domingo, 6 de diciembre de 2015

Armas y miedos


No fueron los juguetes y los regalos navideños quienes lograron una cifra récord de venta durante el pasado “Black Friday“, sino las armas de fuego. Esta nación marcha hacia convertirse en un gigantesco pueblo del oeste, gracias al oportunismo político y el afán de ganancia de los mercaderes.
La verificación de antecedentes penales, que alcanzó la cifra de 185,345, aumentó aproximadamente un 5 % con respecto al “Black Friday” del año anterior, cuando el FBI efectuó 175,754 revisiones.
Este elevado número de verificaciones —cercano a dos por segundo— se produjo el mismo día que tres personas murieron y otras nueve fueron heridas en una clínica de Planned Parenthood en Colorado.
El tiroteo contra un centro de ayuda a discapacitados en San Bernardino, California, dejó sin vida a 14 personas y otras tantas heridas, según datos preliminares. En la matanza del 2012 en la escuela Sandy Hook de Newtown, Connecticut, fueron asesinados a tiros 20 niños y 6 mujeres.
En el momento de escribir esta columna no se conocía con certeza si lo ocurrido en San Bernardino fue un acto terrorista. Pero de ser así, ello no cambia el hecho de la facilidad existente para adquirir fusiles y armas cortas en este país. Todos los días hay noticias de balaceras que no han sido motivadas por fines terroristas.
Paradójicamente, el aumento de actos terroristas en otros países, con fuertes restricciones para que los ciudadanos adquieran armamentos, ha servido para que algunos políticos republicanos incrementen sus llamados en favor de que la población esté armada.
Tras los recientes ataques terroristas en París. el aspirante a la candidatura presidencial republicana Donald Trump afirmó que las víctimas habrían tenido más posibilidades de sobrevivir si hubieran tenido el derecho a poseer armas de fuego.
Tras una declaración tan estúpida, solo cabe pensar que Trump quiere convertir la vida cotidiana en un perenne tiroteo en el OK Corral.
El rechazo a la facilidad para adquirir armas de fuego encuentra de inmediato al menos tres argumentos en contra.
La primera es que dicha posición es típica de un pensamiento “liberal”, en el sentido izquierdista que se da a dicho concepto en Estados Unidos. La segunda es la necesidad de estar armado con fines de protección personal. La tercera es que se trata de un derecho establecido por la constitución.
Sin embargo, los primeros que se oponen a dicha facilidad son los cuerpos policiales, que están lejos de poder ser acusados de “centros liberales”. Las investigaciones muestran que en los hogares en que hay armas aumenta el peligro de que ocurran muertes. En ningún momento la Constitución habla de poseer uno de los poderosos fusiles actuales o una pistola moderna.
“Existen mayores posibilidades de que se produzca un homicidio o un suicido en un hogar donde algún miembro tenga un arma, que en aquellos donde no las hay”, refieren estudios aparecidos en The New England Journal of Medicine y en el American Journal of Epidemiology, entre otras publicaciones.
Es cierto que este es el país de la máxima libertad individual, pero esa libertad no debe contraponerse a que una sociedad democrática no pueda ejercer limitaciones a la venta de armas. Canadá y muchos países europeos las tienen y no por ello sus sociedades son menos abiertas.
Lo que resulta preocupante es que una parte importante de la población de EEUU considere una necesidad primordial el poder comprar un fusil, no simplemente una escopeta de caza, al tiempo que existen serias dudas  sobre el grado de responsabilidad que tienen muchos de los que adquieren este tipo de armamento. Ya es hora de frenar dicho desatino.

Esta es mi columna semanal en El Nuevo Herald, que aparece en la edición del lunes 7 de diciembre de 2015. 

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