sábado, 4 de julio de 2015

El cardenal y la propuesta


¿Aceptó o no el cardenal Jaime Ortega Alamino recibir una propuesta de la oposición cubana que pide una amnistía en Cuba?
Este es el encabezamiento de la información de acuerdo a lo publicado en el Diario Las Américas:
“Un grupo de opositores cubanos que asistió a las celebraciones por el 4 de Julio en la residencia del jefe de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, Jeffrey DeLaurentis, aseguró que el cardenal cubano Jaime Ortega Alamino les dijo en tono airado que ‘ustedes se informan por la gusanera de Miami’, cuando los disidentes intentaron entregarle una petición de amnistía para los presos políticos.
Según los opositores, durante el altercado, en el que el prelado —aseguraron— negó la existencia de presos políticos en la isla, Ortega también los amenazó con llamar a la seguridad para que los sacaran del lugar si insistían en darle el documento”.
De acuerdo a lo planteado en el Diario Las Américas, el cardenal Ortega se negó a recibir la petición de los disidentes (las cursivas en la cita anterior son mías.
Sin embargo, El Nuevo Herald ofrece otra versión de los hechos, y cita para ello las palabras de Antonio Rodiles, director del proyecto cívico Estado de SATS, que de acuerdo al periódico “el viernes le entregó la propuesta al Cardenal Jaime Ortega durante una recepción por el Día de la Independencia de Estados Unidos, organizada por la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana en la que ambos participaron”.
Es decir, que de acuerdo al Herald, el cardenal Ortega sí recibió la propuesta (aquí también las cursivas son mías).
Lo curioso es que más adelante, la información del Diario Las Américas también se refiere al encuentro de Rodiles y Ortega.
“En la tarde del viernes, Rodiles confirmó que se había acercado al cardenal para entregarle la propuesta de ley de amnistía y que el representante de la Iglesia no rechazó recibir el documento de manera tajante, pero se cuestionó por qué le estaban entregando el documento en ese lugar.
‘Tenía las manos ocupadas y le respondí que quería que tuviera el texto antes de su presentación oficial. Entonces me pidió que la doblara e hizo un ademán como si se la fuera a guardar en el bolsillo. Terminé pidiéndole que la leyera porque le iba a interesar’”.
Hay una ambigüedad en la cita de Rodiles (también las cursivas son mías), que no aclara lo que realmente hizo Ortega con el documento tras el “ademán” —actitud de ir a ejecutar algo—, y si realmente lo guardo en algún bolsillo.
La percepción del activista sobre la actitud del cardenal queda incluso mejor expresada en lo publicado por El Nuevo Herald.
Según Rodiles al Herald, el cardenal “no ha mostrado interés” y “ha tratado de minimizar a la oposición diciendo que en Cuba no hay presos políticos”.
“El cardenal se ha descalificado como mediador”, dijo Rodiles, y añadió que una intervención del papa Francisco durante su visita a la isla en septiembre “sería oportuna.”
El proyecto de ley en cuestión está basado en la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración de Derechos Humanos, de las cuales Cuba es signataria, y se refiere a delitos que se entienden en el Código Penal Cubano como “delitos contrarrevolucionarios”, así como todos aquellos que tienen intencionalidad de rango político, se indica en el documento, según el Herald.
Hace falta conocer más detalles sobre esa propuesta de “ley de amnistía para presos políticos y casos de connotación política”, que incluye la eliminación de los cargos de licencia extrapenal que pesan sobre algunos excarcelados en la isla.
En realidad, más que un amnistía sería necesario una reformulación del código penal, pero el proyecto que se presenta parte de una situación que requiere ser reconsiderada: las normas legales que catalogan a los supuestos delitos político, y que se adecúan a las condiciones del momento sin cumplir siquiera una normativa represiva.
Lo que fue delito ayer ya no lo es hoy, y lo que rige en estos momentos puede que cambie en una hora.
Es decir, que el régimen cubano no solo es ambiguo hacia lo permitido sino también respecto a lo prohibido.
Por mucho menos de lo que durante más de un año se ha llevado a cabo en el portal digital 14ymedio, algunos cumplieron años de cárcel, tras la Primavera Negra de 2003 y con anterioridad.
