Un día de noviembre la cabeza apareció en
la prolongación de la Calle Ocho de Miami, frente a un restaurante que era
famoso porque venían turistas de todo el mundo y artistas y presidentes y gente
que daba la mano y hacía discursos y declaraciones, o simplemente se mostraba a
la espera de que alguien llegara y le hiciera preguntas sobre el destino del
país, de este o del otro a noventa millas.
Los exiliados no tardaron en acudir y
hubo gritos y golpes contra la cabeza, que era de un material duro y ajeno, y
siguieron desfilando y repitiendo los gritos y nadie se preguntó si era una
farsa fúnebre o un exorcismo, cosa de fanáticos y alucinados, o apenas un truco
comercial.
Insultaban y despreciaban a ese pedazo de
escultura que nunca fue, imaginando que el tirano había sido derrotado y que
estaban en su patria y que repetían lo que habían visto una y otra vez por la
televisión; recordando lo observado y escuchado entonces: liberados de la
envidia que acompañara las alegrías pasadas, porque nunca era en la patria que
ocurrían esas escenas; olvidando por un momento que estaban en Miami y que en
esta ciudad solo era posible un simulacro de país y lo demás rezumaba añoranza
y deseos.
Siguieron llegando y allí estaban las cámaras
de la televisión y hasta unos documentalistas franceses, que filmaron el acto y
grabaron a la multitud enardecida, porque no solo desahogaba viejos rencores y
quejas justicieras, sino también sabían que esa mañana nadie allí presente iba
a poder reprocharles tanta puerilidad y despliegue de energía gratuita.
Ni tampoco aclararles que sin ser
artistas ni payasos ni malabaristas —ni contar con monos y elefantes— repetían
una función de circo callejero; y quizá exponían sin descubrirlo el espíritu
nacional, que como algunos habían dicho y otros negado siempre estaba más cerca
del carnaval y la rumba que de la tragedia.
Solo que el carnaval de ese día de
noviembre careció del desenfado y la irreverencia de la fiesta. Porque esos
hombres y mujeres —y hasta los locutores y los músicos y los vendedores que
también se sumaron a la gritería— estaban decididos a luchar contra la opresión
reinante en la Isla, y a no dejar pasar la ocasión sin que se supiera que antes
de irse a almorzar todos ellos habían cumplido con su deber patriótico.
2
Unas veinte balsas utilizadas por
migrantes cubanos que han llegado a las costas del
Caribe mexicano fueron vendidas a $50 la
pieza, como parte de una campaña en apoyo de la Cruz Roja del país, informó la
capitanía del puerto de Isla Mujeres.
“Hay cerca de 20 balsas, la mayoría
fueron hechas de latón por lo que se convierte en materia prima para quienes
trabajan con ese material y se venderán en un precio simbólico”, dijo a la
prensa José Luis Ibarra, titular de la capitanía de Isla Mujeres, cercana al
balneario mexicano de Cancún.
Sobre el origen de las rudimentarias
embarcaciones el funcionario precisó que “unas recalaron vacías y otras
arribaron con gente que en su momento fue canalizada ante Migración”.
Las balsas en las que habían viajado
quienes abandonaban Cuba eran en su mayoría fabricadas con materiales de desecho,
maderas y latón. Algunas estaban equipadas con motores de automóviles o de uso
agrícola, adaptados a la embarcación.
3
La oficina de Thomas Herzfeld en Miami no
tiene ningún letrero que la identifique, escribió Tom Brown, del servicio de
noticias de Reuters, en un artículo aparecido en The Houston Chronicle a comienzos de octubre de 2006.
Herzfeld no es un investigador privado y
mucho menos un espía, ni se dedica a cualquiera de las muchas profesiones
consideradas peligrosas en cualquier lugar del mundo. Tampoco a aquellas que se
mueven en las sombras.
Sin embargo, debido a la labor que lleva
a cabo, Herzfeld —entonces de 61 años— prefería no divulgar la dirección de su
oficina en esa ciudad.
Tenía sus motivos, ya que le aseguraba al
periodista que hacía 12 años había recibido amenazas de muerte.
