miércoles, 3 de agosto de 2016

Llanto por un bandido

Décadas atrás en Cuba, durante uno de los interminables discursos de Fidel Castro, un bebé comenzó a llorar. Castro se irritó contra la madre y mandó que la sacaran, a ella y a su hijo, de inmediato. A Donald Trump tampoco le gustó que un bebé llorara mientras él hablaba sobre China. Le resultó inadmisible que el bebé no se mostrara extasiado ante sus palabras y optara por… llorar. Esto ocurre siendo Trump solo candidato presidencial, en un país de siglos de tradición democrática. Ahora tenga en cuenta que ello ocurre en el momento propicio para que aquí los políticos busquen la tradicional foto cargando niños (Trump también ha posado para esas imágenes socorridas). Olvide por un momento esa foto con niños cargados, a la que Castro nunca tuvo que someterse, al llegar al poder por la fuerza. Tenga solo presente al Trump que responde con sarcasmo, una de sus palabras preferidas, a lo que está ocurriendo: un niño llorando.Traiga a la mente a un Trump presidente, camino a establecer la dictadura que pretende en este país. Imagine por un instante.

La comezón del exilio revisitada

A veces en el exilio a uno le entra una especie de comezón, natural y al mismo tiempo extraña: comienza a manifestar un anticastrismo elemen...