En este sentido, lo que puede catalogarse como un cambio —que por lo general no metan preso a alguien por escribir un artículo dentro de la llamada prensa independiente— no resulta un avance, debido a la existencia de un principio de incertidumbre cuya razón de existencia es mantener la sumisión.
Sin embargo, surgen las dudas en cuanto a los medios para hacer avanzar este proyecto, si es ese el verdadero interés, y no añadir otra piedra al intenso torpedeo al deshielo entre Cuba y Estados Unidos.
El lugar adecuado
El documento se entregará a las distintas instancias del gobierno, incluyendo la Asamblea Nacional del Poder Popular, según explicó Rodiles al Herald.
Rodiles reconoció que existen pocas probabilidades de que la Asamblea Nacional del Poder Popular se interese en las peticiones de los disidentes, pero que no podían perder las esperanzas.
La pregunta que cabe es por qué no se siguió el mismo procedimiento con la Iglesia Católica, y no se procedió a seguir l.
Difícil es concebir una mayor “esperanza” en el régimen cubano que en el cardenal Ortega.
Aprovechar una recepción diplomática para la entrega de tal documento, dentro de la situación cubana, puede ser considerado un desafío o incluso una provocación. Pero tampoco constituye una ofensa. El cardenal Ortega debió haberse guardado el documento en el bolsillo y punto.
Hay algo que la oposición cubana no acaba de entender. No se puede estar al mismo tiempo en la ciudad y en la guerrilla. Entre manifestarse en la calle y asistir tranquilamente a una recepción hay una distancia insalvable. La disidencia en la isla está desperdiciando con ruido sus limitados espacios de presencia. Como se decía en Cuba, no se puede estar al mismo tiempo en misa y en procesión, porque al final terminan fuera de ambas ceremonias. Las actitudes provocadoras no son compatibles con el diálogo, cuando ambas acciones corren de parte de iguales protagonistas.
Una recepción diplomática no es el lugar para increpar a una figura de la Iglesia, como al parecer hicieron algunos expresos políticos según información de Martínoticias. En primer lugar porque posiblemente en el salón habían otros que se merecían más ser reprendidos y luego porque la Iglesia Católica es una de las pocas instituciones a las que pueden solicitar cooperación en estos momentos —que ese pedido solo reciba un apoyo parcial no lo exime de su necesidad— y transitar una vía que podría llevar a un aislamiento de la misma es simplemente jugar la carta de un sector del exilio de Miami, que vive a buen recaudo de las consecuencias.
¿Hasta dónde llegó el rechazo del cardenal?
El Diario Las Américas lo caracteriza como algo peor que un Torquemada, para los disidentes cubanos, mientras que en El Nuevo Herald se limita a brindar la opinión de Rodiles de la falta de interés del prelado en el asunto.
Desde hace semanas viene creciendo la lipidia entre un sector del exilio de Miami y el cardenal Ortega, a la que se ha sumado un sector también de la oposición.
Todo ello en medio de la próxima visita del papa Francisco a Cuba y del papel mediador de la Iglesia Católica en el diferendo entre Cuba y Estados Unidos.
Lo que llama la atención en este guirigay es que Ortega es una figura en salida, al menos en lo que a sus responsabilidades eclesiásticas en Cuba se refiere. Desde 2011 presentó la renuncia. por arribar a la edad límite, en cumplimiento del Derecho Canónico. Si permanece en el cargo es por mandato de Benedicto XVI y Francisco, pero su futuro es el Vaticano, no la isla.
Da la impresión que ese sector del exilio y la disidencia que expresa su rechazo al deshielo entre Washington y La Habana ha encontrado en el cardenal su particular polígono de tiro, un ejercicio peligro que desconoce lo cerrado de la jerarquía católica, donde atacar al cardenal puede interpretarse como un ataque al Papa con blanco disimulado.
No es que todo lo hecho o dicho por el cardenal Ortega sea meritorio, pero echar a un lado su historial, olvidar la pastoral El amor todo lo pueda, su labor en la liberación del grupo los 75 presos políticos de la Primavera Negra y a favor de las Damas de Blanco puede interpretarse no solo como un gesto de ingratitud, sino como una actitud errada en lo político, siempre y cuando la prioridad sea realmente la lucha en favor de la libertad y los derechos humanos.

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