Fue entonces que lanzó un fondo que le
brinda a sus clientes una vía indirecta de invertir en Cuba.
El Herzfeld Caribbean Basin Fund es un
fondo de inversiones, formado por compañías de Estados Unidos y Latinoamérica,
que consideraba se beneficiarían si se levantaba el embargo norteamericano
contra el régimen de Castro.
El fondo se cotiza en el mercado de
valores Nasdaq con el símbolo CUBA.
No era un volumen importante en términos
monetarios. Los activos no llegaban a los $14 millones. Pero las acciones
habían aumentado cerca del 80% desde que entraron al mercado bursátil.
Para finales de julio de ese año el precio
de la acción estaba en los $7,05, aunque saltó a $9,50 el 2 agosto, dos días
después que Fidel Castro había traspasado temporalmente el poder a su hermano.
A principios de 2006, Herzfeld llenó los
formularios con los reguladores estadounidenses para un segundo fondo de
inversiones en Cuba, que permitiría las inversiones directas en la Isla.
Este fondo sería lanzado una vez que se
levantara el embargo.
Por el momento Herzfeld prefería la
discreción. Cuando se le preguntaba la dirección de su negocio se limita a dar un
apartado postal.
Hoy el negocio continúa y la dirección es
pública. Basta buscarla en Internet.
Las acciones, por su parte, no han
logrado fortalecerse ni avanzar mucho.
El 3 de agosto el precio de la acción de CUBA.OQ
en NASDAQ (Stock Exchange Capital
Market) cerraba en baja y se situaba en $6,01.
Invertir en el fondo, de momento, no
parece muy promisorio, al menos que se busque un resultado a largo plazo.
4
El 4 de diciembre de 2007 la prensa en
Miami publicaba una fotografía en que Rafael Izquierdo y Joe Cubas se abrazaban.
Aquello ocurría luego que la jueza de circuito Jeri B. Cohen aprobara el
acuerdo alcanzado entre el padre de una niña cubana y sus padres adoptivos de
Miami, que otorgaba al primero la “custodia exclusiva” de la menor.
El convenio alcanzado entre el padre
biológico de la niña de cinco años, Izquierdo, y Cubas, quien tenía su custodia
temporal, ponía término a una dura pugna legal, que enfrentó durante dos años a
las dos familias.
El acuerdo final entre las partes
concedía al padre natural de la niña la custodia de su hija y no restringía sus
derechos parentales.
Izquierdo, un campesino cubano que se
dedicaba a cuidar cerdos y sembrar malanga en su país, debería permanecer en
EEUU hasta 2010 según el acuerdo.
Cubas y su esposa podrían visitar a la
menor al menos 52 días al año, ya sea en fines de semana alternos o en los periodos
en que Izquierdo se ausentara del sur de la Florida.
En caso de que Izquierdo, de 32 años,
decidiera permanecer en territorio estadounidense, a partir de 2010, las
visitas de la familia Cubas a la niña podrían continuar hasta 2012, fecha en
que su hermanastro cumplirá 18 años.
El caso tenía algunas similitudes —aunque
también notables diferencias— con la disputa por la custodia del niño Elián
González, en el año 2000, entre los familiares del niño y su padre, Juan Miguel
González, en la cual intervinieron de manera decidida varios grupos del exilio,
en favor de que el pequeño se quedara en Miami. Sin embargo, aquí el caso se
resolvió de una manera radicalmente distinta.
A principios de mayo de 2010 Izquierdo y
su hija regresaron a Cabaiguán, Cuba, procedentes de EEUU, informó el periódico
Juventud Rebelde.
No han vuelto a aparecer en la prensa.
5
El 11 de diciembre de 2007 el profesor
Jaime Suchlicki, director del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos
de la Universidad de Miami, rechazó en el Senado el intento de los opositores de
la política norteamericana hacia Cuba, quienes afirmaban que el pueblo cubano
se beneficiaría económicamente si se eliminaba el embargo comercial y la
prohibición de viajes a la Isla.
