La aspirante a la nominación
presidencial demócrata, Hillary Clinton, tiene nuevos e importantes aliados:
los legisladores republicanos.
El año que viene se efectuaran
elecciones para la presidencia de este país y además de rutinario el proceso es
muy sencillo en apariencia. Los electores acuden a las urnas y eligen al que
consideran mejor. Si se equivocan, solo tienen que esperar cuatro años para
rectificar el supuesto error. Así ha ocurrido por siglos.
Sin embargo, durante las últimas
décadas un sector cada vez más poderoso del Partido Republicano está empecinado
en cambiar esas reglas y “jugar sucio”: crear distritos a la medida de sus
candidatos; entorpecer y hasta bloquear cualquier proyecto de un presidente como
Barack Obama; cuestionarse su nacionalidad repitiendo mentiras; tratar de
procesar a otro como Bill Clinton. Emplear en fin cualquier recurso que el
poder y el dinero puedan brindar para impedir el buen desarrollo de la
democracia. No es que los miembros del Partido Demócratas sean santos, pero en
eso de triquiñuelas y zancadillas, los del otro lado le llevan la ventaja.
Con tal objetivo, se alcanza el absurdo
con facilidad.
Si es elegida presidente, Hillary
Clinton podría ser sometida a un proceso de impeachment desde
el primer día en la Casa Blanca. Quien así lo afirma es el representante Mo
Brooks, un republicano de ¡Alabama!, que entre otras cosas se opone al control
de la natalidad, la investigación con células madre, quiere reformar el seguro
social y privatizarlo en parte, así como entregarle a compañías aseguradores
privadas el Medicare para que se enriquezcan con él.
Morris Jackson “Mo” Brooks, Jr. considera además que
en este país hay una guerra “contra los blancos” y ya se sabe de qué parte está
él.
Sin embargo, lo que más llama la atención es su poca
fe en los aspirantes presidenciales republicanos y el proceso democrático: con
tantos y tan diversos, el interés de Mo Brooks por un impeachment evidencia la desesperación por una derrota anunciada.
Igual ha ocurrido con la maratónica sesión de 11
horas en el Congreso sobre los ataques en Bengasi.
El Congreso ha realizado siete
investigaciones sobre lo ocurrido en el consulado de Bengasi. Investigaciones
que han costado $4,700 millones. El más completo de los informes no halló
responsabilidad directa, por parte del Departamento de Estado, en los ataques.
Esta fue la segunda vez que tuvo que comparecer la exsecretaria de Estado. ¿No parece excesivo? No cuando simplemente se persigue un fin partidista.
Esta fue la segunda vez que tuvo que comparecer la exsecretaria de Estado. ¿No parece excesivo? No cuando simplemente se persigue un fin partidista.
El comité que llevó a cabo esta última audiencia fue cualquier cosa menos imparcial. No es una opinión del
columnista. Lo han dicho al menos dos legisladores republicanos, quienes
sugirieron que el objetivo de las interminables investigaciones era afectar la
candidatura presidencial de Clinton.
Antes de celebrarse la audiencia, el legislador republicano Kevin McCarthy vinculó el
descenso de Clinton en las encuestas al encuentro.
”Todo el
mundo pensaba que Hillary Clinton era imbatible, no es así?” declaró McCarthy.
“Pero hemos creado un comité especial sobre Bengasi, un comité selecto, y
cuáles son las cifras hoy? agregó.
El que
si no resultó inexpugnable fue McCarthy, que tras de ser considerado el
favorito para sustituir
a John Boehner como presidente de la Cámara de Representantes, tuvo que retirar
su candidatura, en una muestra clara de las profundas diferencias entre los
legisladores republicanos.
Esta última audiencia no ofreció resultado alguno sobre el tema tratado. Ninguna nueva información salió a relucir. Por momentos la sesión se redujo a una agria disputa bipartidista. Pero sí volvió a demostrar la capacidad de liderazgo de Clinton, una cualidad ausente en sus opositores del otro partido. Y todo gracias al esfuerzo republicano por mostrar lo contrario.
Esta última audiencia no ofreció resultado alguno sobre el tema tratado. Ninguna nueva información salió a relucir. Por momentos la sesión se redujo a una agria disputa bipartidista. Pero sí volvió a demostrar la capacidad de liderazgo de Clinton, una cualidad ausente en sus opositores del otro partido. Y todo gracias al esfuerzo republicano por mostrar lo contrario.
Esta es mi columna semanal en El Nuevo Herald, que aparece en la edición del lunes 26 de octubre de 2015.