Entre los manifestantes que han tomado el
refugio Malheur, en Oregón, está Ammon Bundy, hijo de Cliven Bundy, que durante
20 años mantuvo un litigio con el gobierno estadounidense.
No se trata de campesinos pobres y gente
sin tierra. Caben mejor en la clasificación de barones ganaderos, cuyo
comportamiento semeja al de los señores feudales y que parecen salidos de
viejas películas del Oeste. Algo así como si John Wayne saliera de la pantalla
y se moviera a su antojo por esos paisajes ahora nevados.
El Gobierno le reclamaba a Bundy que
pagara más de $1 millón por haber utilizado ilegalmente durante dos décadas
terrenos públicos para el pastoreo de sus más de 500 cabezas de ganado.
Bundy alegó que su familia había ocupado esas
tierras desde fines del siglo XIX y que desconocía la autoridad del gobierno
federal.
Cuando en abril de 2014 el Gobierno quiso
confiscarle su ganado, Cliven Bundy, sus 14 hijos y 52 nietos se atrincheraron
en la propiedad para impedir la medida.
Días después, más de mil personas armadas
de otros estados llegaron al rancho de Bundy para apoyarlos.
El gobierno federal canceló la confiscación
del ganado y Fox News empezó a presentar a Bundy y a su familia como garantes
de la libertad.
La manipulación de la Fox duró poco. Todo
acabó cuando en una entrevista Cliven
Bundy dijo que creía que los negros estadounidenses “estaban mejor cuando eran
esclavos”, que ahora que “reciben subsidios”.