El director del ICCAS dijo entonces que
“los hermanos Castro siguen gastando en aventuras militares extranjeras”.
Acerca del turismo, expresó: “Si se
permitiera que los turistas (estadounidenses) visiten Cuba, el gobierno de
Castro imitaría la pasada práctica de la Unión Soviética y los países de Europa
del Este (que eran entonces sus satélites): el turista tendría que obtener
visas en la Sección de Intereses de Cuba en Washington; su viaje sería
controlado y canalizado hacia los centros turísticos construidos en el país
lejos de los principales centros de población, y los turistas serían vigilados
cuidadosamente para impedir que la ‘propaganda subversiva’ entrara en la Isla”.
6
“A partir del 1 de enero de 2008
iniciemos una moratoria-boycott hasta la primavera contra los canales
televisivos miamenses: AMERICA TV (41) y MEGA TV (22), con la determinación de
no ver ninguna programación de los mismos ya que sus dueños no tienen en
cuenta, para nada, la experiencia cubana que alcanza los cincuenta años y que
exige respeto. Importándoles un bledo la tragedia nacional cubana. No
importándoles una pizca las heridas de un pueblo que no han cicatrizado a pesar
de cincuenta años.
El Armisticio no se ha firmado todavía,
Los cubanos miembros del Exilio en Miami,
a partir del 1 de enero de 2008, desde la tranquilidad de sus hogares, tendrán
la oportunidad de decirle a la dirigencia de America TV y MEGA TV : ‘que se nos
tiene que respetar’, ‘que no se puede cavilar (sic) por cuestiones de
ambiciones o ideología sobre el dolor de un pueblo’”.
Según el Diccionario de la Real Academia
Española, cavilar es pensar con intención o profundidad en algo.
7
A finales de noviembre de 2007 Joaquín
Rivery, un periodista cubano residente en la Isla, escribió un artículo sobre
el delito en Miami en el periódico Trabajadores.
Con el título Miami sin maquillaje, Rivery se
refería a varios casos delictivos en esa ciudad.
El periodista no se complicó mucho la
vida para llevar a cabo su trabajo. Lo confesó él mismo: “Lo primero que se me
ocurrió al abrir el sitio web del Nuevo Herald fue pinchar la sección
Miami-Broward, donde uno puede leer los sucesos más relevantes y menos
importantes de la ciudad del sur de Florida”.
Solo que la vagancia puede en ocasiones
resultar una mala consejera. En uno de los párrafos finales, Rivery expresa:
“En el siguiente paso en la escalera de la bestialidad miamense, el Herald es un poco más feroz cuando le
informa al lector: ‘Brutal asesinato en un Food Mart’ de dos de los empleados
del lugar, y seguidamente se pregunta el diario, en otra información: ‘¿Quién
mató a Héctor Lavoe?’, para revelar otra muerte violenta”.
El único problema es que Lavoe no murió
en Miami, ni se trata de una información referida a un delito ocurrido en la
ciudad.
Lavoe fue un cantante puertorriqueño de
salsa, que murió el 29 de junio de 1993 en el Memorial Hospital de Queens,
Nueva York. Su vida estuvo en gran medida marcada por la dependencia a las
drogas y contrajo sida. Una obra teatral, con el título ¿Quién mató a Héctor Lavoe?, escenifica esos incidentes. También
hay una película, El cantante,
realizada por el director exiliado cubano León Ichazo y protagonizada por Marc
Anthony y Jennifer López, acerca de la vida de Lavoe.
Lo que vio el periodista cubano fue un
anuncio de la obra de teatro, que se presentaba en Miami, y no la noticia sobre
un espeluznante asesinato.
Rivery, que ha trabajado en la redacción
del diario Granma, continúa viviendo
en La Habana y ha escrito sobre diversos temas, entre ellos la globalización,
así como reportado sobre los esfuerzos en “demanda de la libertad de los Cinco Héroes
Cubanos”, ya liberados por un acuerdo entre Washington y La Habana.
En la actualidad, al hacer clic en el artículo aparecido en Trabajadores, se encuentra que la página ha desaparecido. ¿Asesinada también?
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