De cuando un periódico, que no sabe de
Miami mucho más que la presencia aquí de unas cuantas firmas españolas y los
intentos fallidos de entrar en el negocio de la prensa, encarga a alguien que
desconoce el tema escribir un artículo: entonces se acepta lo falso como
verdad y los principales culpables de las tergiversadores diarias se convierten en héroes de la objetividad
periodística y la libertad de expresión.
“Carlos García-Pérez, un abogado criado
en Puerto Rico al que Obama situó al frente del ente hace cinco años para
iniciar el giro, sostienen que Radio y Televisión Martí ya no es el aparato de
propaganda anticastrista que fue en el pasado, aunque la línea informativa
sigue siendo crítica con el régimen cubano”.
Este criterio se publica sin que aparezca
otra posición que brinde un balance, como si fuera una verdad sin
cuestionamiento.
En realidad, Radio Martí está peor ahora
que en ningún momento anterior, en lo que respecta a falta de credibilidad;
divulgación de rumores e informaciones falsas; repeticiones y artículos
tendenciosos y tergiversadores. Ningún gobierno republicano ha sido tan funesto
para la emisora como este de Obama. Eso por no hablar de esa entelequia llamada
TV Martí.
Aparecerse ahora señalando que quienes en los últimos años han contribuido al desastre van a arreglarlo, sin contraponer una opinión crítica, es repetir el mismo juego que tanto se critica en Miami respecto al gobierno cubano: “Radio Martí quiere pasar la página del anticastrismo”.
Aparecerse ahora señalando que quienes en los últimos años han contribuido al desastre van a arreglarlo, sin contraponer una opinión crítica, es repetir el mismo juego que tanto se critica en Miami respecto al gobierno cubano: “Radio Martí quiere pasar la página del anticastrismo”.