la referencia en cuestión trasciende la política y cae de lleno en lo que es,
más que un estereotipo racial clásico y repetido, un insulto.
Este insulto ha sido utilizado durante
mucho tiempo para denigrar a una raza. Es soez, pero sobre todo obsceno. Lo que
dijo el expresentador fue una obscenidad, y desde hace años, enfatizado incluso
durante el mandato del expresidente George W. Bush, las obscenidades quedaron
excluidas de la televisión.
La cadena Univisión es un servicio noticioso
y de entretenimiento para todo el país, dirigido a la totalidad de la
población, No es una cadena que divulga una revista satírica, no está en manos
de un grupo perteneciente a la llamada “contracultura” ni un medio de difusión
partidista o anti-sistema.
Tampoco lo ocurrido tiene algo que ver
con la libertad de expresión. Hay que volver a repetir que nadie puedo gritar
“fuego” en un cine lleno o “bomba“ en un aeropuerto. Lo ocurrido en este
caso no es lo mismo pero similar.
La Casa Blanca no ha censurado a nadie ni
prohibido nada en relación al incidente.
La reacción de la cadena Univisión se
produjo tras la trasmisión en vivo del programa para la costa este del país.
Los comentarios de Figueroa fueron editados para la posterior transmisión del
programa en la costa oeste. Cuesta trabajo creer que la Casa Blanca estuviera pendiente
de lo que se dice en dicho programa y buscara de inmediato la supresión de las
palabras.
El ser presentador de televisión,
periodista o portavoz —para citar algunos ejemplos— implica una responsabilidad.
Cualquier medio noticioso tiene la potestad de exigir el cumplimiento de lo que
considera acorde con esa responsabilidad.
En su carta de disculpa a Michelle Obama, Figueroa señala “los momentos tan volátiles que vive nuestro país”. Saludo ese reconocimiento del aumento de la tensión racial imperante actualmente en el país, producto y consecuencia a la vez de la lamentables muerte de miembros de ambas razas. Lamento no hubiera pensado en ello antes de pronunciar sus palabras.
En su carta de disculpa a Michelle Obama, Figueroa señala “los momentos tan volátiles que vive nuestro país”. Saludo ese reconocimiento del aumento de la tensión racial imperante actualmente en el país, producto y consecuencia a la vez de la lamentables muerte de miembros de ambas razas. Lamento no hubiera pensado en ello antes de pronunciar sus palabras.
En el caso de las ineludibles
comparaciones, tanto los medios de prensa escritos como las cadenas de
televisión son especialmente cuidadosas en evitar la publicación o trasmisión
de comentarios que puedan resultar ofensivos hacia determinados grupos o
minorías, como por ejemplo los hebreos, para citar solo un saludable
cumplimiento de esta norma.
La comunidad cubana exiliada es
particularmente sensible a cualquier referencia que considera denigrante hacia
sus miembros. Apoyar esa llamada de respeto implica poner en práctica igual
norma hacia otras minorías o grupos, No atenerse a esa regla implica no solo
inconsistencia sino una doble moral.